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Agüeybaná



Agüeybaná fue el cacique taíno más importante de los que vivían en la isla de Puerto Rico antes de la llegada de Juan Ponce de León al mando de los colonos castellanos del Caribe.

Agüeybaná, cuyo nombre significa "el gran sol", vivió con su tribu en Guaynia (Guayanilla), en el sur de la Isla. Los demás caciques tenían que obedecer las órdenes de Agüeybaná, incluso él gobernaba las tribus de ellos.

Se dice que Agüeybaná, recibió a Juan Ponce de León y sus hombres con los brazos abiertos a su llegada en 1508. Esta narración, puede muy bien ser otro elemento de la Leyenda Negra promovida por Fray Bartolomé de las Casas, aunque dicho fraile vivió antes que existiera dicha leyenda. Pero, de ser cierta, y teniendo en cuenta las sublevaciones indígenas posteriores lideradas por este Cacique, se debe pensar en que fue una estrategia ante un enemigo que lo superaba en fuerza. De ninguna manera se debe seguir repitiendo que los aborígenes de Puerto Rico creían que los españoles eran dioses. Sabían muy bien que eran mortales y que morían como cualquier otro. Esto se demuestra por la constante comunicación desde La Española, isla que estuvo bajo el dominio español quince años antes de la invasión de Juan Ponce de León a Puerto Rico. Una lectura de las Cartas de relación de don Juan Ponce de León, y otros cronistas de América como Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo o Alonso de Ercilla, deja ver que los aborígenes nunca pensaron que los españoles era dioses.

De acuerdo a una vieja tradición de los taínos, Agüeybaná practicó el "Guatiao", un viejo ritual de esta sociedad, en la que él y Ponce de León se volverían amigos.

Ponce de León convirtió a la madre del cacique al Cristianismo y la bautizó como "Inés".

Las acciones del Cacique ayudaron a mantener la alianza entre taínos y españoles la cual, no obstante, fue muy corta. Desde España se organizó el sistema de "encomiendas" o "asignaciones" para el desarrollo agrícola en zonas donde no había nada sino selva. Para ello se precisaba fundir metales para construir herramientas, tan sencillas como clavos, martillos, palas y serruchos, que cortaren la madera para hacer el resto. La Leyenda Negra ha regado el mito de "la esclavitud de los taínos en las Minas de Oro", y que los taínos fueron forzados a trabajar como esclavos en las minas de oro de la isla y en la construcción de fuertes. Tal cosa no es cierta. Los Taínos tenían una estructura feudal de señores, los caciques, y vasallos. Las Ordenanzas de la Reina Isabel reconocían el 100 % de linajes y dignidades nobiliarias de los taínos. Los taínos vasallos, fueron ordenados por sus caciques a trabajar en las nuevas fincas, algo que ellos nunca habían visto antes, habiendo incluso caciques encomenderos. La necesidad de la "extracción de oro y plata" respondía a que en el s. XV todo el pago de toda transacción económica se hacía en metálico es decir, monedas contantes y sonantes, y no a crédito.

Las órdenes directas y específicas de la Reina Isabel y sus Ordenanzas, reconocían el 100 % de "dignidades y linajes" de los taínos, y el cacique se reconoció como un "príncipe de Castilla", motivo por el cual las coronas de cacique de los escudos municipales de Puerto Rico son corona de príncipe.

Si bien hubo una rebelión de Taínos, esta se calmó con la intervención negociadora de varios caciques, entre ellos la Princesa Juana, hija del Cacique Caguax. Un hecho que ayudó es que varios españoles ya se habían casado con cacicas y princesas. La Alianza permaneció contra las invasiones de los taínos caribes, y el mestizaje continuó hasta el s. XIX donde según el censo del Gob. José Dufresne en 1776 y el Gob. Ramón de Castro en 1802, los taínos eran el 75 % de la población, igual de modernizados que los aztecas, zapotecas, incas o aymaras del centro de Lima o Cd. de México están hoy. Durante el S. XVIII y la Cédula real de 1754 se constata que los taínos eran dueños de fincas, hatos y consorcios tanto como los blancos. La emigración de 900 000 personas de raza blanca a Puerto Rico desde el Caribe, Europa, Asia y Suramérica, no cambió el número de taínos en Puerto Rico aunque sí su proporción, aumentando aún más el mestizaje.



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