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Ahmad bin Hanbal



Ahmad ibn Hanbal (أحمد بن حنبل en árabe) (Bagdad (Irak), 780 – Bagdad, 855) fue un destacado teólogo, sabio del hadiz y jurista musulmán, fundador de la Escuela Hanbalí de jurisprudencia suní, una de las cuatro escuelas legales ortodoxas del islam suní.

Comenzó a estudiar el Hadiz (tradiciones proféticas) a la edad de 15 años. Viajó extensamente para cultivarse con los grandes maestros de las ciencias islámicas e hizo cinco peregrinajes a La Meca. Su apellido es el epónimo de la escuela de jurisprudencia hanbalí, la más conservadora de las cuatro corrientes de ley islámica ortodoxas. Opuesto a la codificación de la ley, Ibn Hanbal creía que los juristas necesitaban la libertad de deducir soluciones legales a partir del Corán y la sunna.

Un erudito altamente influyente y activo durante su vida, Ibn Hanbal pasó a ser una de las figuras intelectuales más veneradas en la historia islámica, que tuvo una profunda influencia, afectando casi cada área de la perspectiva tradicionalista (de orientación literalista) dentro del islam suní.[1]​ Uno de los proponentes clásicos más notables de la idea de sustentarse en las fuentes escriturales como base de la ley y forma de vida islámicas, Ibn Hanbal recopiló además una de las colecciones suníes de hadices más importantes, el Musnad (el cual contiene entre 28 y 29 mil hadices), que continúa ejerciendo una considerable influencia en el campo de las ciencias del hadiz hasta la época actual. Se dice que Ibn Hanbal memorizaba un millón de Hadices.

Habiendo estudiado la fiqh (jurisprudencia) y el hadiz bajo la tutela de muchos maestros durante su juventud, Ibn Hanbal se hizo famoso al final de su vida por el papel crucial que jugó en la Mihna, la inquisición instituida por el califato abasí hacia el final del reino del califa Al-Mamún, en que el califa le dio el soporte oficial del estado al dogma mu'tazilita de que el Corán era creado, una perspectiva que contradecía a la doctrina ortodoxa de que el Corán era la Palabra de Dios es eterna y no-creada.[1]​ Ibn Hanbal fue perseguido y torturado durante el califato de Al-Mâ'mûn Ibn Hârûn Ar-Rashîd por negarse pues a reconocer que "el Corán era creado." Sin embargo se mantuvo firme durante las adversidades y fue un férreo luchador contra los pensamientos de la secta Mu'tazila. Fue la víctima más notable de las persecuciones y el que permaneció más firme entre todos los sabios de su época, lo cual sólo hizo creer su ya notable reputación.[1]

A lo largo de la historia islámica, Ibn Hanbal fue venerado como una figura ejemplar en todas las escuelas tradicionales de pensamiento suní, tanto por los exotéricos ulemas como por los místicos sufíes, estos últimos a menudo designándolo como santo en sus hagiografías. El maestro del hadiz del siglo XIV al-Dhahabi se refirió a Ibn Hanbal como "el verdadero Jeque del islam y un líder de los musulmanes de su tiempo, el maestro del hadiz y la Prueba de la Religión."

En la época moderna, el nombre de Ibn Hanbal se ha vuelto controvertido en algunos sectores del mundo islámico, debido a que el movimiento hanbalí de reforma conocido como wahabismo lo ha citado como una influencia principal junto con el reformador hanbalí del siglo XIII Ibn Taymiyya. Sin embargo, ciertos académicos han afirmado que las creencias de Ibn Hanbal de hecho no han jugado parte alguna en el establecimiento de las doctrinas centrales del wahabismo, pues habría evidencia de que las autoridades hanbalíes tenían preocupaciones doctrinales muy distintas de las de los wahabíes, rica como es la literatura hanbalí medieval en referencias a santos, visitas a tumbas, milagros y reliquias. A este respecto, los eruditos han citado el apoyo de Ibn Hanbal al uso de reliquias como uno de varios puntos importantes en que las opiniones del teólogo difieren de las del wahabismo.[2]



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