Agostino Gallo

Agostino Gallo (Cadignano, antes del 14 de mayo de 1499 – Brescia, antes del 6 de septiembre de 1570) fue un agrónomo italiano, uno de los protagonistas de la agronomía de siglo XVI, fomentando renovación de los estudios agrarios tras los del español Gabriel Alonso de Herrera y del poeta italiano Luigi Alamanni.

Gallo publicó, en 1564, Le dieci giornate della vera agricoltura e piaceri della villa (Las diez jornadas de la verdadera agricultura y placeres de la villa). La obra conoce un inmediato éxito, que en el XVI italiano se traduce en la reimpresión abusiva por parte de los impresores venecianos, sin pagar al autor.

Para intentar paliar la falta de ingresos por las reproducciones no autorizadas el autor bresciano amplía, para republicar, la obra, que se convierte primero en las Trece jornadas. Su segunda edición lleva un apéndice de siete jornadas, que en una edición posterior son reestructuras como las Veinte jornadas en 1572.

El conocimiento agronómico de Gallo se funda sobre el de los grandes autores latinos, en primer lugar de Lucio Columella, el máximo agrónomo de la antigüedad, pero la agricultura que se expone en las páginas de la obra renacentista es radicalmente distinta de la del mundo latino, es la nueva agricultura de irrigación del Valle Padana, en la que el agua reemplaza la soberanía del cultivo trigo introduciendo rotación plantas forrajeras que permiten el desarrollo de la ganadería con la que se producen los quesos de la Padania. Es la agricultura en la que han conquistado su propio sitio, en los campos lombardos con nuevos cultivos como el maíz procedente de América, el arroz, cultivo árabe procedente de Andalucía, la morera destinada a la alimentación gusano de seda. Es una agricultura que explota extraordinarias potencialidades de las estribaciones piedemonte alpino.

Auténtico teórico de las nuevas plantas forrajera, Gallo propone el primer análisis racional de la tecnología láctea lombarda, la tecnología del queso Grana Padano, una tecnología única en el amplio panorama lácteo europeo de la época.

También son interesantes las páginas sobre la transformación de la uva en vino, en el cual Gallo atestigua la radical diferencia entre los vinos italianos y aquellos de Francia, donde se es ya se ha impuesto el gusto moderno del vino, tanto que, al igual que acuerda el autor bresciano, los caballeros franceses son incapaces de beber el vino lombardo, que es todavía el vino medieval, espeso, oscuro y turbio, con aromas perdidos por una fermentación demasiado prolongada. No menos significativas las páginas sobre la agricultura de la morera, en la que se basa la tecnología sericultora excepcionalmente avanzada en su época.

Empezada con Gallo, la agronomía europea del Renacimiento se completará con la obra maestra de la época, la obra del francés Olivier de Serres, que no cita nunca el autor italiano.^[1]​

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