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Afonso Henriques



Alfonso I de Portugal (en portugués: Afonso Henriques; Guimarães o Viseu,[a]25 de julio de 1109[b]​- Coímbra, 6 de diciembre de 1185),[3]​ fue el segundo conde del Condado Portucalense de la casa de Borgoña y el primer rey de Portugal.

Gracias a sus conquistas que, a lo largo de cuarenta años, sobrepasaron el doble del territorio legado por su padre, fue conocido como el Conquistador; también se le llamó el Fundador y el Grande. Los musulmanes, en señal de respeto, le llamaron Ibn-Arrik ("hijo de Enrique") o El-Bortukali («el portugués»).

Alfonso era hijo de Enrique de Borgoña, el primer conde de Portugal de la casa de Borgoña, y de Teresa, hija natural de Alfonso VI de León.[4]​ Aunque no se sabe con certeza dónde nació, la creencia popular lo hace oriundo de Guimarães, ciudad donde con toda probabilidad fuera criado y viviera hasta 1131, año en que se trasladó a Coímbra.[5]​ Otros historiadores sostienen, sin embargo, que el lugar de nacimiento del primer rey de Portugal fue la ciudad de Viseu donde su madre pasó largas temporadas en el año de su nacimiento según consta en documentos otorgados por la condesa Teresa.[1]

El 22 de mayo de 1112 murió su padre, el conde Enrique de Borgoña, en su señorío de la ciudad de Astorga.[6]​ Con apenas tres años de edad, Alfonso quedaba huérfano de padre y heredaba el condado,[1]​ mientras que su madre tomaba las riendas del gobierno durante la minoría de su hijo.[7]

Ya en 1120 Alfonso había tomado una posición política opuesta a la de su madre, quien por su relación sentimental con el conde Fernando Pérez de Traba, con quien tuvo descendencia, apoyaba al partido de los Traba[8]​. El arzobispo de Braga, Paio Mendes, uno de los más acérrimos opositores de la condesa Teresa, después de haber sido hecho preso y liberado posteriormente por influencia del papado, se exilió en el reino de León y se llevó al joven Alfonso quien el día de Pentecostés de 1125 «se hizo armar caballero por sus propias manos en la Catedral de Zamora».[9]

Restablecida la paz, Alfonso volvió a su condado. Mientras, unos incidentes provocaron la invasión del condado Portucalense por su primo Alfonso VII de León que, en 1127, asedió Guimarães donde se encontraba Alfonso Henriques.[11]​ Al prometerle lealtad, Alfonso VII desistió de conquistar la ciudad. En diciembre de ese año, «varios castillos al norte del Duero tomaron voz por el joven infante».[10]​ Unos meses más tarde, el 24 de junio de 1128, las tropas de Teresa de León se enfrentaron en la batalla de San Mamede con las de su hijo Alfonso que venció, consagrando su autoridad en el territorio.[12]

El canónigo del monasterio de Santa Cruz de Coímbra, «el más antiguo historiógrafo de la monarquía» describe esta batalla en los Anais de D. Afonso, Rei dos Portugueses:[13]

Después de esta batalla, ganada no solamente por sus méritos sino también gracias al apoyo de la nobleza y el clero, Alfonso prendió al conde Fernando Pérez de Traba y sus colaboradores, y también, según la tradición, a su madre. Sin embargo, poco después el conde gallego y Teresa se encontraban libres y en Galicia, según consta en la documentación.[14]​ Parece que hubo una reconciliación ya que Fernando Pérez de Traba cruzó más de una vez el Miño y su presencia se registra, por ejemplo, el 20 de julio de 1130 cuando confirmó una donación de Alfonso a la catedral de Braga y otra del mismo infante en septiembre del mismo año, así como a principios de 1131 cuando realizó una donación a la catedral de Coímbra en sufragio por el alma de su madre, Teresa de León, fallecida el 1 de noviembre de 1130.[15]

En 1131, mudó su corte a Coímbra, posiblemente para distanciarse e independizarse de la poderosa nobleza señorial norteña que se atribuía la victoria en la batalla de San Mamede.[16]​ Al mismo tiempo, como Coímbra estaba cerca de la frontera de los territorios ocupados por los musulmanes y constantemente atacada por ellos, Alfonso, una vez establecido ahí, reforzó las defensas de la ciudad y desde ahí, destruyó los centros militares de los enemigos en Santarén y en Lisboa.[17]​ Según el historiador José Mattoso:

Alfonso apoyó generosamente la fundación del Monasterio de Santa Cruz en Coímbra que eligió como panteón familiar. La iniciativa para la fundación de este nuevo cenobio fue del arcedinano Telo Odoáriz. Alfonso donó unas propiedades al lado de la muralla de la ciudad y financió su construcción que comenzó en junio de 1131, además de otorgarle posteriormente, varios privilegios y dominios que convirtieron a este establecimiento religioso en uno de los más ricos de Portugal.[19]

Después de una gran victoria en la batalla de Ourique que se libró el 25 de junio de 1139, fiesta litúrgica de Santiago, contra un potente contingente del Imperio almorávide,[20]​ Alfonso Henriques fue aclamado rey de Portugal por sus tropas. Se celebraron grandes fiestas en Coímbra el 15 de agosto de ese año y, una misa solemne por el obispo de la diócesis.[21]​ El primer diploma auténtico donde aparece con el título de rey data del 10 de abril de 1340 de julio de 1140[22]

Según la tradición, la independencia fue confirmada más tarde, en las cortes de Lamego, al recibir del arzobispo de Braga la corona de Portugal. Tras la victoria portuguesa en el torneo de Arcos de Valdevez en 1141, el reconocimiento por parte de Alfonso VII de León el emperador de la «dignidad regia» de Alfonso Henriques llegó en 1143 mediante el tratado de Zamora cuando ambos monarcas se reunieron el 4 y 5 de octubre en dicha ciudad con el legado papal, el cardenal Guido de Vico. El rey leonés, aparte de reconocer el título de rey, le entregó el señorío de Astorga «lo que significaba de su parte [de parte de Alfonso Henriques] que por la posesión de esa tenencia se consideraba su vasallo.»[20]​ En dos documentos de la chancillería del rey de León emitidos en esas fechas, se menciona la presencia de Alfonso Henriques con el título de rey.[24]

Consciente de la importancia de las fuerzas que amenazaban su poder, se concentró en negociar con la Santa Sede con un doble objetivo: conseguir la completa autonomía de la iglesia portuguesa y el reconocimiento del reino. Desde entonces, Alfonso I procuró consolidar la independencia. Realizó importantes donaciones a la iglesia y fundó diversos conventos. Intentó también conquistar terreno en el sur, poblado entonces por musulmanes, y conquistó Santarém y Lisboa en 1147 tras el sitio de Lisboa y la batalla de Sacavém.

Desde 1166 hasta 1168, Alfonso I se había apoderado de varias plazas pertenecientes a la Corona leonesa. Fernando II de León repobló por aquellos días a Ciudad Rodrigo, y Alfonso, sospechando que su yerno la fortificaba con el propósito de molestarle, envió contra aquella plaza un ejército mandado por su hijo, el infante heredero Sancho. Acudió Fernando II de León en auxilio de la plaza amenazada, y en un encuentro que tuvo con las tropas portuguesas las puso en completa derrota, haciendo gran número de prisioneros. Despechado Alfonso I, entró por Galicia, se apoderó de Tuy (Pontevedra) y de otros muchos castillos, y en el año 1169 acometió primero la plaza de Cáceres. Luego acometió contra Badajoz poseída por los sarracenos, pero que pertenecía, en caso de conquista según el tratado de Sahagún, a la monarquía de León. Esto no obstante, Alfonso, atacó la plaza y quiso hacerla suya. Lo había casi logrado, y los musulmanes habían sido encerrados en un extremo de la población, cuando Fernando se presentó con sus huestes.

Alfonso I, que conoció la imposibilidad de sostener la lucha, quiso huir a uña de caballo, pero al pasar la puerta pegó contra uno de los hierros que la guarnecían y se rompió un muslo, siendo por consecuencia capturado por Fernando. Esta campaña dio por resultado un tratado de paz entre ambos reyes, en virtud del cual Alfonso recobró la libertad, en cambio de devolver al leonés las plazas de Cáceres, Badajoz, Trujillo, Santa Cruz de la Sierra, Montánchez y Monfragüe que en sus dominios le usurpara.

En 1178, en vista de una invasión de Fernando II de León a Castilla, Alfonso I apoyó a Alfonso VIII de Castilla y envió en su auxilio a un ejército comandado por su heredero Sancho. La paz de 1180 entre Fernando II y Alfonso VIII evitó una nueva guerra.

El 23 de mayo de 1179 el papa Alejandro III, a través de la bula Manifestus Probatum, reconoció a Alfonso el título de rey y a Portugal como reino independiente y como vasallo de la Iglesia.[25]

El rey Alfonso Henriques falleció con 76 años de edad el 6 de diciembre de 1185 y fue enterrado en el monasterio de Santa Cruz en Coímbra que ayudó a fundar donde había sido sepultada anteriormente su esposa la reina Mafalda de Saboya. En julio de 1520, sus restos fueron trasladados desde el sencillo sepulcro original a otro más elaborado que fue mandado a labrar por su descendiente el rey Manuel I de Portugal.[3]

Contrajo matrimonio con Mafalda de Saboya, hija del conde Amadeo III de Saboya, en 1146 y ya en mayo de ese año se menciona el nombre de su esposa en las confirmaciones de documentos regios.[26]​ De este matrimonio nacieron los siguientes hijos:[27]

Antes de su matrimonio con Mafalda tuvo un hijo, el primer varón, de Chamoa Gómez, hija del noble gallego Gómez Núñez de Pombeiro y de Elvira Pérez de Traba, hermana de Fernando y de Bermudo Pérez de Traba:[37][38]

Con Elvira Gálter tuvo a:

También fue padre de:




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