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Adolfo Francisco Scilingo



Adolfo Francisco Scilingo[1]​(Bahía Blanca, 28 de julio de 1946)[2]​ es un exmilitar argentino,[3]condenado como autor de delitos de lesa humanidad por actos que cometió durante su desempeño como oficial de marina de guerra durante la dictadura cívico-militar argentina autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», que gobernó entre 1976 y 1983.

Sus padres se llamaban Isabel Manzorro e Adolfo Armando Scilingo.[1]

Scilingo fue el primer oficial de la dictadura que admitió en público el terrorismo de Estado llevado a la práctica en Argentina, en una entrevista con el periodista Horacio Verbitsky.[4]

La confesión reveló la complicidad de la Iglesia católica, el silencio de las autoridades de la Armada en democracia y la especulación política del gobierno de la época, presidido por Carlos Menem.[5]

Tras la publicación de El vuelo, Hollywood quiso hacer una película, pero el periodista Horacio Verbitsky se negó a ceder los derechos si no había garantías de respeto a la tragedia argentina y a que el derecho de las víctimas no fuera supeditado a los necesidades de dramatización del guion.[6]

Confesó ante el juez español Baltasar Garzón haber participado en dos "vuelos de la muerte", durante los cuales a muchos prisioneros se los arrojaba al mar con la intención de hacerlos desaparecer.[7]

De acuerdo a Fernando Mas:[8]

Scilingo explicó el funcionamiento de la ESMA:

En abril de 2005, el marino fue enjuiciado en España por delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1977 y, tras haberse probado su responsabilidad en la muerte de treinta personas y una detención ilegal seguida de torturas, condenado a 640 años de prisión.

Ya en julio de 2007, al comprobarse su complicidad en otras 255 detenciones ilegales, el Tribunal Supremo español elevó la condena a 1084 años.

En 2020 fue beneficiado por un régimen de «reinserción» en la sociedad, que le permitió salir de prisión y colaborar en una parroquia de Madrid.[9]​ A Scilingo se le concedió un tercer grado penitenciario ―también conocido como «régimen Cenicienta»―, por el cual queda libre durante el día pero debe volver a la cárcel para dormir, salvo los fines de semana. Este recurso tiene distintos niveles, y el que se le otorgó al represor es más flexible: lo exime de volver por las noches a prisión y lo habilita a dormir en un CIS. Este beneficio suele ser la antesala de un pedido de libertad condicional, que sería el próximo movimiento que daría el ex marino y con el cual quedaría eximido de ir a un Centro de Reinserción.



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