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Analistas



Un analista (del latín annus, ‘año’, y de ahí annales, ‘anales’) es un tipo de escritor de la historia romana cuyo periodo de actividad literatura fue desde la segunda guerra púnica hasta la época de Sila. Escribieron la historia de Roma desde la época más remota (en la mayoría de los casos) hasta sus propios días, cuyos sucesos eran tratados con mucho mayor detalle.

Desde los periodos más antiguos sus fuentes fueron los registros estatales y familiares, sobre todos los annales maximi (o annales pontificum), la crónica oficial de Roma, en la que los sucesos importantes de cada año desde la fundación de la ciudad eran registrados por el Pontifex Maximus. Aunque estos anales fueron sin duda destruidos en la época del incendio de Roma por los galos, fueron restaurados hasta donde fue posible y continuaron actualizándose hasta el pontificado de Publio Mucio Escévola, quien finalmente los publicó en ochenta libros.

Se han distinguido dos generaciones de estos analistas: una antigua y una nueva. La antigua, que se extiende hasta el 150 a. C., expuso, en un lenguaje crudo y poco atractivo, sin pretensiones de estilo pero con cierta cantidad de fidedignidad, los sucesos más importantes de cada año. Cicerón, comparando estos escritores con los antiguos logógrafos jónicos, dice que no prestaban atención a los adornos, y consideraban que los únicos méritos de un escritor son la inteligibilidad y la concisión.[1]​ Sus anales eran una mera recopilación de hechos.

La nueva generación, a la vista de las exigencias y críticas del público lector, cultivó el arte de la composición y el embellecimiento retórico. Como regla general los analistas escribieron con un espíritu patriótico acrítico, que les llevó a minimizar o pasar por alto desastres tales como la conquista de Roma por parte de Lars Porsena y el pago obligatorio de rescates a los galos, y a halagar a la gente con versiones exageradas de las proezas romanas, revestidas de un lenguaje extravagante. Al principio escribieron en griego, en parte porque aún no se había formado un estilo nacional, y en parte porque el griego era el idioma de moda entre los eruditos, aunque probablemente también se publicasen versiones latinas.

El primero de los analistas, el padre de la historia romana (como ha sido llamado), fue Quinto Fabio Píctor. Fue contemporáneo suyo Lucio Cincio Alimento, quien floreció durante la guerra contra Aníbal (no debe ser confundido con L. Cincio, autor de varios tratados políticos y anticuarios —de Fastis, de Comitiis, de Priscis Verbis— que vivió en la época de Augusto, a cuyo periodo Mommsen, considerándolas una invención posterior, adscribió los anales griegos de L. Cincio Alimento). Como Fabio Píctor, escribió en griego. Fue hecho prisionero por Aníbal,[2]​ quien se dice le dio detalles de su paso por los Alpes. Su obra abarcó la historia de Roma desde su fundación hasta sus propios días. Con Catón el Viejo empezó la composición histórica en latín, despertándose un interés más vivo por la historia de Roma.

Entre los principales autores de esta clase que sucedieron a Catón pueden mencionarse los siguientes:

Los anteriores autores tratan toda la historia romana, pero algunos analistas se limitaron a periodos más cortos:



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