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Agencia Espacial Brasileña



1961, como Programa espacial brasileño, bajo control militar

La Agencia Espacial Brasileña (en portugués Agência Espacial Brasileira) conocida también por su sigla AEB, es la autoridad civil del Brasil que está a cargo del programa espacial del país. Ésta opera en el Centro de Lanzamiento de Alcántara y el Centro de Lanzamiento de Barrera del Infierno. La agencia ha puesto al Brasil en un lugar de relevancia en cuanto a tecnología espacial en Latinoamérica y lo ha convertido en un socio importante para la cooperación en la Estación Espacial Internacional.[1]

La agencia espacial brasileña es la sucesora del programa espacial brasileño, el cual se encontraba previamente bajo control militar. La transferencia al control civil se realizó el 10 de febrero de 1994.[cita requerida]

En 2003 la agencia sufrió un duro golpe que retrasó sus proyectos más importantes cuando la explosión de un cohete en la plataforma de lanzamiento mató a 21 ingenieros.

Brasil lanzó exitosamente su primer cohete al espacio el 02-Abr-1993 con el vuelo del cohete VS-40 PT-01 desde el Centro de Lanzamiento de Alcántara, lanzado en una misión suborbital con un apogeo de 950km, siguiéndole decenas de lanzamientos exitosos de las famílias VSB-30 y VSB-40, fabricados en el país y utilizados también en misiones para la ESA desde Noruega[2]​ y Suecia.[3][4][5][6]

El 30 de marzo de 2006 el astronauta de la AEB Marcos Pontes se convirtió en el primer brasileño y la primera persona de habla portuguesa en ir al espacio, permaneciendo una semana en la estación espacial internacional. Durante su viaje, Pontes llevó a cabo ocho experimentos seleccionados por la AEB. Marcos Pontes aterrizó en Kazajistán el 8 de abril de 2006 con la tripulación de la Expedición 12 (ISS).[7]

La agencia espacial brasileña ha buscado llevar a cabo una política de desarrollo compartido con otros programas espaciales más avanzados. Inicialmente dependió altamente de los Estados Unidos, pero al encontrar dificultades con la transferencia tecnológica, Brasil decidió diversificar y trabajar con otras naciones como Rusia, Ucrania, Israel, y China.

Desde 1961 hasta el año de 1994 los militares dirigieron la mayor parte de las actividades del programa espacial a través del Ministerio de Aeronáutica, el cual estaba a cargo del Comando de Tecnología Aeroespacial (CTA). El CTA, creado en 1950, se encargaba de la investigación y el desarrollo de los programas aeroespaciales de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB). En 1965, la FAB creó el Instituto de Actividades Espaciales (IAE), uno de las muchas instituciones de la CTA, para desarrollar cohetes. Desde la creación de la IAE se han probado más de 2000 cohetes.

En 1960 el presidente Jânio Quadros establece una comisión para la elaboración de un programa nacional de exploración espacial. El resultado fue la formación, en agosto de 1961, del Grupo de Organización de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (GOCNAE), con sede en São José dos Campos, en el estado de São Paulo.

En 1971, se estableció un comité cívico-militar denominado Comisión Brasileña de Actividades Espaciales (COABE), que fue puesta bajo el control del Consejo de Seguridad Nacional (CSN). COBAE estaba presidida por el estado mayor de las fuerzas armadas (EMFA) y se ocupaba de la Misión Espacial Completa Brasileña (MECB), creada en 1981 para coordinar el lanzamiento de vehículos, sitios de lanzamiento y la fabricación de satélites.

En un intento por construir un vehículo lanzador de satélites (VLS), Brasil ha desarrollado desde 1964 una serie de cohetes denominados Sonda I, II, III y IV. El lanzamiento de los primeros cohetes sonda se probó desde el Centro de Lanzamiento da Barrera del Infierno, cerca de la ciudad de Natal. El cohete Sonda IV fue probado exitosamente el 28 de abril de 1989. Lanzamientos posteriores se realizaron desde el centro de lanzamiento de Alcántara, (CLA) en Maranhão. El CLA fue establecido oficialmente el 21 de febrero de 1990 con un coste de 470 millones de dólares. Es el centro espacial más cercano a la línea ecuatorial (2,3 grados al sur del ecuador), lo que lo hace especialmente atractivo para lanzamiento de satélites geoestacionarios debido a que la cercanía al ecuador permite ahorrar hasta un 25% de propelente con respecto a un lanzamiento desde Cabo Cañaveral.

El 9 de febrero de 1993 se lanzó el Satélite de Recolección de Datos (SCD-1), completamente desarrollado en Brasil, para recoger datos sobre el medio ambiente. El SCD-1 es considerado algunas veces como el satélite “verde”, y lo usan las agencias del Instituto Nacional de Inestigación Espacial (INPE). Tanto el SCD-1 como el SCD-2, este último lanzado el 22 de octubre de 1998, se pusieron en órbita usando cohetes Pegasus de fabricación estadounidense.

El 6 de julio de 1988, Brasil firmó un acuerdo con China para el desarrollo conjunto entre el INPE y la Agencia Espacial China (AEC) de dos satélites para fotografiar la Tierra que serían lanzados usando cohetes Larga Marcha de fabricación china desde el Centro Espacial de Xichang. Los satélites de observación en alta resolución fueron denominados Satélite Chino-Brasileño de Recursos Terrestres (CBERS) y recogerían datos sobre el planeta que serían usados para la agricultura, la geología, hidrología y el medio ambiente. El acuerdo chino-brasileño no se activó hasta 1991 debido a que Brasil carecía de fondos. En octubre de 1991 y noviembre de 1994 Brasil y China firmaron unos acuerdos adicionales para la construcción de satélites por un valor de 150.000 millones de dólares. El CBERS-1 se programó para ser lanzado en mayo de 1997.

En un intento por colocar la MECB firmemente en manos civiles, el presidente de Brasil Itamar Franco firmó una ley el 10 de febrero de 1994, creando la Agencia Espacial Brasileña. La AEB remplazaba a COBAE, la cual actuaba principalmente como una cuerpo asesor y no tenía personal. La AEB, una agencia semiautónoma, tendría sus propias responsabilidades para la implementación de políticas. Estaría dirigida por civiles bajo el control directo del presidente. La AEB supervisaría a MECB, pero el Ministerio de Aeronáutica todavía estaría a cargo de la infraestructura de lanzamiento y el lanzamiento mismo de los vehículos, y el INPE continuaría dirigiendo el desarrollo de satélites.

La AEB se creó para desviar las críticas del gobierno de los Estados Unidos, el cual veía con recelo la participación de los militares de Brasil en el MECB.

Los lazos entre Brasil y los Estados Unidos se establecieron generalmente a través de los cuadros de cada gobierno. La NASA trabajó con el INPE, compartiendo datos, ayudando a desarrollar e implementar experimentos científicos y capacitando científicos y técnicos del instituto. De la misma manera, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos trabajó con el Ministerio de Aerónautica del Brasil y estableció un número de acuerdos para el intercambio de información con la CTA que cubría asuntos como el pronóstico del tiempo.

Brasil ya no depende sustancialmente de los EE. UU. en asuntos de tecnología espacial. En 1981 se conoció que el MECB preparaba un proyecto ambicioso de mil millones de dólares con el ánimo de obtener autosuficiencia en tecnología espacial. Para entonces, Brasil se había comprometido a lanzar sus propios satélites de fabricación doméstica (dos para el pronóstico del clima y dos para fotografiar el suelo terrestre) desde la base de Alcántara.

En intentos posteriores para disminuir su dependencia de Estados Unidos, en 1980 Brasil dio pasos para lograr la autosuficiencia en la producción de perclorato de amonio, un oxidante para combustibles sólidos. Además de sus proyectos domésticos de investigación y desarrollo, Brasil empezó a cooperar con Canadá, la Agencia Espacial Europea, Rusia, Francia y especialmente con China. Un proyecto satelital conjunto con China es el Satélite de Recursos Terrestres China-Brasil. Brasil también busca cooperar con otros países.

Desde mediados de los años 1980 hasta los años 1990, los legisladores de Estados Unidos mostraron preocupación con el MECB de Brasil debido a la posibilidad que existía de desviar la tecnología de lanzamiento de cohetes hacia programas balísticos militares. Aunque para 1997 Brasil todavía no había producido misiles balísticos, sus fuerzas militares habían dado alta prioridad al desarrollo de sistemas de misiles, uno de los cuales incluía el misil Piraña (MAA-1). El acople del programa de lanzamiento espacial de Brasil con la artillería de cohetes sugería que el país tenía el potencial de desarrollar misiles avanzados y aún misiles balísticos.

Desde 1987 a 1994 los Estados Unidos buscaron la forma de desarticular el proyecto balístico del Brasil mediante el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles (MTCR), creado en abril de 1987. Dado el avanzado estado del programa nuclear del Brasil, los EE. UU. estaban preocupados del potencial de Brasil de eventualmente ser capaz de transportar una cabeza nuclear en uno de sus misiles. Las restricciones impuestas desde entonces a Brasil paralizaron el proyecto del Vehículo Lanzador de Satélites así como también la investigación y el desarrollo de misiles balísticos y afectó a las relaciones en materia de seguridad entre los dos países, obligando a Brasil a estrechar lazos con China y con Rusia y varios países de Europa y Oriente Medio (Irak). En octubre de 1995, por ejemplo, Brasil ofreció a Rusia la base Alcántara para que lanzara sus cohetes.

En febrero de 1995, Brasil anunció que cumpliría con las exigencias del MTCR. Dicho cumplimiento incluía controles a la exportación de tecnología espacial y de misiles. El acomodamiento de Brasil con el MTCR coincidió con intentos de EE. UU. de volver a cooperar con las actividades espaciales de Brasil y marcar un nuevo comienzo en las relaciones espaciales.



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