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Época de oro del cine mexicano



La Época de Oro del cine mexicano es un periodo en la historia del cine mexicano convirtiéndose en el centro de las películas comerciales de Latinoamérica y habla hispana durante ese período. Para muchos autores, comienza en 1936 con el estreno de Allá en el Rancho Grande, y culmina en 1956.[1]

En 1939, durante la Segunda Guerra Mundial, la industria cinematográfica de Estados Unidos y Europa recibió un gran golpe, ya que los materiales, anteriormente destinados a la producción de cine, ahora se estaban destinados a la nueva industria armamentista. Muchos países empezaron a enfocarse en la realización de películas de guerra, dejándole la oportunidad a México, de producir películas comerciales para el mercado mexicano y latinoamericano. Este ambiente cultural favoreció el surgimiento de una nueva generación de directores y de actores considerados hasta la fecha, iconos en México y en los países hispanohablantes.

En 1939 Europa y los Estados Unidos participaron en la Segunda Guerra Mundial, y las industrias cinematográficas de estas regiones se vieron gravemente afectadas. Europa, debido a su ubicación y los Estados Unidos debido a que los materiales utilizados para producir películas (como la celulosa), comenzaron a escasear y fueron racionados. De esta manera, la industria cinematográfica mexicana encontró nuevas fuentes de materiales y equipos que aseguraron así su posición en la producción de películas de calidad en todo el mundo. Además,durante la guerra, la industria del cine de Francia, Italia, España, Argentina y Estados Unidos, se centró en películas de guerra, lo que hizo posible que la industria cinematográfica mexicana, con temáticas mucho más versátiles, se convirtiera en dominante en los mercados de México y de América Latina.

A principios de los años 30, algunas películas mexicanas como Santa (1931) y La mujer del puerto (1934), habían ganado el reconocimiento del público y la crítica, lo cual que demostró que en México se contaba con el equipo y talento necesarios para sostener una industria cinematográfica sólida. En 1936, se filma la cinta Allá en el Rancho Grande de Fernando de Fuentes, que tiene un éxito inusitado no solo en México y los países hispanoparlantes, sino también en los Estados Unidos.[2]​ Por ello, se le considera comúnmente como la cinta que dio el punto de partida al esplendor de la cinematografía mexicana.[3]​ Ante esto, a principios de los años 1940's comienza el surgimiento de grandes estudios cinematográficos asentados en la Ciudad de México, que comienzan a respaldar la producción masiva de películas. Entre las más importantes se encuentran CLASA Films, FILMEX, Films Mundiales, Cinematográfica Calderón, Películas Rodríguez y Mier y Brooks, entre otras.

El cine mexicano continuó realizando obras de espléndida calidad a fines de los 30 y principios de los 40 y comenzó a explorar géneros como la comedia, el romance y el musical. En 1943, la película Flor silvestre, reunió a un equipo cinematográfico conformado por el director Emilio Indio Fernández, el fotógrafo Gabriel Figueroa, el actor Pedro Armendáriz y la actriz Dolores del Río. Las cintas María Candelaria y La perla, son consideradas obras cumbre de Fernández y su equipo, y llenaron al cine mexicano de un enorme prestigio, paseándose a nivel mundial en importantes festivales cinematográficos (María Candelaria fue galardonada en 1946 con el Premio del Grand Prix del Festival de Cannes, el nombre anterior de la Palma de Oro, siendo la primera película de habla hispana en obtenerlo). Por su parte, La perla fue galardonada con el Globo de Oro de la industria fílmica estadounidense, siendo la primera cinta hispana en recibir dicho reconocimiento.[4]

El Cine mexicano en su Época de Oro, imitó el Star System que imperaba en Hollywood. De esta manera, y a diferencia de otras industrias fílmicas, en el cine mexicano se comenzó a desarrollar el «culto al actor», situación que propició el surgimiento de estrellas que causaron sensación en el público y se convirtieron en auténticos ídolos, de una forma muy similar a la de la industria fílmica estadounidense. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en Hollywood, los estudios cinematográficos mexicanos nunca tuvieron un poder total sobre las grandes estrellas, y esto permitió a estas brillar de una forma independiente y desarrollarse en una multitud de géneros, principalmente las figuras surgidas en el cine mexicano en la década de los 1950, mucho más versátiles y completas que las de la década previa.

El género de la llamada Comedia ranchera fue uno de los más populares del cine nacional, y una aportación exclusiva de México a la cinematografía mundial. Varios actores y cantantes de la época hicieron este tipo de cine.

Al ser México la principal potencia cinematográfica de habla hispana, su industria atrajo a otras importantes figuras de otras industrias fílmicas de habla hispana. Pero no solo figuras hispanas, también destacan algunos extranjeros de países con lengua diferente al español.

Muchos otros comediantes lograron la consagración en el cine mexicano. Desde parejas cómicas de comedia slapstick (al estilo de El Gordo y el Flaco), hasta actores independientes que lograron un enorme cartel. Muchos de estos comediantes surgieron de las llamadas Carpas o teatros populares mexicanos

La música tropical, que estuvo de moda en México y en América Latina desde la década de 1930, también se plasmó en el cine mexicano. Numerosas revistas musicales se realizaron en las décadas de 1940 y de 1950. El cine musical en México estuvo representado sobre todo por el llamado Cine de rumberas, una curiosidad fílmica exclusiva de México, dedicado a la exaltación fílmica de la figura de las «rumberas» (bailarinas de ritmos musicales afroantillanos).

El Cine negro o Cine de Gánsteres (tan popular en Hollywood en los años 1930 y 1940) estuvo representado en México por el director "de culto" Juan Orol. Inspirado en este popular Cine de gánsteres y en figuras como Humphrey Bogart o Edward G. Robinson, Orol creó un universo fílmico y un estilo muy particular al mezclar los elementos clásicos del Cine negro, con el folcklór mexicano, los ambientes urbanos y cabareteros y la música tropical. Ejemplo de ello, el filme clásico Gángsters contra charros (1948).

Aunque los años 1960 son considerados como la época de oro del terror y ciencia ficción en el Cine mexicano, durante la época de Oro se encontraron algunos trabajos notables. Chano Urueta, prolífico director que se inició en la época del cine mudo, ya había tenido sus acercamientos con lo sobrenatural en Profanación (1933) y El signo de la muerte (1939), sin embargo sus mayores aportaciones llegarían con La bestia magnífica (1952), película en la que introduce por primera vez a los luchadores en el género. Otras obras suyas dentro del género serían La Bruja (1954), la trilogía de El jinete sin cabeza (1957), antecedente del terror western, El Barón del Terror (1962) y La cabeza viviente (1963).

Por su parte Fernando Méndez, también director destacado de la época de oro del cine mexicano aunque menos prolífico en el terror que Chano Urueta, comenzó sus andanzas en el género con Ladrón de cadáveres (1956), película de terror con luchadores. El éxito le vendría poco después con El vampiro (1957), obra cumbre del terror mexicano en blanco y negro, protagonizada por Germán Robles, actor principal del género por las siguientes dos décadas. A esta le seguiría su secuela El ataúd del vampiro (1957) y Misterios de ultratumba (1959), además de algunos títulos dedicados al terror western como El grito de la muerte y Los diablos del terror (ambas de 1959).

A la par de estos y en la década de los 60 se multiplica la producción del género con títulos de diferente calidad y directores recurrentes como Rafael Baledón (El pantano de las animas, 1956), Federico Curiel (La maldición de Nostradamus, 1959), Miguel Morayta (La invasión de los vampiros, 1961), Benito Alazraki (Muñecos infernales, 1961), Alfonso Corona Blake (El mundo de los vampiros, 1961) y Alfredo B. Crevenna (Rostro infernal, 1962). Destaca también la labor de René Cardona que, como los ya mencionados, acrecentó los subgéneros de luchadores, terror western y vampiros.

Entre los principales cineastas que contribuyeron a consolidar el Cine Mexicano en su Época de oro destacan los siguientes:

Las primeras transmisiones de la Televisión mexicana se iniciaron en 1950. Ese año entró en operaciones XHTV-Canal 4. XEWTV-Canal 2 y XHGC-Canal 5, comenzaron transmisiones en 1952. En pocos años, la televisión alcanzó un poder enorme de penetración en el público, especialmente cuando las tres cadenas se unieron para formar Telesistema Mexicano, en 1955. Para 1956, las antenas de televisión eran algo común en los hogares mexicanos, y el nuevo medio se extendía rápidamente en la provincia. Las primeras imágenes de la televisión, en blanco y negro, aparecían en una pantalla muy pequeña y ovalada, y eran bastante imperfectas: no tenían la definición y la nitidez de la imagen cinematográfica. Sin embargo, no solo en México, sino en todo el mundo, el cine resintió de inmediato la competencia del nuevo medio. Esa competencia influyó decisivamente en la historia del cine, obligándolo a buscar nuevas vías tanto en su técnica, como en el tratamiento de temas y géneros.

Las novedades técnicas llegaron de Hollywood. Las pantallas anchas, el cine en tercera dimensión, el mejoramiento del color y el sonido estereofónico, fueron algunas de las innovaciones que presentó el cine norteamericano a principios de los cincuenta. El elevado costo de esta tecnología hizo difícil que en México se llegaran a producir filmes con estas características, por lo menos durante algunos años. Los temas "fuertes" fueron otro recurso utilizado por el cine para atraer de nuevo al público a las salas cinematográficas. La naturaleza familiar del medio televisivo impedía un tratamiento directo de muchos de los temas que el cine -ya maduro- se atrevía a mostrar. En general, la realización del cine se volvió más compleja que nunca. Con una infraestructura técnica anticuada, poco dinero, un público más exigente, y un mercado saturado de producciones norteamericanas, el cine mexicano se enfrentó ante su ocaso.[27]



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