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Anáfora (liturgia)



En las liturgias orientales, se llama anáfora al formulario empleado por la celebración eucarística, que comprende necesariamente el diálogo de introducción, como una acción de gracias. Los significados de este vocablo de origen griego («acción de elevar») han sido de oblación, de súplica y de invocación.

Casi todos los ritos disponen de diversas anáforas. Estas por lo normal llevan el nombre de un apóstol o de un santo, al que se atribuyen.

En la liturgia de Siria occidental, en la de los monofisitas, en la de los maronitas de Constantinopla y en la bizantina en general, se empleó para expesar la parte central de la misma.

Sus sinónimos son prosphora, thysia, prosagoge, proskomide.

Entre los coptos significa toda la misa; pero ordianariamente da nombre sólo a lo que va desde el diálogo del prefacio hasta el fin. El uso de la designación de esta parte de la misa, que es esencialmente la misa misma, reemplazó al primitivo nombre de eucharistia, al afirmarse más claramente la ide de sacrificio.

En la Iglesia latina el contenido de la anáfora tomó el nombre de canon.

Los liturgistas han recogido más de cien anáforas de la Iglesia oriental, en tanto que de la occidental solo se han recogido fragmentos de del canon galicano, de uno mozárabe y tal vez el ambrosiano.

Anáfora significa asimismo en la liturgia griega las oblaciones, en particular el pan fermentado destinado al sacrificio. Además significa también el velo que cubre la oblación.




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