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Amón



Amón (en antiguo egipcio, El Oculto; griego Ἄμμων Ámmōn, Ἅμμων Hámmōn) fue un dios egipcio celeste, dios de la creación. Fue atestiguado desde el Imperio Antiguo junto con su esposa y paredro o doble femenino Amonet. Durante el reinado de la XI dinastía (siglo xxi a. C.), se elevó a la posición de patrono de Tebas sustituyendo a Montu.[1]

Después de la expulsión de los invasores hicsos, durante el reinado del tebano Amosis I (siglo xvi a. C.), Amón adquirió importancia nacional, expresada en su fusión con el dios del Sol, Ra, como Amón-Ra o Amón-Re.

Durante el Imperio Nuevo de Egipto Amón-Ra conservó su estatus de dios principal en el panteón egipcio (excepto durante el periodo amarniense). Amón-Ra en este período (siglos xvi al xi a. C.) ocupaba la posición de divinidad trascendental,[2]​ creadora de sí misma por excelencia, era el dios de los pobres y de la piedad personal. Como dios celeste, era presentado como un hombre de piel azul.[3]​ Su posición como rey de los dioses se desarrolló hasta el punto de un virtual monoteísmo donde los otros dioses se convirtieron en manifestaciones de él. Junto con Osiris, Amón-Ra es el más ampliamente registrado de los dioses egipcios.[3]

Como la principal deidad del Imperio egipcio conquistador, Amón-Ra también llegó a ser adorado fuera de Egipto, de acuerdo con el testimonio de historiógrafos. Amón llegó a ser identificado con Zeus en Grecia o con Júpiter en Roma.

La historia de Amón como el dios patrón de Tebas comienza en el siglo XX a. C., con la construcción del recinto de Amón-Ra en Karnak durante el reinado de Sesostris I. Antes de la XI dinastía la ciudad de Tebas no parecía tener relevancia.

Los trabajos de construcción del recinto de Amón-Ra ocurrieron durante el reinado de la dinastía XVIII de Egipto cuando Tebas se convirtió en la capital del Egipto de nuevo unificado. La construcción de la sala hipóstila también puede haber comenzado durante la XVIII dinastía, aunque la mayoría de la construcción se llevó a cabo bajo los reinados de Seti I y de Ramsés II. Merenptah conmemoró sus victorias sobre los pueblos del mar en las paredes del recinto, lugar donde se iniciaba la ruta procesional hacia el templo de Lúxor. La Gran Inscripción (que ahora ha perdido cerca de un tercio de su contenido) muestra las campañas del rey y su eventual retorno con botín y prisioneros. Junto a esta inscripción está la Estela de la Victoria, que es en gran parte una copia de la más famosa Estela de Merenptah encontrada en el complejo funerario de Merenptah en la orilla oeste del Nilo en Tebas.[4]​ El hijo de Merenptah, Seti II añadió dos obeliscos pequeños delante del segundo pilono y un triple relicario al norte de la avenida procesional en la misma zona. Este estaba construido de piedra arenisca, con una capilla a Amón flanqueada por los templos de su esposa Mut y su hijo Jonsu, formando así la Tríada tebana.

El último cambio importante en el recinto de Amón-Ra fue la adición del primer pilono y las masivas paredes de un perímetro que rodearon todo el recinto, ambos construidos por Nectanebo I.

Cuando el ejército del fundador de la dinastía XVIII de Egipto expulsó a los gobernantes hicsos de Egipto, Tebas se convirtió en la ciudad más importante de Egipto, la capital de la nueva dinastía. La deidad local de Tebas, Amón, por lo tanto, se hizo importante a nivel nacional. Los faraones de esa nueva dinastía atribuyeron todas sus campañas exitosas a Amón, y prodigaron gran parte de su riqueza en la construcción de templos y capillas dedicados a Amón.[5]

La victoria lograda por los faraones que adoraban a Amón contra los «gobernantes extranjeros», lo llevó a ser visto como el dios de los menos afortunados, manteniendo los derechos de justicia para los pobres.[3]​ Ayudando a los que viajaban en su nombre, se convirtió también en el Protector del camino. Amón mantenía los principios de Maat (verdad, justicia y bondad);[3]​ los que querían adorar a Amón primero tenían que mostrar que eran dignos de estar en su presencia y de decirle sus pecados.

Posteriormente, cuando Egipto conquistó Kush, los egipcios identificaron a la principal deidad de los kushitas como Amón. Esta deidad estaba representada con una cabeza de carnero, más específicamente un carnero lanudo con cuernos curvos. Amón se asoció así con el carnero. Una deidad solar en forma de carnero se puede remontar a la cultura de Kerma en Nubia, contemporánea del Imperio Antiguo de Egipto. Puesto que los carneros eran considerados un símbolo de virilidad, Amón también se convirtió en un dios de la fertilidad, y así comenzó a absorber la identidad de Min, convirtiéndose en Amón-Min. Esta asociación con la virilidad llevó a Amón-Min a ganar el epíteto de Kamutef, que significa Toro de su madre;[7]​ en algunos templos de Karnak, Amón fue representado con un falo, en ocasiones también con un flagelo, tal como Min era representado.

A medida que el culto de Amón crecía en importancia, Amón se identificó con la deidad principal que era adorada en otras áreas durante ese período, el dios del sol Ra. Esta identificación condujo a otra fusión de identidades, con Amón convertido en Amón-Ra. En el Himno a Amón-Ra se le describe como:

Durante la última parte de la dinastía XVIII de Egipto, el faraón Akenatón (también conocido como Amenhotep IV) disgustado por el gran poder que habían adquirido los sacerdotes de Amón comenzó el culto a Atón, una deidad cuyo poder se manifestaba en el disco solar, literal y simbólicamente. Akenatón ordenó desfigurar los símbolos de muchas de las viejas deidades, y basó sus prácticas religiosas en el único dios Atón. Trasladó su capital lejos de Tebas, pero este cambio abrupto fue muy impopular entre los sacerdotes de Amón, que ahora se encontraban sin poder. La religión egipcia estaba inexorablemente ligada a la dirección del país, siendo el faraón el líder de ambos. El faraón era el sacerdote más alto del templo de la capital, y los sacerdotes del templo de Amón en Tebas eran importantes asesores del faraón, muchos de los cuales eran administradores de la burocracia que dirigía el país.

La introducción del atonismo bajo Akenatón constituyó la primera religión monoteísta en la historia y representó un enfrentamiento directo con los sacerdotes de Amón. El Himno de Amón era muy parecido al Himno de Atón:

Cuando Akenatón murió, los sacerdotes amonianos recuperaron otra vez el poder. El nombre de Akenatón fue borrado de los registros egipcios, todos sus cambios religiosos y gubernamentales fueron suprimidos, y la capital fue devuelta a Tebas. El regreso a la capital anterior y su dios patrón se llevó a cabo tan rápidamente que parecía como si este culto monoteísta y sus reformas gubernamentales nunca hubieran existido. La adoración de Atón cesó y la adoración de Amón-Ra fue restaurada. Los sacerdotes de Amón incluso persuadieron al joven hijo de Akenatón, Tutankatón, cuyo nombre significaba «la imagen viva de Atón» a cambiárselo y pasar a llamarse Tutankamón, «la imagen viva de Amón».

Aunque no se consideraba una dinastía, los sumos sacerdotes de Amón en Tebas eran, sin embargo, de tal poder e influencia que fueron efectivamente los gobernantes de Egipto desde el 1080 a. C. al 943 a. C. En el momento en que Herihor fue proclamado como el primer sumo sacerdote gobernante de Amón en 1080 a.C (en el año 19 del reinado de Ramsés XI) el sacerdocio de Amón ejerció un poder efectivo sobre la economía de Egipto. Los sacerdotes de Amón poseían dos tercios de todas las tierras en Egipto y el 90% de sus barcos y muchos otros recursos. En consecuencia, los sacerdotes de Amón eran tan poderosos como el faraón, si no más. Uno de los hijos del sumo sacerdote Pinedjem eventualmente asumiría el trono y gobernaría Egipto durante casi la mitad de una década bajo el nombre de faraón Psusenes I, mientras que otro sumo sacerdote de Tebas tomaría el trono como faraón Psusenes II (el gobernante final de la XXI dinastía).

Durante el siglo x a. C., el abrumador dominio de Amón sobre todo Egipto empezó gradualmente a declinar. En Tebas, sin embargo, su adoración continuó inabarcable, especialmente bajo la dinastía XXV de Egipto, de origen nubio y que hizo que los nubios llegaran a considerar a Amón como dios nacional. El templo de Amón en Gebel Barkal, fundado durante el Imperio Nuevo, llegó a ser el gran centro religioso del Reino de Kush. La estela de la victoria de Piye en Gebel Barkal (siglo viii a. C.) distingue ahora entre un Amón de Napata y un Amón de Tebas. Tanutamón o Tanutamani (murió en 653 a. C.), el último faraón de la XXV dinastía, aún llevaba un nombre teofórico que se refería a Amón en la forma nubia de Amani.




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