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Últimos cuartetos de cuerda de Beethoven



Las últimas seis obras para cuarteto de cuerda de Beethoven, fueron las últimas de sus grandes composiciones.

Aunque fueron desestimados por los músicos y el público en la época de Beethoven, son ahora ampliamente considerados como unas de las más grandes composiciones musicales de todos los tiempos, y han inspirado a muchos compositores y músicos. Igor Stravinsky describe la Grosse Fuge como "absolutamente contemporánea, una obra musical que será contemporánea para siempre". Richard Wagner, a la hora de reflexionar sobre el primer movimiento del Opus 131, dijo que "revela el más melancólico sentimiento expresado en la música". Estos cuartetos han sido interpretados y grabados por cuartetos de cuerda de todo el mundo.

El príncipe Nikolai Galitzine encargó los tres primeros cuartetos (números 12, 15 y 13) en una carta de fecha 9 de noviembre de 1822, y se ofreció a pagar a Beethoven "lo que usted piense adecuado" para las tres obras. Beethoven respondió el 25 de enero de 1823, con su precio de 50 ducados para cada obra.[1]​ Beethoven compuso estos cuartetos en la secuencia 12, 15, 13, 14, 16. Escribiendo simultáneamente los cuartetos 15 y 13.

Beethoven escribió los últimos cuartetos con problemas de salud. En abril de 1825 estaba postrado en la cama, y se mantuvo enfermo durante un mes. La enfermedad o más precisamente su recuperación a partir de ella, es recordada por haber dado lugar al sentido movimiento lento del Cuarteto N.º 15, que Beethoven llamó "Canción de acción de gracias ('Heiliger Dankgesang') a la divinidad, a partir de un hecho así." Llegó a completar los cuartetos ahora numerados 13, 14 y 16. La última obra de Beethoven que se completó fue el sustituto del último movimiento del Cuarteto N.º 13, que sustituyó a la difícil Grosse Fuge.

Estos cuartetos iban mucho más allá de la comprensión de los músicos y el público de la época. Un músico comentó que "sabemos que hay algo ahí, pero no sabemos qué es". El compositor Louis Spohr los ha calificado de "indescifrables, horrores incorregibles." La opinión ha cambiado considerablemente desde el momento de su primera desconcertada recepción. Estos seis cuartetos (contando la Grosse Fuge) son considerados como unas de las más grandes composiciones musicales de todos los tiempos.[2]​ El musicólogo Theodor Adorno, en particular, pensaba muy bien de ellos,[3]​ y Igor Stravinsky describe la Grosse Fuge como "absolutamente contemporánea, una obra musical que será contemporánea para siempre".[4]​ Sus formas e ideas han inspirado y siguen inspirando a músicos y compositores como Richard Wagner y Béla Bartók. Wagner, a la hora de reflexionar sobre el primer movimiento del Op. 131, dijo que "revela el más melancólico sentimiento expresado en música".[5]​ El último deseo musical de Schubert fue escuchar el cuarteto Op. 131, lo que hizo el 14 de noviembre de 1828, cinco días antes de su muerte.[6]​ Al escuchar una interpretación del cuarteto Op. 131, Schubert comentó: "Después de esto, ¿qué queda por escribir?"[7]​ Para Beethoven, el favorito de estos cuartetos finales era el Decimocuarto Cuarteto, op. 131, en do sostenido menor, que ha calificado como su más perfecta obra única.[8]

Transcripciones de algunos de los últimos cuartetos de cuerda, para orquesta de cuerda han sido realizadas por Arturo Toscanini y Felix Weingartner, entre otros.

Los conjuntos que han grabado todos los últimos cuartetos de cuerda de Beethoven incluyen:



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