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Alegoría del carro alado



La alegoría del carro alado es utilizada por Platón, en su diálogo Fedro (sección 246a-254e), para explicar su visión del alma humana. En el diálogo, Platón usa al personaje de Sócrates en una discusión sobre el mérito del amor como "locura divina".

Platón ilustra su concepción acerca de la constitución conflictiva en el interior del alma humana.[1]​ Esta alegoría habla de un auriga que conduce un carro tirado por dos caballos alados: El conductor del carro conduce un par de caballos, uno de los cuales es blanco de casta noble, pero el otro es negro y todo lo contrario en raza y carácter. La conducción es difícil y problemática.[2][3]

Los dos caballos y el auriga representan:[4]

Estas son las tres almas: la apetitiva, la anímica y racional, irascible e inteligible o racional. El auriga representa la parte del alma que debe guiar al alma hacia la verdad, un caballo representa impulso racional o moral o la parte positiva de la naturaleza pasional (indignación justa, por ejemplo) mientras que el otro representa las pasiones irracionales del alma, apetitos o naturaleza concupiscente. El auriga dirige el carro/alma, tratando de impedir que los caballos vayan de maneras diferentes y procurando avanzar hacia la iluminación.[5][6]​ Platón asigna a cada alma una «virtud» que son: sophrosyne (templanza, propia del alma apetitiva), andreía (valor, valentía, propia del alma irascible) y sophía o phrónesis(sabiduría o prudencia, propia del alma inteligible).[4]





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