El acueducto de Querétaro, es una monumental edificación actualmente de 74 arcos, que alcanzan una altura promedio de 28.5 m, y una longitud de 1,280 m. Este acueducto es símbolo de la Ciudad de Querétaro y uno de los más grandes de México.
Desde la segunda mitad del siglo XVII, cuando fue nombrada "Tercera Ciudad", la ciudad de Querétaro se había convertido en una de las poblaciones más prósperas y hermosas de la Nueva España, alcanzando en el siglo XVIII su mayor prosperidad y desarrollo urbano. Sin embargo, la ciudad carecía de un eficaz y saludable servicio de agua potable, pues los viejos canales y cañerías que surtían a la ciudad conducían aguas sucias y malsanas, contaminadas por los obrajes. Las monjas capuchinas, protegidas del marqués Juan Antonio, debieron exponerle sus quejas sobre la necesidad que tenían de agua limpia para sus menesteres, porque aunque Querétaro tenía sobrada agua del río, le faltaba pureza y claridad. Alejandro Ibarra hizo la mayor parte del diseño de la construcción.
Juan Antonio de Urrutia y Arana (El Marqués) comunicó su resolución al Ayuntamiento, cuyos ediles prometieron ayuda hasta de $25,000.00, que se proponían recaudar entre los vecinos. El marqués buscó en los alrededores de Querétaro la fuente que había de surtir el preciado líquido. Examinados diversos manantiales, encontró que el más adecuado, por estar su nivel a conveniente altura en relación con el de la ciudad, era el llamado Ojo de Agua del Capulín, por un árbol de ese nombre que ahí estaba, en el poblado de La Cañada. Al principio no era muy grande el caudal de agua que entonces rendía, siendo solamente de un surco; pero después, gracias a las obras que emprendió el Marqués, se aumentó la corriente a cuatro mil pajas, cantidad equivalente más o menos a treinta litros por segundo.
Un detenido estudio del terreno, realizado por el ingeniero Miguel Mendoza, hizo ver a Don Juan Antonio, que brotaban en aquel punto no menos de dieciocho veneros, entre grandes y pequeños, por lo que el marqués decidió construir una gran alberca o poza para captar en ella el agua que en conjunto producían, y de allí conducirla por canal hasta Querétaro. Esta, de forma muy irregular y, según don Heraclio Cabrera, “carente por completo de belleza arquitectónica”, a pesar de que el marqués adornó su frente principal con una estatua de San Antonio, dentro de un nicho, hoy inexistente. En el lado opuesto, se estableció la toma de agua. Una vez terminada la alberca, se construyó una barda alrededor de ella de bastante altura para protegerla y la llave de su última puerta de ingreso se entregó a uno de los regidores.
Del punto de la toma, arranca el canal de cal y canto, que en sí es obra notable, puesto que medía dos leguas de extensión y, como dice el padre Francisco Antonio Navarrete, en su Relación Peregrina: “unas veces camina por un lado, otras por el otro lado del camino, unas veces por lo empinado de las cuestas, otras por lo profundo de las quebradas; unas veces dejándose ver sobre los arcos, para pasar lo profundo de los barrancos; otras escondiéndose totalmente a la vista; unas veces corriendo de norte a sur, otras de oriente a poniente…” hasta llegar a donde empieza el acueducto propiamente dicho, que domina la ciudad, puesto que salva la extensa hondonada entre la loma occidental de La Cañada y la del convento de La Cruz. Fue precisamente para este convento que se hizo la arquería, para que el agua pudiera llegar por gravedad.
El 22 de octubre de 1735, llegó por fin el agua a caja de agua en la plazuela de La Cruz, de donde habría de distribuirse, tres años más tarde, a las fuentes públicas por diferentes rumbos de la ciudad. Esta caja es el fin y remate del acueducto, consiste en una plataforma que sirve de base a una pila, adosada a un muro de piedra de color rojizo sobre la que resalta la figura de un león de piedra de cuyas fauces brotaba el chorro que la abastecía. En la parte superior, el escudo real y coronaba la composición una imagen de Nuestra Señora del Pilar.
Se dio por terminada la obra el 17 de octubre de 1738. Su costo total ascendió a $125 000, de los cuáles, el marqués donó más de $88 000, suma que procedía del caudal de su esposa; lo demás se prorrateó entre los vecinos. Para celebrar dicho acontecimiento, se cantó una misa de gracias el 29 de octubre de 1738. Hubo además festejos que duraron no menos de quince días: desfile de carros alegóricos, comedias en el coliseo, paseo de indios, loas, bailes de la maroma, peleas de gallos, cohetes y fuegos artificiales y corridas de toros.
El acueducto está dividido en tres partes: canal inicial, arquería y canal final:
El canal inicial, va del llamado actualmente el Socavón, en el manantial de La Cañada hasta los arcos. Este tramo corre en dirección oriente a poniente, y pasa por todas las casas del lado sur de Hércules y está actualmente oculto en parte, bajo la carretera de Querétaro a Tequisquiapan Mide unos 5 km .
La arquería del acueducto, los arcos, la parte más famosa y conocida, mide 1300 m de longitud: 74 arcos corren de noreste a suroeste por 1259 metros y 1 arco más, el último, tuerce al oeste-noroeste por otros 41 metros, mismo que fue construido tiempo después por el Ingeniero Salvador Álvarez, dueño de la famosa fábrica de mosaicos de Querétaro. Corre el caño de 1.10 m de ancho promedio sobre los 75 arcos de cantería, cuya altura máxima es de 28.42 metros (sobre el nivel del terreno), sostenidos por pilastras de cantera rosa y mampostería, de base en cuadro, con más de 3 metros y medio por lado. Los pilares del acueducto, en el arranque de sus arcos, se escalan en ambos frentes, parecen enormes contrafuertes de la arquería, ya que esta es más angosta que los macizos que la sostienen, lo que le confiere al acueducto un aspecto de ligereza.
El canal final, desde la arquería continúa sobre un muro por unos 430 metros más hasta el convento de La Cruz. Es de mampostería y está oculto entre las bardas de las casa aledañas. Ya dentro del convento existe otro pequeño arco antes de los aljibes de almacenamiento. La fuente o pila del león, está otros 170 metros más adelante y es el punto final.
Para la mampostería, se usaron rocas volcánicas sin desbastar y en las aristas de las pilastras y arcos se montaron piezas de cantera rosa labrada que adornan la arquería; la cal provenía de caleras lejanas y las arenas son de origen volcánico, lo que explica la excelente condición que guarda hasta la fecha la mampostería del Acueducto. Para conformar los arcos, se sabe que recurrieron a cimbras de madera, y las cimbras se descansaron en la superficie del terreno. Para formar los arcos de piedra y sillería, fue preciso transportar planchas, maderas y vigas al valle para formar las cimbras necesarias para la fabricación de tan pesada y elevada máquina; así como el uso de tornos para subir los materiales, garruchas, maromas, lazos, reatas, lías de cuero, cubos, cajones y demás instrumentos.
A fines del siglo XIX, la llegada del ferrocarril a Querétaro, trazó sus vías por debajo de uno de sus últimos arcos. Pocos años después, se decidió cambiar el curso del tren y quitar las vías bajo el acueducto para evitar su deterioro por la vibración. En 1919, la muralla que conduce la acequia terminando la arquería hasta la fuente en el convento de la Cruz, fue perforada añadiendo el 75° arco para prolongar la Avenida de los Arcos.
En el siglo XX, el crecimiento de la ciudad envolvió al acueducto y en su eje, corre hoy la Calzada de los Arcos. La Avenida Bernardo Quintana, cruza debajo de los arcos 25, 26, 28 y 29; la excavación del paso vehicular subterráneo de los arcos 26 y 28 fue en la década de 1970. La Avenida 20 de Noviembre la cruza en los arcos 67 y 68. Hay retornos en los arcos 7, 44 y 54. El último arco, el que se desvía, cruza sobre la misma Calzada de los Arcos, la cual continúa y cambia de nombre a Zaragoza.
En febrero de 2015, se presenta el libro “Rescate Urbano y Patrimonial del Acueducto de Querétaro” donde se plasman las memorias y procesos históricos y contemporáneos que se han realizado para el desarrollo de la ciudad y sus vialidades, y a su vez preservar la integridad del Acueducto.
El acueducto se ha convertido en gran atractivo turístico y diariamente cientos de personas lo visitan y pueden fotografiar.
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