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Ardipithecus ramidus



Ardipithecus ramidus es una especie extinta de homínido, probablemente un hominino (primate bípedo) y quizá un ancestro del ser humano. "Ardi" significa suelo, "pithecus" en griego significa mono... y ramid es raíz, en la lengua (amhárico) del lugar (Etiopía) donde fueron encontrados los primeros restos.

Esta especie fue definida por Tim White y su equipo a partir del descubrimiento en África Oriental en los años 1992-1993 de unos maxilares.[1]​ Los restos fósiles tienen una antigüedad de 4,4 millones de años[2]​ y el hábitat en el que se desarrollaron era arbolado y húmedo.[2]​ La polémica en torno a estos restos se centró en si esta especie pertenecía a la rama de los homínidos bípedos (homininos) o quedaba fuera junto con los simios antropomorfos.

En enero de 2005 se informó del descubrimiento de los restos de por lo menos nueve individuos clasificados como Ardipithecus ramidus, de entre 4,4 y 4,1 millones de años de antigüedad, en As Duma, al norte de Etiopía, por el equipo de la Universidad de Indiana dirigido por Sileshi Seaslug. El aspecto de un metatarsiano (hueso correspondiente al pie) encontrado en el yacimiento, demuestra que el animal al cual pertenece probablemente se desplazaba con sus miembros inferiores como un hominino. Según sus descubridores este hallazgo confirma que los homínidos definitivamente caminaban erguidos sobre dos pies hace 4,5 millones de años.[3]

En octubre de 2009 se dieron a conocer nuevos restos fósiles de Ardhipithecus ramidus hallados en el valle de Afar (Etiopía) a unos 75 km al norte de donde se halló Lucy (Australopithecus afarensis) en 1974; en concreto se han hallado un total de 235 restos de por lo menos 36 especímenes, la mayoría de los cuales pertenecen a una hembra adulta de 4,4 millones de años de antigüedad, apodada "Ardi"; a partir de ellos se ha podido reconstruir gran parte del esqueleto lo que arroja nueva luz sobre la posición de A. ramidus en el árbol evolutivo humano.[4]

Tras el descubrimiento del esqueleto casi completo de Ardi se han podido resolver algunas dudas sobre esta especie; así, la forma de la parte superior de la pelvis indica que era bípedo y que caminaba con la espalda recta, pero la forma del pie, con el dedo gordo dirigido hacia adentro (como en las manos) en vez de ser paralelo a los demás dedos, indica debía caminar apoyándose sobre la parte externa de los pies y que no podría recorrer grandes distancias.[4]

Los caninos superiores en forma de diamante de Ardipithecus ramidus son mucho más parecidos a los humanos que los caninos en "V" de los chimpancés, que como los de los demás simios son mayores en los machos, que los usan en las luchas entre ellos. Los machos Ardipithecus, como los humanos, tenía los colmillos reducidos de tamaño y similares a los de las hembras, lo cual según Lovejoy debió relacionarse con cambios decisivos en los comportamientos sociales.[5]​ Sin embargo, en su aspecto general, la criatura probablemente se parecía más a un simio que a un humano.

Ardipithecus ramidus vivía en bosques con pequeños claros, alimentándose tanto en los árboles como en el suelo. Probablemente tuviera una dieta más omnívora que la de los actuales chimpancés —principalmente frugívoros—, como se deduce de análisis isotópicos del suelo, dientes y otras muestras.[6]

Algunos paleoantropólogos clasifican a Ardipithecus kadabba como Ardipithecus ramidus kadabba, una subespecie de A. ramidus, pero para otros la dentición algo más primitiva de A. kadabba obliga a diferenciarlo de A. ramidus.

Es posible que Ardhipithecus ramidus fuera descendiente de Orrorin tugenensis y, a su vez, ancestro de los Australopithecus, por tanto es probable que el mismo sea antepasado de Homo sapiens.



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