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Altea (Alicante)



Vista de la localidad.

Altea es un municipio español de la provincia de Alicante (Comunidad Valenciana) —y también la capital municipal— situado en la comarca de la Marina Baja, en la costa mediterránea de la bahía de Altea, al sur de Calpe y al norte de Alfaz del Pi. Contaba con 21 995 habitantes (INE 2018).

La villa de Altea forma parte del Douzelage, plan europeo de hermanamiento entre diversas ciudades de países integrantes de la Unión Europea.

Además, ostenta el título oficial de Capital Cultural de la Comunidad Valenciana.

En Altea se encuentra la facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández.

La marca automovilística SEAT tomó su nombre para unos de sus modelos, un monovolumen compacto de carácter deportivo.

El nombre de Altea podría provenir del griego Althaia, que significa “yo curo”, o bien de la palabra árabe aṭṭaláya (atalaya) que da lugar en valenciano a la palabra Talaia. Se han encontrado vestigios en el término de íberos, romanos y musulmanes.

Durante la última fase del dominio musulmán, Altea perteneció a la taifa de Denia. Fue conquistada en 1244 por Jaime I de Aragón obteniendo carta puebla en 1279, otorgada por el rey Pedro III de Aragón.

Se desarrolló un proyecto medieval de repoblación sin mucho éxito denominado Bellaguarda, tras varios despoblamientos a lo largo del siglo XIV y siglo XV el nuevo pueblo de Altea, ya en su asentamiento actual, obtendría una nueva carta puebla en 1617.

En 1705 desembarcó en la bahía de Altea la escuadra angloholandesa que apoyaba al Archiduque Carlos de Austria, encabezada por el general valenciano Juan Bautista Basset, en el marco de la guerra de Sucesión, lo que favoreció la toma posterior por los austracistas de Denia y de Valencia. Este hecho hizo que el Archiduque Carlos de Austria, otorgara el coronamiento del águila bicéfala del escudo de la villa, en señal de gratitud.

El siglo XVIII marcó un auge agrícola, pesquero, comercial y demográfico, acabándose el siglo con 5000 habitantes. Durante el siglo XIX la vida oficial y comercial se trasladó hacia el núcleo urbano próximo al mar.

La villa de Altea se encuentra en la costa mediterránea de la península ibérica, al norte de la comarca de la Marina Baja. Su término municipal limita, de sur a noreste y en sentido horario, con los municipios de: Alfaz del Pi y La Nucía, Callosa de Ensarriá, Jalón, Benisa y Calpe. Siendo los tres últimos, municipios pertenecientes a la comarca de la Marina Alta.

Altea mantiene contacto más estrecho con Alfaz del Pi, La Nucía y Callosa de Ensarriá, ya que en su parte norte está la Sierra de Bernia que sirve de barrera natural, así como de frontera entre las comarcas de la Marina Baja y Alta.

Por la parte norte del municipio, así como por su bahía pasa el Meridiano de Greenwich.

Poblaciones limítrofes:

El clima de Altea es un clima semiárido cálido y templado (Clasificación climática de Köppen: BSh), influido por el mediterráneo debido a que la brisa marina atempera la sensación de calor. El clima es árido, recibiendo 494 mm de lluvia media al año. Hay una diferencia de 73 mm de precipitación entre los meses más secos y los más húmedos. Altea disfruta de más de 3000 horas de sol al año y la temperatura media anual es de 18.3°C, siendo la variación en la temperatura anual alrededor de 15.3°C. A finales del mes de julio y buena parte del mes de agosto se produce el efecto llamado como "noche tropical" (mínimas superiores a 22°C).

Altea contaba con una población de 23.532 habitantes (INE 2008), de los cuales el 34,6% es de nacionalidad extranjera, principalmente procedente de otros países de la Unión Europea (5.543 censados, el 24,5% del censo) y de Iberoamérica.[4]

El principal sector económico del municipio es el turismo; gracias a él su población se ha visto multiplicada desde los años 60 del siglo pasado. Seguido por la construcción y, por último, la agricultura (níspero y naranja) y la pesca.

Las calles de la ciudad descienden suavemente hacia el mar. En ellas se destacan pequeñas casas encaladas. Esta característica del paisaje urbano ha hecho de Altea tanto un lugar de descanso vacacional, como de retiro para jubilados.

La ciudad posee dos puertos, uno pesquero y otro, deportivo, este último más conocido como Club Náutico de Altea. En las proximidades se encuentra el paseo marítimo, ampliado en la segunda década del siglo XXI, que se prolonga desde el puerto hasta el antiguo pueblo de pescadores, con multitud de tiendas, cafeterías, restaurantes con terrazas veraniegas y un concurrido mercadillo callejero, donde pueden adquirirse productos de artesanía.Se conservan restos de un castillo y la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo.

Ha sido calificada como una de las localidades más bonitas de la Costa Blanca.[7]

Entre los principales lugares de interés, cabe mencionar:

Altea cuenta con más de 6 km de costa en que se alternan zonas de acantilado y pequeñas calas con tramos de playa en terreno llano. Entre las que destacan:

En Altea, a lo largo de todo el año, cada partida o barrio alteano homenajea a su patrón.

En febrero, se celebran las fiestas de Mig Any «medio año» con el tradicional desfile y enfrentamiento de moros y cristianos en honor a San Blas, la ''Festa del porquet'' que se hace en la Plaza de la Iglesia el tercer sábado de ese mes y las del Cristo de la Salud en Altea la Vella.

En junio se realizan las fiestas en honor a la Santísima Trinidad en el barrio de Bellaguarda, la de Sant Antoni en la partida Cap Blanch y la de Sant Joan en el barrio del Fornet (Casco Antiguo), durante estas fiestas tiene lugar la famosa «Plantà de l'Arbret», que se remonta al siglo XVII, la parte más tradicional de esta antigua celebración que se relaciona con los ritos precristianos del solsticio de verano y la fertilidad.[12]​ Esta fiesta fue protegida como Bien de Relevancia Local por parte de la Generalidad Valenciana en 2018.[13]

En julio, tienen lugar la fiesta marinera en honor a San Pedro y a la Virgen del Carmen en el barrio pesquero, a la que continua San Jaime en Cap Blanch y la de Santa Ana en Altea la Vella.

Agosto empieza con la fiesta de San Roque, en la partida de l'horta, seguida por las fiestas de San Lorenzo, el segundo sábado de agosto, durante las cuales se reúnen más de cincuenta mil personas y culmina con un castillo de fuegos artificiales; el " Castell de l'Olla " declarado de bien turístico ya que se trata de uno de los pocos castillos de fuegos artificiales que se dispara íntegramente desde el mar y es, además, una referencia para los pirotécnicos. Las fiestas de Sant Isidre y de Sant Lluis también se desarrollan en el mismo mes.

En septiembre son las fiestas de Santo Tomás y, al finalizar el verano, el cuarto fin de semana de septiembre, tienen lugar las Fiestas Patronales en honor al Cristo del Sagrario acompañado de la fiesta de los moros y cristianos. Para terminar el año, en diciembre, se celebran las fiestas de santa Bárbara en la partida de Sogay y La Purísima en Altea la Vieja.

Durante años, Altea ha sido refugio de poetas, cantantes, pintores, escultores y ceramistas. Entre ellos, de artistas como el pintor Benjamín Palencia -quien pasó sus últimos años en la localidad-, el pintor donostiarra Rafael Ruiz Balerdi -que falleció víctima de un incendio en su casa de Altea-, Miguel Zaragoza, Oscar Carballo, Ramón de Soto, José Jardiel, Batiste San Roc, Just Cuadrado, Antonio Lago, Luis Frutos, Wulf "El Lobo" Braun, Patricia Heron, Javier Cebrián, Gaspar d´ Altea, Ignacio De Cárdenas, Ives Hernández, Alberto Romero, Eberhard Schlotter, Rafael Alberti, Vicente Blasco Ibáñez, los ceramistas Eugeni Mira y Pau Cámara, el escultor Juan Asensio, Gloria Van Aerssen (cantante de Vainica Doble), Laura del Sol, Marisol, Antonio Gades, Sergio Dalma o Josh Rouse, entre otros.-

Una de las leyendas que forman parte del imaginario popular de la Comunidad Valenciana, es la leyenda de la Cova del Frare. Según la leyenda, dos hermanos se disputaban el amor de una misma muchacha, y sus cuerpos ahogados aparecieron en las aguas y orilla de la Cova. Uno de ellos era conocido por «el Flare», por haber llevado hábitos en promesa materna, y por él, la toponimia de la cueva. Esta leyenda está recogida en diversas obras tales como el Diccionario de Altea y sus cosas, de Ramón Llorens Barber, o en los artículos publicados por el folklorista valenciano Francisco Martínez Martínez, como el titulado "Llegendes, Tradicions y Costums del Regne de Valencia", del año 1926.[14]

Otra de las leyendas tiene que ver con el monte del Mascarat, entre Altea y Calpe. Según la tradición local, se trataba de un bandolero cuya máscara dio nombre al lugar, aunque, según algunos historiadores, el término no viene sino de maka-as, palabra íbera que significa «piedra cortada». Según la leyenda, tan pronto vino como pareció irse el malhechor, encontrándose, al poco de su «marcha» y en la montaña en la que solía ejercer su oficio de delincuente, el cadáver de un hombre irreconocible por la lepra. Unos se aventuraron a decir que se trataba de «El Mascarat», a quien anteriormente ya habían querido identificar con un joven desaparecido del pueblo cercano, pero la versión más osada de la leyenda dice que no era otro que el propio Judas Iscariote. Sin dar crédito a la versión bíblica sobre la muerte del traidor, la leyenda da por vivo a Judas y lo conduce hasta el mismo Mascarat, aún carente de tal nombre, y en esta huida, buscando reposo en su intento de atravesar el barranco, se sentó en una piedra permaneciendo en la montaña hasta que, siglos después, se le encontró muerto con todos los indicios de haber sido el ladrón enmascarado.

Cuya leyenda cuenta que, hace mucho, mucho tiempo, vivía en Altea, una mujer anciana, andrajosa, y sucia, a la que se le conocía como Tía Miseria. Esta pobre mujer, subsistía únicamente con la limosna que los habitantes del pueblo le daban, y con los frutos de un Peral, el único Árbol que moraba junto a su cueva. Una noche, en la que una gran tormenta se había instalado en Altea, la anciana recibió una visita muy especial. Un vagabundo andrajoso que le pidió a la anciana refugio y un plato de Cocina. La tía miseria, quien estaba preparando un caldo con algo que había conseguido en el pueblo, accedió encantada. Tras una charla amena, quedaron dormidos. Al día siguiente, el vagabundo le confesó que era en realidad San Antonio, y que le concedería lo que quisiera por su buena obra. La mujer sorprendida, le dijo que no quería nada más de lo que tenía, aunque tras la insistencia de San Antonio, accedió a realizar su petición. Pidió que todo aquel que quisiera robar sus peras, quedase pegado al árbol, hasta que ella le dejase bajar, como escarmiento, y disuasión ante los ladrones.

Así fue como cada vez que subía un niño al árbol a robar las peras, se quedaba pegado. Tía Miseria les dejaba pegados unos días como escarmiento. Pasaron los años y Tía Miseria no pasó nunca más hambre. Hasta que un buen día llegó La Muerte a por ella. La vieja, muy astuta, pidió que se subiera al árbol para recoger unas cuantas peras que poder llevar con ella. La muerte, lo tomó como un último deseo, y al subirse al Árbol, quedó pegada. Tía Miseria no dejó que bajara, y así pasaron años y años sin que ella ni nadie en el pueblo muriera. Ni epidemias ni guerras lograban acabar con la población, algo que a los más ancianos de Altea, comenzó a molestar. Cansados de una vida larga decidieron armarse e ir a derribar el peral. No obstante, estos quedaron también pegados a modo de fruto.

Con un montón de peras humanas el árbol balanceaba de un lado a otro, pero no caía. Todos imploraban a la anciana que los dejara bajar. La mujer muy astuta nuevamente, dijo que solo bajaría a los allí presentes, si la muerte no venía a buscarla, hasta que ella la llamase por tres veces. La muerte accedió, y fue así como la miseria siguió anidando en este mundo, escondida en una cueva junto a su peral eterno.

Vista desde el puerto de Altea.

Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo.

Vista de la bahía de Altea desde el Mascarat.

Vista nocturna con escalera empedrada típica en Altea.

Vista desde la Torre de Bellaguarda.

Vista de la isla de Altea, en la zona de la Olla.

Vista desde el mirador de la plaza de la Iglesia.

Vista nocturna desde el mirador de la plaza de la Iglesia.

Vista aérea del Campus de la UMH.

Altea desde el mar.

Vista Altea 2017

Altea forma parte del Douzelage, el plan europeo de hermanamiento entre diversas ciudades de países integrantes de la Unión Europea por lo que está hermanada con:

Altea también tiene hermanamiento con:



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