Un anafre o anafe era un hornillo fabricado en barro o en metal, pensado para contener las brasas o ascuas que calentaban la olla, cazuela o sartén que contuviese los alimentos, conservándolos calientes. Una de sus propiedades era la de ser móvil y transportable.
Morfológicamente es una pieza parabólica o troncocónica invertida, con dos asas, una base plana, y una característica abertura lateral, a modo de boca de horno de panadero.
El DRAE propone su procedencia del árabe hispánico annáfiẖ, a su vez del árabe clásico nāfiẖ (soplador). Otros manuales dan como raíz posible «anaphus», bajo latín, y este del antiguo alto alemán hnap (vaso).
Los anafres o anafes de cerámica, según el modelo, pueden disponer de una división horizontal o carecer de ella; caso de tenerla, el espacio superior se llama brasero, sirve de soporte al recipiente que contenga la comida y tiene perforaciones en el suelo y las paredes. El espacio o departamento inferior del anafre se llama cenicero.
También puede aparecer todo el conjunto denominado como fogón. El literato español José Moreno Villa, en su Cornucopia de México, reflexionando sobre el espíritu viajero de las palabras, escribió este párrafo que explica la presencia del anafe, un objeto de origen islámico, en la vajilla doméstica de los más escondidos pueblos de la selva mesoamericana:
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