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Abad de Santillán



Sinesio Baudilio García Fernández (Reyero, León, 20 de mayo de 1897-Barcelona; 18 de octubre de 1983), conocido bajo el seudónimo de Diego Abad de Santillán, fue un militante anarquista, escritor y editor español, figura prominente del movimiento anarcosindicalista en España y Argentina.

A los ocho años de edad emigró a la Argentina junto con sus padres, Donato García Paniagua y Ángela Fernández, donde realizó estudios en una escuela comercial y trabajó como peón de albañil, herrero y ayudante ferroviario. Regresó a España en 1912, y tras terminar el bachillerato en León, marchó a Madrid, ingresando a la universidad en 1915 para estudiar Filosofía y Letras. Allí fue puesto en prisión por un año y medio en la Cárcel Modelo, luego de la huelga general de 1917, y fue durante su estancia en prisión cuando se acercó de forma decisiva al movimiento obrero de carácter anarquista. Santillán quedó impresionado por la calidad moral de los obreros anarquistas, lo que posteriormente lo llevó a formular una interpretación ética y social del anarquismo.[1]​ Una vez puesto en libertad, en 1918, para eludir el servicio militar embarcó con pasaporte falso para Argentina, donde continuó como sindicalista de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y editor de su periódico anarquista La Protesta.

Después viajó a Alemania, para realizar estudios de medicina en Berlín, ciudad en cuyos círculos ácratas también se integró y donde conoció a su futura esposa Elise Kater. Representó a la FORA durante la formación de la anarcosindicalista Asociación Internacional de los Trabajadores en Berlín en 1922. Interrumpió sus estudios en 1926 para dirigirse a México a fin de colaborar con la Confederación General de Trabajadores (CGT).

De regreso en la Argentina, continuó con su militancia anarquista dirigiendo con otro español, Emilio López Arango, el periódico La Protesta, para la que tradujo la biografía de Bakunin de Max Nettlau, y colaboró con la Federación Obrera Regional, de carácter anarquista. Enfrentado desde el primer momento con el golpe de Estado del general José Félix Uriburu (6 de septiembre de 1930), fue condenado a muerte por intento de sedición y perseguido por la policía, pero logró escapar a Montevideo. Al proclamarse la República en España, en 1931, se dirigió nuevamente allí; pero tras una corta estadía regresó a la Argentina, donde vivió en la clandestinidad continuando su militancia y escribiendo algunos libros teórico-doctrinales, hasta que a finales de 1933 retornó a España afincándose en Barcelona.

En Barcelona se integró a la Federación Anarquista Ibérica (FAI). Animó el grupo anarquista Nervio en 1934, fue secretario del Comité Peninsular de la FAI en 1935, redactor de Solidaridad Obrera, dirigió Tierra y Libertad y fundó Tiempos Nuevos. Al estallar el golpe de estado de 1936 se hallaba en Barcelona, y en la noche del 18 al 19 de julio de 1936 se presentó con otros dirigentes ante Lluís Companys demandando la inmediata entrega de armas para los anarquistas; contribuyó a organizar el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña.

En agosto de 1936 encabezó una delegación de la FAI, organización que pretendía apoderarse de las reservas del Banco de España para consolidar la "revolución libertaria", que se reunió en Madrid con Giral y Azaña. Abad de Santillán exigió, en forma de ultimátum, el traslado inmediato de los depósitos de oro a Barcelona, demandas que fueron rechazadas. Semanas después, el presidente Companys avisaría al Gobierno de Largo Caballero de los planes de la FAI de asaltar el Banco de España, hecho que también se tuvo en cuenta a la hora de trasladar las reservas de Madrid a un lugar más seguro.[2]

Entre diciembre de 1936 y abril de 1937 fue miembro del gobierno catalán con el cargo de consejero de economía de la Generalidad de Cataluña.

Fue excepcionalmente crítico con el gobierno y la persona de Juan Negrín, denunciando continuamente los crímenes cometidos por las checas y el PCE. Como director de la revista Timón afirmó que «desde febrero a mayo de 1937 cayeron asesinados en Madrid y sus alrededores por (...) las checas organizadas por los rusos más de ochenta cenetistas. El 7 de enero de 1938 denunciaba Solidaridad Obrera de Barcelona que en Mora de Toledo habían sido asesinadas sesenta personas, hombres y mujeres que pertenecían a la CNT y que no habían cometido más delito que el de contestar a los comunistas y sus métodos de terror y de sangre.

Otra muestra es la siguiente:

En abril de 1938 se unió al Comité Nacional del Frente Popular Antifascista, surgido del pacto entre los sindicatos UGT y CNT.

A consecuencias de la derrota de la República, en 1939 regresó a la Argentina, donde vivió semiclandestinamente, fundó varias editoriales, escribió numerosos trabajos incluyendo análisis críticos del movimiento obrero y el peronismo, y editó la Gran Enciclopedia Argentina.

En 1977, tras la muerte del dictador Franco, regresó a España y residió en Barcelona. Fue acusado por los sectores de la ortodoxia anarquista en el exilio francés de participar en la reconstrucción de la CNT a las órdenes del ministro franquista Martín Villa. A su regreso a España renunció a la paga de jubilación como exconsejero de economía de la Generalidad de Cataluña en el periodo de la Guerra Civil. Falleció en la residencia de ancianos de los Hogares Mundet del barrio de Horta de Barcelona. Siguiendo su voluntad, sus cenizas se esparcieron por su localidad natal de nacimiento, Reyero.

Su hijo fue el director de cine y guionista Diego Santillán.

El aporte teórico de Diego Abad de Santillán durante los años veinte se ha centrado en la articulación entre el sindicalismo y las ideas anarquistas. Se distancia de la neutralidad e independencia de la organización sindical propugnada por Ángel Pestaña en España, como de la idealización del movimiento obrero malatestiana. Sostenía que el sindicato tenía que tener una definición ideológica, es decir, anarquista, sin dejar de reconocer a otros sindicatos de definición diferente. Inspirado en el programa de la Alianza de Bakunin, defendía el papel de una minoría consciente presente en los sindicatos, capaz de ser los primeros en las luchas, en la defensa de los intereses de la colectividad, a fin de arrastrar a los demás con su ejemplo y darle una orientación anarquista a los obreros.

En los años treinta se abocará a teorizar sobre la organización económica de la revolución, inspirado por el consejismo de Anton Pannekoek, entre otros. En parte, sus ideas pudieron ponerse en práctica durante el proceso de colectivización durante la Revolución Española y fueron formuladas en su obra El organismo económico de la revolución.[3]

Algunas de las obras destacadas de Abad de Santillán son:



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