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Anacarsis



Anacarsis (en griego, Ἀνάχαρσις) fue un filósofo escita que vivió en el siglo VI a. C.

Es muy poco lo que se sabe sobre Anacarsis. Era un príncipe escita (pueblo al suroeste de la actual Rusia) que, hacia el siglo VII a. C., conquistó una región al norte del mar Negro y viajó mucho por Grecia, adquiriendo tal reputación de sabiduría que figura en algunas de las listas de los famosos Siete Sabios de Grecia.

Tras conseguir la difícil amistad del famoso jurista griego, Solón le explicó que los hombres cumplen los contratos cuando ninguno de los que los firman tiene interés en quebrantarlos, y al unir las leyes que él había creado con los intereses de los ciudadanos, él había hecho leyes que nadie tendría interés en quebrantar, ya que tendría más interés para ellos observarlas que desobedecerlas. Anacarsis no estuvo de acuerdo y le reprochó la ingenuidad de creer que sus leyes iban a contener las injusticias y frenar la codicia de los ciudadanos, para lo cual comparó las leyes a meras telas de araña, que rompe cuando quiere el fuerte, poderoso o rico como un pájaro o un insecto fuerte, mientras que sufren los débiles como mosquitos su rigor. Plutarco, que es quien cuenta la anécdota, se inclina a pensar que Anacarsis andaba más en lo cierto que Solón al respecto.

También se conservan de él algunas máximas sobre ética:

Parece haber sido un ingenioso inventor, no despreciador de las artes mecánicas como otros griegos; se le atribuyen la invención del fuelle, el torno de alfarero[1]​ y la mejora del ancla. Entre los chismes que sobre él cuenta Diógenes Laercio narra su muerte: al parecer, cuando regresó a su patria convencido de la bondad de las leyes de Solón, quiso introducirlas en su patria y su hermano lo asesinó con ese pretexto durante una partida de caza de un flechazo, quedando impune, ya que lo sucedería, con lo cual demostraba que también la opinión original de Anacarsis sobre la debilidad de las leyes de Solón tenía su razón de ser.

Anacarsis se hizo famoso también como personaje literario. Ya lo usó como tal Luciano de Samósata en su diálogo Escita. La novela Viaje a Grecia del joven Anacarsis a mediados del siglo cuarto antes de la era vulgar fue escrita de 1788 a 1790 por Jean-Jacques Barthélemy (1716-1795), conocido como el Abad Barthélemy (Abbé Barthélemy).

En el siglo IV a. C., Anacarsis se convirtió en una especie de modelo de vida para los filósofos cínicos. [2]



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