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Anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos



Los anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) son un grupo de autoanticuerpos, principalmente de tipo IgG, dirigidos contra antígenos que se encuentran presentes en el citoplasma de los granulocitos neutrófilos (el tipo más común de leucocito) y contra el citoplasma de monocitos. Se pueden detectar por medio de un análisis sanguíneo en un gran número de enfermedades autoinmunes, pero se encuentran particularmente asociados a la vasculitis sistémica, también llamada vasculitis asociada a ANCA.

Los ANCA fueron originalmente divididos en dos grandes clases, los c-ANCA y los p-ANCA, basados en los patrones de tinción inmunofluorescente que se observaba en neutrófilos fijados en etanol al ser enfrentados a los anticuerpos del paciente. Los títulos de ANCAs generalmente se miden por medio de ELISA y por inmunofluorescencia indirecta (IFI).[1]

Todavía se entiende muy póbremente cómo es que los ANCA se desarrollan, aunque se han sugerido varias hipótesis. Es posible que haya una contribución genética, sobre todo de parte de los genes que controlan el nivel de la respuesta inmune, aunque muy probablemente esta susceptibilidad genética se encuentra relacionada con factores ambientales. Entre algunos de estos posibles factores se postula a la vacunación o la exposición a silicatos. Se han postulado dos posibles mecanismos de desarrollo de ANCAs, aunque ninguna de estas teorías responde a la pregunta de cómo es que se desarrollan las diferentes especificidades de estos anticuerpos, y todavía queda mucho trabajo de investigación por hacer en este campo.[3]

Los superantígenos microbianos son moléculas expresadas por las bacterias y otros microorganismos que poseen la capacidad de desatar una potente respuesta inmune por medio de la activación de linfocitos T. Estas moléculas generalmente poseen regiones que semejan a antígenos del organismo hospedador, esto promueve una respuesta autoinmune residual. Se han caracterizado superantígenos estafilocóccicos y estreptocóccicos en relación a enfermedades autoinmunes, el ejemplo clásico es el dado por los estreptococos del grupo A que causan enfermedad reumática del corazón. En este caso existe una similitud entre la proteína M del Streptococcus pyogenes y la miosina y laminina cardíacas. También se ha demostrado que más del 70% de los pacientes con granulomatosis de Wegener son portadores nasales de Staphylococcus aureus siendo que los portadores poseen un riesgo ocho veces mayor de desarrollar la enfermedad.[3]​ Esta podría por lo tanto ser considerada una reacción de hipersensibilidad de tipo II.

La apoptosis, o muerte celular programada, de los neutrófilos es de vital importancia para el control de la duración de la respuesta inflamatoria temprana, restringiendo de esta manera el daño provocado a los tejidos por los propios neutrófilos. Los ANCA podrían aparecer ya sea por una apoptosis ineficiente, o por un mecanismo de remoción de fragmentos celulares apoptóticos deficiente, conduciendo a que queden expuestas al sistema inmune moléculas que normalmente estarían ocultas, secuestradas dentro de las células. Esta teoría resuelve la paradoja de como puede ser posible que se desarrollen anticuerpos contra los antígenos intracelulares hacia los cuales están dirigidos los ANCA.[3]

Hay tres enfermedades primarias que se encuentran consistentemente asociadas con ANCAs: granulomatosis de Wegener, poliangitis microscópica y glomerulonefritis. Se asume que estos anticuerpos están involucrados en la generación y/o progresión de las lesiones y signos clínicos.

Clásicamente los c-ANCA se han encontrado asociados a granulomatosis de Wegener, los p-ANCA asociados a poliangitis microscópica y glomerulonefritis necrosante focal y semilunar. Sin embargo, en años recientes se han identificado ANCAs dirigidos contra otros autoantígenos.[4]

Pacientes que padecen muchas otras enfermedades tales como la colitis ulcerativa y la espondilitis anquilosante, comúnmente presentan ANCAs también. Sin embargo en estos casos no hay vasculitis asociada, y se cree que los ANCAs son un epifenómeno incidental antes que una parte en si de la enfermedad. El síndrome de Churg-Strauss se encuentra asociado a p-ANCAs dirigidos contra la MPO.[5]

Todavía resulta poco claro cuál es el rol de los ANCAs en estas enfermedades, bien podrían ser marcadores de la enfermedad o formar parte en el proceso patogénico. Se ha demostrado que en la granulomatosis de Wegener hay una correlación positiva entre el título de ANCA y la actividad de la enfermedad; y en estudios in vitro se ha demostrado que los ANCA causan la activación de los neutrófilos imprimados y reaccionan con las células epiteliales que expresan PR3.[3]​ los ANCA podrían actuar causando la liberación de enzimas líticas de parte de los granulocitos y otros glóbulos blancos,[6]​ causando la inflamación de las paredes de los vasos sanguíneos (esto es vasculitis). Los ANCA asociados a vasculitis, usualmente se presentan con la característica de que causan vasculitis de vasos pequeños.

Los ANCAs fueron descritos por primera vez por Davies y colaboradores asociados a glomerulonefritis segmentaria necrosante,[7]​ y por van der Woude et al. en 1985 en la enfermedad de Wegener.[8]​ Los Segundos Talleres Internacionales sobre ANCA, llevados a cabo en mayo de 1989 en los Países Bajos, sentaron las bases de la nomenclatura de los patrones perinuclear y citoplasmático, mientras que los antígenos MPO y PR3 eran descubiertos en 1988 y 1989 respectivamente.[9]​ Desde entonces el International ANCA Workshops se ha llevado a cabo cada dos años.



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