Alejandro IV de Macedonia (en griego Aλέξανδρος Aιγός; 323–309 a. C.) fue el segundo hijo de Alejandro Magno, que tuvo con su esposa Roxana, princesa de Bactria (después del ilegítimo Heracles, de su amante Barsine). Incluso antes de su nacimiento, ya fue causa de disensión entre el ejército macedonio a la muerte de su padre el 13 de junio de 323 a. C. Mientras los generales de Alejandro pensaban en proclamar como rey a Filipo Arrideo, hermano con discapacidad intelectual de Alejandro Magno, Pérdicas prefería esperar, con la esperanza de que Roxana diera a luz a un varón. Se llegó al acuerdo de que Pérdicas gobernaría como regente, y Filipo Arrideo reinaría pero no mandaría. Si Roxana traía al mundo un varón, este sería rey junto a su tío Filipo.
Alejandro IV nació en los últimos meses del año 323 a. C., o en los primeros del 322 a. C. Con el asesinato de Pérdicas en 321 o 320 a. C., el viejo Antípatro se convirtió en el nuevo regente. Este se llevó consigo a Macedonia a Roxana y a los dos reyes, y persistió en su pretensión de gobernar todo el imperio de Alejandro Magno, dejando el control de Egipto y Asia a los sátrapas que ocupaban estas provincias (ver: diádocos).
Con la muerte del regente en 319 a. C. apareció una nueva crisis en el Imperio: Antípatro había elegido como su sucesor a su lugarteniente Poliperconte, relegando a su hijo Casandro. Este se rebeló contra el elegido de su padre, con Eumenes de Cardia y Eurídice II, la esposa de Filipo Arrideo, como aliados. Pero Poliperconte contaba con no menos importantes aliados, como Antígono Monoftalmos, comandante supremo de las fuerzas macedonias en Asia, y Olimpia, madre de Alejandro Magno.
Cuando Casandro asumió en 317 a. C. el poder de Macedonia, Poliperconte fue forzado a huir al Peloponeso, dejando a Alejandro en manos de su abuela Olimpia que, para vengarse, hizo asesinar a Arrideo. Olimpia fue ejecutada poco después por orden de Casandro, que retuvo en su poder a Alejandro, encarcelado en Anfípolis bajo la supervisión de Glaucias.
En 311 a. C. se firma una paz general entre Casandro, Antígono, Ptolomeo y Lisímaco. El tratado de paz reconocía los derechos de Alejandro IV, según los cuales cuando llegara a la mayoría de edad sucedería a Casandro en el trono de Macedonia y probablemente de todo el Imperio.
Pero en 309 a. C. acabaría la corta vida del hijo de Alejandro Magno. Casandro ordenó a Glaucias que lo asesinara y la orden se cumplió con el envenenamiento de Alejandro IV y su madre Roxana. De esta forma Casandro eliminaba el único obstáculo que impedía su dominio total sobre Macedonia y a la vez terminaba con el último representante de la dinastía argéada.
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