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Archivo General de Indias



El Archivo General de Indias de Sevilla se creó en 1785 por deseo del rey Carlos III, con el objetivo de centralizar en un único lugar la documentación referente a la administración de los territorios ultramarinos españoles[1]​ hasta entonces dispersa en diversos archivos: Simancas, Cádiz y Sevilla.

El archivo conserva unos 43 000 legajos, con unos 80 millones de páginas y 8 000 mapas y dibujos que proceden, fundamentalmente, de los organismos encargados de la administración de los territorios de ultramar.[2]​ Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, junto a la Catedral y el Real Alcázar.[3]

Tras el descubrimiento de América, la Corona eligió la ciudad de Sevilla como puerto exclusivo para el comercio con este continente. El lugar utilizado por los comerciantes para llevar a cabo sus actividades mercantiles eran las gradas de la Catedral, en torno a la fuente del Hierro, enclavada en el lugar que actualmente ocupa la Iglesia del Sagrario. Durante la segunda mitad del siglo XVI, el Cabildo de la Catedral, para evitar los excesos cometidos por los comerciantes, que no dudaban en culminar sus acuerdos en el interior del templo en los días de lluvia, instaló columnas con cadenas en los alrededores del templo y contrató alguaciles que evitaran el paso por la calle de animales de carga. Ante las quejas del Cabildo Metropolitano, el rey Felipe II decidió la construcción de un edificio para sede de la Lonja de los mercaderes que comerciaban con América, que se llevaría a cabo en la misma Avenida, junto a la Catedral. Su construcción se llevó a cabo entre 1584 y 1598, por Juan de Minjares, sobre planos de Juan de Herrera, y terminaría siendo sede del Archivo de Indias,[4]​ tarea que desempeña hasta el día de hoy.

Se trata de una edificación exenta, con planta y patio central en forma cuadrada, asentado sobre un podio, cuenta con dos pisos de altura, combina en su exterior ladrillos rojos y elementos de piedra, combinación que se continuaría en distintos edificios sevillanos. En su interior está el patio central, construido en piedra y de amplias proporciones, mostrando arcos sujetados en los pilares con medias columnas. Destaca la actual escalera principal del edificio, proyecto de Lucas Cintora, que fue realizada con posterioridad a la construcción del edificio, a finales del siglo XVIII, y se encuentra decorada con enchapaduras de mármol. Sobre la escalera se abre una cúpula en linterna.[5]

Entre 1999 y 2005 tienen lugar las obras de conservación y recuperación del inmueble llevadas a cabo por el arquitecto Antonio Campos Alcaide. En ellas se plantea una redefinición del programa funcional del edificio, así como una actualización de las instalaciones. Con la intención de salvaguardar el edificio sin ninguna alteración espacial y aprovechando la existencia de un pequeño sótano, se propone su ampliación mediante una galería perimetral.[6]

Dentro de la intervención es reseñable la actuación sobre el edificio de la antigua Cilla del Cabildo Catedralicio, sito en la calle Santo Tomás, para su incorporación como segunda sede auxiliar de la Casa Lonja.

Dos razones fundamentales enmarcan la fundación del Archivo General de Indias (AGI). Por una parte la falta de espacio en el Archivo General de Simancas, archivo central de la Corona española. Por otro, en línea con el espíritu de la Ilustración, el deseo de escribir una historia de la conquista e hispanización de América que diera respuesta a los escritos extranjeros que habían tratado el tema, como Histoire des deux Indes (Guillaume-Thomas Raynal, 1770) o The History of America (William Robertson, 1777).

El responsable del proyecto fue José de Gálvez y Gallardo, secretario de Indias, encargándose el académico e historiador Juan Bautista Muñoz, cosmógrafo mayor de Indias, de su ejecución.

En octubre de 1785 empiezan a llegar al edificio del Archivo los primeros documentos. Desde entonces y en distintas remesas se fueron incorporando los fondos de las principales instituciones relacionadas con las Indias hasta convertir al archivo en el principal depósito documental para el estudio de la administración española en el Nuevo Mundo y las Filipinas. En el momento de constituir el archivo, se tomó el año 1760 como fecha divisoria entre lo administrativo y lo histórico, de forma que los documentos anteriores a esa fecha habían de ser remitidos al AGI, quedando la documentación posterior a dicha fecha al servicio de los organismos que habían producido los documentos.[7]

La Casa de la Contratación, ubicada por entonces en Cádiz, envió sus primeras remesas de documentos al AGI en 1786 y en 1790, al ser decretada su supresión, la totalidad de sus fondos. Ese mismo año recibió el AGI sus primeras ordenanzas.[7]

En el siglo XIX, el AGI siguió recibiendo remesas de documentos del Consejo de Indias y del Ministerio de Ultramar que por su antigüedad pasaban a considerarse históricos. En 1888 recibió también, por primera y única vez, papeles del otro lado del Atlántico: los de la Capitanía General de Cuba.[8]​ Todos los otros documentos de la administración española en las Indias permanecieron en los lugares en que se encontraban al producirse las independencias de las repúblicas hispanoamericanas y pasaron a formar parte de sus respectivos archivos nacionales.[7]

A finales de siglo, sin embargo, el Gobierno decretó que los papeles más recientes del Consejo de Indias y del Ministerio de Ultramar no se enviasen al AGI sino al Archivo Histórico Nacional, que había sido fundado en Madrid en 1866. Se rompió así la continuidad cronológica de parte de los fondos del AGI. Además, el Estado depósito también en el Archivo Histórico Nacional en vez de en el AGI los denominados Documentos de Indias, una colección de 511 documentos de alto valor histórico comprada a un particular en 1876. Investigaciones posteriores han mostrado que estos Documentos de Indias habían sido robados del AGI por uno de sus primeros funcionarios.[8]

Los documentos que hoy conserva el archivo ocupan más de nueve kilómetros lineales de estantería. Se trata de unos 43 000 legajos con unos 80 millones de páginas y 8000 mapas y dibujos que proceden, fundamentalmente, de los organismos metropolitanos encargados de la administración de los territorios de ultramar.[2]

Solo algunos documentos proceden directamente de organismos ultramarinos (Capitanía General de Cuba, siglos XVIII-XIX, repatriados de La Habana tras la derrota en la Guerra hispano-estadounidense) o de particulares relacionados con la administración de ultramar (como los del XV duque de Veragua, descendiente directo de Cristóbal Colón, siglos XV-XVIII, adquiridos en 1930; los general Polavieja, uno de los últimos capitanes generales de Filipinas, 1876-1898; o los del virrey del Perú, Abascal, 1804-1859).

En la actualidad es el mayor archivo existente sobre la actividad de España en América y Filipinas con información sobre la historia política y la historia social, la historia económica y la de las mentalidades, la historia de la Iglesia y la historia del arte o la geografía de aquellos territorios. Guarda una gran cantidad de piezas de incalculable valor histórico: textos autógrafos de Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes, Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés o Francisco Pizarro. Sus documentos son analizados y consultados por los investigadores que pasan cada año por el archivo.

El Archivo es uno de los archivos generales (junto con el de la Corona de Aragón y el de Simancas) pertenecientes al Estado. En 1987 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco junto a la Catedral, la Giralda y los Real Alcázar de Sevilla.

El Archivo está regido por el Patronato del Archivo General de Indias, creado por Real Decreto de 34 de junio (BOE 25 de junio de 2005) en el que participan el Ministerio de Cultura, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento de Sevilla, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y las Universidades de Sevilla, siendo además vocales natos, diferentes personalidades del mundo de la cultura[9]



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