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Ambystoma mexicanum



El ajolote (Ambystoma mexicanum) del náhuatl āxōlōtlā» -atl- ‘agua’, «xōlōtl» ‘animal’: "animal de agua") es una especie de anfibio caudado de la familia Ambystomatidae. Es endémico del sistema lacustre de la Cuenca de México y ha tenido una gran influencia en la cultura mexicana. Se encuentra en peligro crítico de extinción por la pérdida de hábitat, introducción de peces exóticos, sobreexplotación, contaminación y su consumo como alimento.[3]​ Es una especie neoténica, es decir, puede alcanzar la madurez sexual reteniendo sus característica larvarias, y al contrario que la mayoría de anfibios no pasa por un proceso de metamorfosis.[4][1]

Los ajolotes se clasifican dentro de la familia de los ambistomátidos. Antiguamente se los denominó Siredom mexicanum, pero en la actualidad pertenecen al género Ambystoma. También en un principio se le confundió como ejemplares larvas de la salamandra tigre (Ambystoma tigrinum) que no habían experimentado la metamorfosis. Sin embargo, hoy se les reconoce como especies distintas.[5]

Mide alrededor de 15 cm de longitud total, siendo raros los ejemplares que miden más de 30 cm. El ajolote tiene la apariencia de un renacuajo gigante con patas y cola. Se caracteriza por tener tres pares de branquias, las cuales salen desde la base de su cabeza y van hacia atrás, ojos pequeños, piel lisa y patas cuyos dedos son finos y puntiagudos, pero que no desarrollan uñas. La coloración del ajolote es muy variable: en estado silvestre, la mayoría son de color café oscuro con el dorso negro, el vientre más claro, y manchas oscuras débiles y poco visibles en flancos y dorso. Sin embargo, también pueden presentar patrones de coloración diferentes, especialmente en cautiverio: gris, café, verde pardo, rosado, anaranjado e incluso blanco con ojos negros, albino dorado, albino blanco o casi negro.

El ajolote es endémico del Valle de México —más concretamente del sistema de canales de Xochimilco, en la Ciudad de México—. Antes de que sus poblaciones se vieran fuertemente disminuidas habitaba todo el complejo lagunar del valle, incluyendo los lagos de Texcoco y Chalco, también se encuentran distribuidos por Tlaxcala, en el municipio de el Carmen Tequexquitla.

Su hábitat son lagos o canales de aguas poco profundas con mucha vegetación acuática. Es una especie completamente acuática.[6]

Su dieta es muy variada y en vida libre incluye pequeños peces, alevines y acociles (Cambarellus spp.). En cautiverio, se les alimenta comúnmente con gusanos tubifex, lombrices de tierra, tenebrios, gusanos y pequeños trozos de carne cruda de pavo, pollo o res.

El ajolote se encuentra en la categoría de peligro crítico de extinción respecto a su estado de conservación actual según la lista roja de la UICN. Sus poblaciones en libertad son muy pequeñas, y la principal causa de su reducción en años recientes es la grave degradación que ha sufrido su hábitat natural, principalmente a través de la contaminación de las aguas, pero también por la introducción de especies de peces que compiten o depredan al ajolote. Otras causas de su grave estado de conservación incluyen la sobreexplotación y captura como alimento, por sus supuestos usos medicinales (no constatados) y para el comercio de mascotas, y la quitridiomicosis[1]​ ligada a reducciones de las poblaciones de anfibios a nivel mundial.

Las acciones de conservación se centran en la mejora del lago de Xochimilco, por un lado a través de la educación para la conservación del medio y por otro a través de incentivar el turismo ecológico y la puesta en marcha de trabajos de restauración del hábitat y la biorremediación.[1]

Además, hay varias colonias de ajolotes mantenidas en cautiverio en todo el mundo, ya que la especie es utilizada en la investigación biomédica y fisiológica, así como en el comercio de mascotas. Algunas de estas colonias, como la mantenida en el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas Cuemanco (CIBAC), de la Universidad Autónoma Metropolitana, tienen entre sus objetivos conservar la diversidad genética de la especie. Sin embargo, de momento la reintroducción no se recomienda, ya que primero hay que mitigar las amenazas en su medio natural, y las enfermedades y los riesgos genéticos de las poblaciones silvestres y cautivas deben ser evaluadas.[1]

Parte de las poblaciones de ajolote mexicano se encuentra protegidas dentro del Parque Ecológico de Xochimilco, que dentro de su plan de rescate incluye un proyecto para la conservación del ajolote. De manera complementaria, por iniciativa del Darwin Initiative Project del gobierno del Reino Unido, y con base en talleres técnicos en los que participaron diversos sectores de la sociedad, se elaboró un Plan de Acción Nacional para el Manejo y la Conservación del Ajolote en Xochimilco.[7]

El mantenimiento en cautiverio del ajolote, generalmente, se hace en acuarios y requiere condiciones agua, pH, filtración, temperatura, luz y alimentación que satisfagan sus necesidades al emular las que se encuentran en su medio natural. Dado que el ajolote está protegido por la NOM-059-SEMARNAT-2010[8]​ en México, se deben tramitar permisos para mantener a esta especie como mascota.[9]

Se enviaron de la Ciudad de México al Jardin des Plantes de París, en 1863, seis ajolotes incluyendo un espécimen leucístico. No consciente de la neotenia de esta especie, Auguste Duméril se sorprendió cuando, en lugar de los ajolotes, encontró en el vivero una especie "nueva", similar a las salamandras del género Ambystoma. Este descubrimiento fue el punto de inicio de la investigación sobre la neotenia. No se sabe a ciencia cierta si en el cargamento no se incluyeron especímenes de Ambystoma velasci.[cita requerida]

Vilem Laufberger, en Alemania, utilizó inyecciones de hormona tiroidea para inducir a un ajolote a desarrollarse como una salamandra terrestre. El experimento fue realizado también por el inglés Julian Huxley, que no conocía los resultados de Laufberger, utilizando tiroides molidas. Desde entonces, los experimento se llevan a cabo con inyecciones de iodo u hormonas tiroideas para inducir la metamorfosis.

Hoy en día, el ajolote aún se utiliza en la investigación como un organismo modelo y se cría en grandes números en cautiverio. Son particularmente fáciles de reproducir, a diferencia de otras salamandras de la familia, que casi nunca se mantienen en cautiverio debido a las necesidades que implica su vida terrestre. Una característica atractiva de los ajolotes para la investigación es el gran tamaño y facilidad de manipulación de los embriones, que permiten ver el desarrollo completo de un vertebrado en el huevo.

Los ajolotes se utilizan en estudios sobre defectos cardíacos debido a la presencia de un gen mutante que causa falla cardíaca en los embriones. Ya que los embriones sobreviven casi a término a pesar de la carencia de función del corazón, el defecto se puede observar con facilidad. El ajolote también se considera un modelo animal ideal para el estudio del cierre del tubo neural, esto debido a las similitudes en la formación del tubo y placa neural entre humanos y ajolotes, en los que, a diferencia de las ranas, no se encuentran escondidos debajo de una capa de epitelio.[10]​ También hay mutaciones que afectan otros órganos, algunas bien caracterizadas y otras no tanto.[11]​ La genética de las variaciones de color en los ajolotes también ha sido objeto de estudio.[12]

La característica de estos anfibios que más atrae la atención para la investigación en medicina es su capacidad de regeneración: el ajolote no forma cicatrices, sino que es capaz de regenerar apéndices completos en cuestión de meses y, en ciertas condiciones, inclusive estructuras vitales, como partes del cerebro. También pueden aceptar fácilmente trasplantes de otros individuos, incluyendo los ojos y partes del cerebro, restaurando la funcionalidad total de los mismos. En algunos casos, se ha visto ajolotes que reparan una extremidad dañada y generan una adicional, terminando con un apéndice extra que los hace atractivos para el comercio de mascotas. En individuos metamorfoseados a su forma terrestre, sin embargo, la capacidad de regeneración se ve disminuida considerablemente. El ajolote es, así, utilizado como modelo para el desarrollo de extremidades en vertebrados.[13]

El ajolote ha estado en la vida de los mexicanos desde la época de los aztecas. Según la mitología azteca, el ajolote (del náhuatl: atl ‘agua’ y xolotl ‘monstruo’; monstruo acuático), está relacionado al dios Xólotl, hermano de Quetzalcóatl. Xólotl se encuentra asociado a la idea del movimiento y de la vida, de acuerdo con la leyenda del Quinto Sol.[cita requerida]

Por otra parte, Fray Bernardino de Sahagún recoge la leyenda en la que Xólotl rehusaba la muerte, tratando de esconderse en las milpas y convirtiéndose en una planta de maíz de dos cañas o ajolote (xolotl). Sin embargo, fue descubierto por los demás dioses y continuó su huida, ahora escondiéndose en un magueyal y tomando la forma de una penca doble o mejolote (de metl, maguey y xolotl). Finalmente, en su última huida, se introdujo al agua, donde se transformó en un pez llamado axolotl, que fue su última metamorfosis. Así Xólotl, el dios que le tiene miedo a la muerte y que no pudo escapar de ella, pasó a la historia por sus poderes de transformación.[cita requerida]

La historia del ajolote se remonta a los aztecas, pues está documentado en varios códices, como en el Florentino. En la literatura científica apareció en 1615 en un libro de historia natural, y más tarde se hicieron numerosas publicaciones sobre este animal, hasta que doscientos años después recibió un nombre científico.[cita requerida]

Por otro lado Alexander von Humboldt, impresionado por este animal, tomó dos ejemplares de México y los llevó a París para que Georges Cuvier los estudiara. Fiel a la lógica de la anatomía comparada, él lo clasificó como un perennibranquio.[cita requerida] De aquí en adelante solo hay registros en 1863: durante la intervención francesa, se enviaron varios ajolotes a París, donde se reprodujeron y sus crías sufrieron lo que a los estudiosos franceses pareció una extraña metamorfosis.[cita requerida]

Esta especie ha estado muy presente en la cultura mexicana desde los mexicas hasta el presente, pues el ajolote fue alimento y se ha utilizado en medicina tradicional para aliviar enfermedades, aunque los efectos del tratamiento no están demostrados científicamente.

Debido a su utilidad como especie modelo en el laboratorio y su popularidad como mascota, desde 1989 se establecieron granjas de reproducción a nivel internacional en Canadá, Holanda, Japón, Corea del Sur, EE. UU., Suecia e Inglaterra. Estas también existen en la Ciudad de México, para proveer al mercado nacional e internacional.[9]

También ha aparecido en la literatura contemporánea: en el cuento Axolotl de Julio Cortázar (en su compendio Final del Juego), y en Dune, de Frank Herbert.

Otra aparición conocida de este animal es en la conocida franquicia Pokémon, como los pokémon tipo agua/tierra Wooper[14]​, su evolución Quagsire y Mudkip[15]​, junto con sus evoluciones Marshtomp y Swampert.

Así como su integración a la futura actualización del videojuego Minecraft 1.17, pudiendo tener jugabilidad con ellos y tenerlos de mascotas, de esta forma se intenta concientizar a los jugadores que la especie se encuentra en peligro de extinción. Su primera aparición en el juego se agregó desde la snapshot de Minecraft 20w51a oficialmente.[16]



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