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Analogía del relojero



La analogía del relojero es un argumento teleológico para la existencia de Dios. A modo de analogía, el argumento afirma que el diseño implica un diseñador. Esta analogía ha desempeñado un papel preponderante en la teología natural y en el "argumento del diseño", en donde fue utilizada para apoyar los argumentos de la existencia de Dios y para el diseño inteligente del universo.

La declaración más famosa del argumento teleológico con la analogía del relojero fue dada en 1802 por William Paley (1743–1805). En 1858, la formulación de Charles Darwin de la teoría de la selección natural se consideró que proporcionaba un argumento en contra de la analogía del relojero. En los Estados Unidos, a partir de la década de 1980, los conceptos de evolución y selección natural se convirtieron en el tema de un debate nacional, incluyendo un renovado interés en el argumento del relojero por los ateos.[1]

La analogía del relojero se basa en la comparación de un fenómeno natural con un reloj. Normalmente se presenta como preludio para el argumento teleológico, a menudo de esta manera:

En esta presentación, la analogía del reloj no ejerce de premisa para un argumento, sino que sirve de recurso retórico y preámbulo. Su objetivo es establecer la viabilidad de la premisa general: mediante el simple hecho de observar algo, se puede saber si es o no un producto de diseño inteligente.

El argumento se puede expresar del siguiente modo:



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