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Alfonso García Ramos



Alfonso García-Ramos y Fernández del Castillo fue un periodista y escritor español nacido en Santa Cruz de Tenerife el 24 de febrero de 1930 y fallecido en San Cristóbal de La Laguna el 4 de marzo de 1980.[1]

Nació el 24 de febrero de 1930 en Santa Cruz de Tenerife pero se trasladó muy pronto a La Laguna, ciudad en la que desarrolló casi toda su vida académica. Estudió en el Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle), el bachillerato en la academia "Tomás de Iriarte" y los primeros cuatro años de la carrera de Derecho en la Universidad de La Laguna la cual finalizó en la Universidad Central de Madrid.[2]

En 1958, tras obtener el título de periodista en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid regresó a Tenerife y se incorporó al diario vespertino tinerfeño La Tarde, fundado por Víctor Zurita Soler. A este periódico estuvo vinculado durante casi toda su vida: fue redactor entre 1959 y 1970, subdirector entre 1970 y 1974, y finalmente, director entre 1974 y 1980.

Cuando en diciembre de 1963 se crea en la Universidad de La Laguna una Sección de la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, Alfonso García-Ramos se incorporó como profesor[3]​ y realizó una intensa labor, tanto docente como de gestión pues también ocupó los cargos de secretario,[4]​ subdirector y de director en funciones en los últimos años de la misma. De forma especial puede destacarse su actividad investigadora pues dirigió y estimuló un gran número de las tesinas de grado leídas en la Escuela, que permitieron rescatar parcelas fundamentales de la prensa histórica del archipiélago.[5]

Militó en el Partido Socialista Obrero Español desde los tiempos de la clandestinidad y —según recordaba Jerónimo Saavedra[6]​ se ocupaba en los primeros años 70 de la redacción de los artículos de Avance (que tomaba el nombre de la revista de los socialistas canarios de la II República), una publicación del aparato de propaganda del partido de la que se distribuía un millar de ejemplares multicopiados entre ambas provincias canarias.[7]​ Con la llegada de la democracia renunció a la militancia para no ver limitadas su libertad e independencia en su actividad como periodista, pero no renunció nunca a su ideario socialista. Alfonso García-Ramos fue consejero independiente del Cabildo Insular de Tenerife tras las elecciones celebradas en 1978, desempeñando una importante labor desde la presidencia de la Comisión de Educación y Cultura.

Perteneció al Ateneo de La Laguna desde 1960[8]​ y ocupó la presidencia del mismo en diferentes mandatos. En 1979, con motivo del LXXV aniversario de la fundación del centro fue nombrado Presidente de Honor del Ateneo de La Laguna.[5]

A título póstumo, recibió el nombramiento de Hijo Predilecto de la isla de Tenerife, y la Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil. Lleva su nombre una calle en Los Realejos (Realejo Bajo) y otra en el barrio lagunero de La Higuerita donde vivió sus últimos años. También lo lleva el Premio Internacional de Novela que instituyó el Cabildo Insular de Tenerife poco después de su muerte.[9]​ En el auditorio municipal de Los Silos se levanta un busto en su memoria.

Alfonso García-Ramos perteneció a esa generación de escritores, nacidos entre 1920 y 1930, que empiezan a escribir en los años 50 y cuya obra supuso una renovación de la narrativa canaria. Según Luis Alemany, a este grupo generacional pertenecerían también: Pedro Lezcano, Julio Tovar, Isaac de Vega, Ventura Doreste, Rafael Arozarena, Carlos Pinto Grote, y Enrique Lite.

Pero Alfonso García-Ramos es, a la vez, un nexo entre esta generación y el que José Domingo denominara “Grupo Universitario de La Laguna”, integrado por Gilberto Alemán, Violeta Alicia, Eliseo Izquierdo, Arturo Maccanti, Felipe Baeza, Fernando García-Ramos, Emilio Sánchez Ortiz y Elfidio Alonso.[11]

Desde su primera juventud se manifestó su temprana vocación literaria y siendo alumno de la universidad lagunera colaboró muy activamente con la tribuna del Ateneo, la Casa del estudiante y, de forma especial, con la revista universitaria Nosotros. De esa época es su primera narración corta, Romera, breve cuento de tema canario que fue publicado en 1952 en el volumen X de la antología Cuentos nuevos de Ediciones Rvmbos, junto con otros veintidós trabajos de jóvenes cuentistas. Años más tarde, en Madrid, se vinculó a diversos grupos literarios y teatrales, insumisos al régimen político, y participó en los Encuentros Poesía-Universidad y en la organización del Congreso de Estudiantes. En 1957 fue finalista del “Premio Benito Pérez Armas” con la novela sobre la emigración Las islas van mar afuera que quedó inédita. Esta trayectoria comenzó a consolidarse en 1959 cuando ganó el I premio para novela corta del concurso “Santo Tomás de Aquino” del Distrito Universitario de La Laguna con la novela Teneyda, cuya edición se agotó muy pronto. Sobre esta novela declaraba el autor, en una conferencia dentro del Ciclo sobre Narrativa Canaria, organizado en 1973 por la Universidad Internacional de Canarias "Pérez Galdós", en la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria:

Estas obras previas culminaron en 1971 con la publicación de la novela Guad con la que obtuvo el “Premio Benito Pérez Armas” de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife en 1970. Guad ha tenido varias ediciones y, sin duda, hay en ella recursos modernos y estéticos que la convierten en una gran novela.[13]Guad marcó el comienzo de la renovación de la narrativa canaria de posguerra. Esta novela tiene una estructura narrativa realista en el sentido de que la acción y los personajes de libro aparecen nítidamente dibujados sin ambigüedades ni secretos, si bien esa realidad, seleccionada trasciende la mera estampa costumbrista. La novela relata la vida de los obreros en las galería de agua de la isla, y alude a su relación con el mezquino entramado económico que manipula esa riqueza esencial.[14]​ Señala Domingo Pérez Minik que:

De esta novela ha dicho Gregorio Salvador Caja:

También José Domingo se ocupa de ella:

En 1979, casi una década después, Tristeza sobre un caballo blanco, la última novela de Alfonso García-Ramos ganó, con el voto unánime del jurado, el "Premio Agustín Espinosa" en su primera convocatoria. Esta obra no pudo verla publicada su autor, pues se editó de manera póstuma en el mes de octubre de 1980. Es una novela de fantasía realista en la que se unen lo mágico, lo real, lo autobiográfico y una preocupación muy honda por las islas, por la identidad canaria que define a través de una triple perspectiva: la fuerza de las raíces guanches, el mestizaje secular con la España peninsular y la emigración a Latinoamérica, a Venezuela en la novela.

En 1985 esta obra fue llevada a los escenarios por la compañía "Samborombon-Teatro", en una adaptación teatral realizada por Pascual Arroyo, con escenografía del pintor Gonzalo González y música de Alberto Delgado. Se representó por primera vez en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife.

Alfonso García-Ramos trabajaba en el libro Cuando la yerba era verde, “memorias líricas y mínimas” -como las denominaba su autor- cuando la enfermedad que padecía truncó su vida el 4 de marzo de 1980.

Las primeras incursiones en el periodismo de Alfonso García-Ramos se produjeron mientras estudiaba el bachillerato cuando, junto con varios compañeros, confeccionaba la revista Ecos del Iriarte, de periodicidad semanal. Pero es al llegar a la Universidad de La Laguna cuando tomó contacto con el periodismo juvenil, primero en la revista Arriba España y luego en Nosotros, promovidas por el SEU del Distrito Universitario.[19]

Ya en la Escuela oficial de Periodismo de Madrid, enviaba frecuentes colaboraciones a los periódicos El Día y La Tarde, trabajos en los que ya se manifestaba su preocupación por los temas sociales y políticos. También en estos años comenzó a colaborar con Radio Nacional. En 1958 regresó a Tenerife y se incorporó desde un principio a la redacción de La Tarde. A este periódico se mantuvo vinculado hasta el final de su vida, a excepción de los meses de abril a noviembre, de 1962 en que se hizo cargo de la dirección del Diario de Avisos, cuando éste todavía se editaba en Santa Cruz de La Palma. También fue colaborador habitual en la redacción de la Hoja del Lunes de Tenerife.

Su primera sección fija en La Tarde fue Quisicosas que firmaba con el seudónimo "Chantecler", el mismo que su abuelo paterno don Rosendo García-Ramos y Bretillard solía usar en sus colaboraciones en la prensa tinerfeña de su tiempo. En Quisicosas se publicó Un barco en la "badía", con el que obtuvo en 1961 el premio de periodismo "Leoncio Rodríguez". Entre 1964 y 1965 mantiene la doble columna De aquí para allá y un año después inicia Santa Cruz al día. Finalmente En hora que sostuvo hasta poco antes de comenzar Pico de águilas.[19]

Eliseo Izquierdo introduce su estudio y antología sobre esta columna con las siguientes palabras: "Entre marzo de 1974 y febrero de 1980, Alfonso García-Ramos publicó en el periódico La Tarde de Santa Cruz de Tenerife [...] cerca de mil cuatrocientos artículos bajo el rótulo Pico de águilas. El primero apareció días antes de que fuera confirmado en la dirección del vespertino tinerfeño, que venía desempeñando interinamente, y el último cuando sólo faltaba un mes para que se produjera su fallecimiento".

Pico de águilas coincide, pues, con una etapa muy importante de la vida española, que lo es también para el archipiélago canario. Son los años del tránsito del franquismo a la democracia, los de la recuperación progresiva de las libertades frente a las resistencias y los embates de quienes porfiaban por la perpetuación de la dictadura, los del paso de un Estado fuertemente centralista al Estado de las Autonomías".[19]

Si algo caracteriza a Pico de águilas es la contundencia y la convicción de sus comentarios, su estilo directo y cercano al pueblo, poco tendente a la utilización de un lenguaje excesivamente técnico que podría alejarle de la mayoría de la población y evitaría que el eco de sus palabras, o mejor dicho, las necesidades de Tenerife continuaran pasando desapercibidas.[2]



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