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Accidente nuclear



Un accidente nuclear o incidente nuclear, dependiendo de la gravedad, se denomina a la emisión involuntaria y accidental de materiales radiactivos o un nivel de radiactividad susceptible de perjudicar la salud pública.[1]

Se califica de incidente o de accidente nuclear en función de su gravedad y de sus consecuencias sobre la población y el medio ambiente.

Los accidentes radiológicos pueden suceder en una central nuclear o fuera, es decir, en un establecimiento que lleva a cabo una actividad nuclear (hospitales, laboratorios de investigación...) o bien debido a la pérdida de una fuente radiactiva, o bien por diseminación involuntaria o voluntaria de sustancias radiactivas en el medio ambiente.

Para medir la gravedad de un acontecimiento, existe una escala internacional: escala INES.[2]

Los sucesos en las instalaciones nucleares españolas clasificados por encima del nivel 0 han sido en total 27. Los más graves fueron el ocurrido en la central nuclear de Vandellós el 19 de octubre de 1989 -catalogado con nivel 3 (sobre 7)- y tres años después el que ocurrió en la central nuclear de Trillo el 31 de enero de 1992 -catalogado con nivel 2-. El resto han sido clasificados con nivel 1.

A nivel internacional los sucesos más graves han sido el accidente de Chernóbil (Unión Soviética) en 1986 y el de Fukushima (Japón) en 2011; ambos con nivel 7 (el máximo).

Los principales accidentes nucleares de la historia han sido:[3]

Inmediatamente después de un suceso (incidente o accidente) en una central nuclear que supusiera un riesgo para la población, se anunciaría el comienzo y el fin de la alerta por sirena y por radio a la población.

Es el gobernador del lugar es el que decide las medidas de actuación que la situación necesita, de acuerdo a los planes de emergencia existentes.

En España, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias recomienda las siguientes pautas para la población:[7]

Son recomendaciones para todos los casos en los que se produzca una emergencia nuclear con independencia de que se trata de un incidente (sin emisión de radiactividad al exterior, pero con riesgo de emisión si el suceso se agrava) o un accidente (emisión de radiactividad al exterior o riesgo para las personas). Estas recomendaciones son:

Son aquellas acciones de protección que hay que adoptar de forma rápida y se conciben para ser aplicadas durante un periodo de tiempo corto. Tienen como finalidad reducir el riesgo de aparición de efectos deterministas o agudos entre la población. Las principales son:

Son medidas complementarias a las anteriores para aumentar la protección:

Son medidas de protección que se prolongarán más en el tiempo. Tienen por finalidad, en general, reducir el riesgo de efectos estocásticos o tardíos en la salud de la población expuesta y de efectos genéticos en las generaciones posteriores. Aunque son medidas de la fase final, durante la fase de emergencia se pueden tomar acciones o planificar actuaciones características de la fase de recuperación.

Entre estas medidas de larga duración, pueden darse las siguientes:

Fuente: Asociación Americana de Tiroides (American Thyroid Association)[8]

La mayoría de los accidentes nucleares liberan yodo radiactivo en la atmósfera el cual puede ser absorbido por el cuerpo. Cuando las glándulas tiroides captan demasiado yodo radiactivo, puede producirse cáncer de tiroides que se desarrollará varios años después de la exposición. Los bebés y los niños son los que tienen mayor riesgo. Este riesgo es menor para los individuos mayores de 40 años de edad.

El cáncer de tiroides parece ser el único cáncer cuya incidencia aumenta después de un escape nuclear. El yoduro de potasio protege solamente a la glándula tiroides, pero este es el órgano que corre más peligro frente al yodo radiactivo.

Los niños son los que tienen mayor riesgo frente a la exposición al yodo radiactivo. Además, debido al riesgo que corren los fetos que están en desarrollo, las mujeres embarazadas también deberían recibir yoduro de potasio frente al evento de un accidente nuclear. Los adultos tienen un riesgo menor, pero aun así pueden beneficiarse con el yoduro de potasio. Sumado al yoduro de potasio, debe darse prioridad a la evacuación y buscar un refugio, en una habitación sin ventilación con las ventanas y puertas cerradas.

El yoduro de potasio llena a las células tiroideas y evita que la glándula capte el yodo radiactivo durante aproximadamente 24 horas. Se debe tomar una dosis al día mientras se esté expuestos al yodo radiactivo hasta que el peligro se termine. El yoduro de potasio debe ser utilizado solamente bajo indicaciones de las autoridades de salud local. No todos los escapes radiactivos incluyen el yodo radiactivo que puede causar cáncer de tiroides. Por ejemplo, una bomba sucia no contiene yodo radiactivo porque tiene una vida media corta. Las autoridades de salud pueden determinar que tipo de isótopos radiactivos se han liberado durante un evento nuclear. Si se ha producido el escape de yodo radiactivo, las autoridades de salud indicarán cuando y cuanto tiempo se debe tomar el yoduro de potasio.

La FDA estadounidense recomienda las siguientes dosis en caso de accidente nuclear:

Las únicas personas que no deberían tomar yoduro de potasio son aquellas que han tenido reacciones alérgicas mayores al yodo. Los adultos mayores de 40 años no necesitan yoduro de potasio a menos que estén expuestos a niveles extremadamente elevados de yodo radiactivo.

Los pacientes con enfermedad tiroidea pueden tomar de manera segura las dosis recomendadas por la FDA. Si se toman por un tiempo suficientemente largo, el yoduro de potasio puede producir hipotiroidismo temporario (una glándula poco activa o funcionante). El término suficientemente largo es diferente para cada individuo. Un tratamiento prolongado puede ser un serio problema para los niños, estos niños deberán ser evaluados más adelante por un médico. Los pacientes con enfermedad graves (hipertiroidismo) o con nódulos tiroideos autónomos (funcionantes) también deben ser evaluados a posteriori.

La Asociación Americana de Tiroides (ATA) recomienda que la distribución de yoduro de potasio no debe limitarse al área cercana a la central nuclear, nadie puede predecir cuan lejos la radiación puede esparcirse. Después de Chernóbil, se encontraron tasas más elevadas que las esperadas de cáncer de tiroides más allá de los 300 km de la planta nuclear. Por lo tanto, nadie puede predecir que tan lejos de la planta nuclear debe distribuirse el yoduro de potasio para proteger a las personas que pudieron estar expuestas al yodo radiactivo. Como no existe una respuesta correcta, la Asociación Americana de Tiroides recomienda tres niveles de cobertura, determinado por la distancia de la planta nuclear:

En accidentes no se aplican los límites de dosis habituales en condiciones normales, sino que se fijan niveles de dosis de actuación que proporcionan un beneficio mayor que el perjuicio que causa cualquiera de las medidas de protección aplicables.

Así, si la dosis que podrían recibir las personas fuera superior a los 10 mSv en menos de 2 días se recomendaría la permanencia en edificios. Solo se evacuarían las personas si la dosis que se podría evitar al hacerlo fuera mayor de 50 mSv en una semana. Y la profilaxis con yodo solo está indicada si la dosis absorbida a la tiroides fuera mayor de 100 mGy.

La gravedad de los efectos aumenta en función de la dosis recibida, de la duración y también de la edad de la persona. En caso de accidente, el médico determina a partir de análisis médicos la dosis recibida.

En cada central nuclear, existe una probabilidad de que ocurra un accidente severo, ya sea por motivos técnicos o fallos humanos. Esa probabilidad puede calcularse.

Según una nota de la AIMPGN que cita un estudio oficial realizado en 1980 (“Estudio alemán del riesgo en centrales nucleares - Fase B”), en una central nuclear alemana la probabilidad de que se produzca una fusión del núcleo es de 2.9*10-5. Teniendo en cuenta que la vida útil prevista para una central nuclear como las estudiadas es de 40 años, y que en 2004 había 150 centrales nucleares activas en Europa, la probabilidad de que en Europa ocurriese una fusión del núcleo sería del 16%.[9]​ Este estudio indica que ya ocurrió un accidente de este tipo: Chernóbil. Al seguir un cálculo realizado según la distribución binomial, función de probabilidad que seguiría dicho suceso y con el que se realizaron los cálculos anteriores, la probabilidad de que ocurriera un accidente igual en Europa sería de un 0 0009 %.



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