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Antonio María Meléndrez



Juan Antonio María Meléndrez Ceseña, nació un 24 de junio en el Valle de la Grulla (hoy Ejido Uruapan) del año 1830 en el municipio de Ensenada. Fue el cuarto hijo concebido en el matrimonio de don José Guadalupe Meléndrez Orantes y doña Susana Ceseña Arrayos, quienes se casaron en 1815. Creció en el rancho de su padre, el cual, había obtenido por servicios prestados en la época de la independencia. Allí trabajó en el campo junto a su familia, lo cual le permitió conocer su entorno y tener una estrecha relación con las comunidades indígenas cercanas. Antonio Meléndrez se hizo de cierta fama por las historias que se formaron alrededor de su persona. La historia más notable fue la que se desarrolló al enfrentar a William Walker y a otros filibusteros en territorio nacional.[1]

En el año 1853, (valiéndose del destino manifiesto, el visto bueno de las autoridades de San Francisco y de los conflictos que en el país se suscitaban), Walker intentó 'liberar' a los lugareños de los estados de Sonora y Baja California afianzándolos en una nueva nación que llamaría la 'República de Baja California', la cual después de conquistada, se integraría a los Estados Unidos de América.[2]

Habiendo sido rechazados dos veces por fuerzas locales sonorenses, Walker navegó hasta Cabo San Lucas donde capturaron al Coronel Rafael Espinosa, y al Coronel Juan Clímaco Rebolledo teniéndolos como prisioneros. Pocos días más tarde, fueron enfrentados por lugareños y se retiraron al saber que llegarían refuerzos mandados de la capital para combatirlos.

A finales de noviembre, llegaron a Ensenada donde hicieron un cuartel con el fin de reagruparse y volver una vez más a Sonora; los hombres bajo el cargo de Walker no tardaron en hacerse notar robando ganado y cometiendo atropellos contra los pobladores de la localidad. El teniente coronel Francisco Javier del Castillo Negrete, quien se desempeñaba como comandante militar, técnicamente se deslindó de su cargo por motivos personales. Aproximadamente el día 4 de diciembre se enfrentaron con residente ensenadenses los cuales les hicieron frente en las inmediaciones del rancho 'La Grulla’. Antonio Meléndrez fue quien organizó y dirigió a un pequeño grupo de oriundos no mayor a 10 personas.

Diezmado su grupo, el 12 de diciembre de 1853 Walker pidió refuerzos para no retroceder más. Para el 18 de enero de 1854 se llegó a contabilizar a 600 hombres y dos cañones mientras que las fuerzas de Meléndrez apenas superaban los 50. No obstante, esto no fue problema para Meléndrez ya que su notable pericia y liderazgo, fueron su principal arma.

El 12 de febrero, Walker avanzó al poblado de San Vicente exigiendo a los pobladores la lealtad y su reconocimiento como presidente, ante la negativa, no tuvo más que continuar su trayecto hacia Sonora dejando un puesto de avanzada, el cual, Meléndrez hábilmente neutralizó y se adueñó de las armas de los americanos. Tratando de neutralizar a Meléndrez, Walker envió a un pequeño grupo para capturarlo, pero al no encontrarlo, regresaron y en el trayecto fueron sorprendidos por el caudillo dando muerte a dos extranjeros y capturando a otros tantos. Esto se suscitó reiteradas veces siendo infructuoso para los americanos.

La soberbia y la obstinación de Walker lo motivaron para seguir con su plan de regresar a invadir Sonora. Avanzaron decididos a su destino mientras que el contingente de Meléndrez los seguía de cerca, pero las dificultades para los extranjeros no se hicieron esperar. El robo de ganado por parte de los aborígenes, las deserciones y el desabasto de provisiones fueron el principal motivo de su regreso al último puesto de avanzada.

Al saber del regreso de los filibusteros, Meléndrez advirtió y posteriormente se unió a Juan Bandini, dueño del rancho 'Guadalupe' que, sabiendo el destino que le podría deparar a su propiedad con la llegada de los americanos, convocó a por lo menos a 30 voluntarios al mando de Juan Mendoza que ayudarían a repeler a los extranjeros. En una hábil maniobra de Mendoza, despojó de la mayoría del ganado a los americanos y con ello, de su alimento. En la mañana del 20 de abril, ya reunidos los contingentes de Mendoza, Meléndrez y algunos indios de diferentes grupos, hicieron frente al maltrecho grupo de Walker. Los filibusteros fueron tomados por sorpresa; por el bullicio y el ruido de la emboscada provocó que algunos enemigos huyeran mientras que otros murieron en el enfrentamiento.

Esto desenlazó con la huida de Walker y 33 de sus subordinados. Meléndrez y un pequeño grupo fueron tras de él hasta que el 8 de mayo de 1854, Walker y compañía cruzaron la frontera y no volvieron. Por un tiempo, Antonio Meléndrez fue un personaje importante ya que, ante el vacío ocupacional dejado por el teniente coronel Castillo Negrete, Meléndrez quedó a cargo de la región. Desafortunadamente por descontentos y calumnias el caudillo fue visto con malos ojos.

El 10 de marzo de 1854, el general José María Blancarte (quien había sustituido al Rebolledo) llegó a Cabo San Lucas con un batallón de 600 hombres enviado por López de Santa Anna a fin de proteger Baja California contra las incursiones extranjeras. Poco después de la expulsión de Walker, el general Blancarte hizo caso de los señalamientos que habían hecho en contra de Antonio Meléndrez, el antecesor de Castillo Negrete, el teniente José Antonio Chávez y de Juan Bandini entre otros, quienes sugerían que los intereses personales de Meléndrez se anteponían al del pueblo. Blancarte ordenó al teniente José Fidel Pujol que apresara a Antonio Meléndrez. El 27 de junio de 1855, con la promesa de un grado militar y un pago, Meléndrez se trasladó a San Vicente donde fue consignado por los militares de Pujol; el 28 de junio de 1855 fue sentenciado a muerte por el mismo Blancarte y posteriormente fusilado.

Dada la inconformidad popular, el primero de octubre de 1855, el general Blancarte ordenó al capitán José de Oñate que se reabriera el juicio lo cual se inició el 11 de diciembre; tras varios testimonios de diversos testigos los cuales enaltecieron el patriotismo de Meléndrez, reivindicaron a Antonio Meléndrez como un héroe y patriota bajacaliforniano.

Poco ha sido el reconocimiento que se le ha dado a este héroe. Apenas en 2014, historiadores locales han hecho gestiones para que cada 28 de junio se rinda el homenaje que merece. Con su nombre en una calle, dos escuelas, un parque y un ejido, esto sigue siendo un pobre reconocimiento a un guerrero excepcional.



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