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Armario



Un armario, escaparate (en Venezuela y Cuba[1][2]​), clóset (en Hispanoamérica[3]​), ropero, placar o placard (en Río de la Plata[4]​), es un mueble cerrado por medio de puertas, en cuya distribución interior puede haber estantes, colgadores para perchas y cajones, ideado para guardar cosas. Las puertas pueden ser batientes o correderas, utilizándose las segundas en lugares de paso estrecho, ya que necesitan menos espacio.

El armario es propio de cualquier estancia de la casa, adecuando su forma y dimensiones al uso al que va destinado:

El armario empotrado es el que tiene visible únicamente la parte frontal, estando el resto unido por obra a las paredes o tabiques de la estancia en que se ubica. En el Río de la Plata se lo conoce como placard o placar. Los espacios habilitados como vestidores suelen estar revestidos de armarios sin puertas.

La palabra procede del latín armarĭum, lugar donde se guardan artefactos o armas. A su vez, arma (colectivo plural) procede de ars, arte u oficio, y denomina cualquier conjunto de objetos resultado de un arte u oficio. La evolución posterior de la palabra arma puede llevar a confusión.

El armario es conocido al menos desde la época romana, según aparece en las pinturas de Herculano. Aunque en un principio sólo servía para contener armas, según indica su nombre, pronto se utilizó para guardar todo tipo de objetos.[5]

Los romanos destinaban este mueble para encerrar los retratos de sus antepasados y los libros. Los primeros, como estaban hechos de cera, tenían que estar encerrados para que con el aire y el polvo no se echasen a perder. Estos armarios no se abrían más que los días festivos y en algún acontecimiento célebre. Los que habían sido acusados de algún delito, abrían también los armarios que contenían aquellos estimados retratos cuando se había justificado su inocencia. Cicerón, perorando por Sila, lo dice claramente. Las bibliotecas de los romanos estaban compuestas de armarios, en los que se ponían los volúmenes o rollos y se distinguían con diversos números.[6]

En la Edad Media, con excepción de las iglesias y monasterios, servía sólo para encerrar las armas y armaduras, pues los demás objetos se guardaban en arcas o en sencillos aparadores. Pero ya desde principios del siglo XV se usaba el armario con el mismo fin que ahora y sus puertas se decoraban con relieves cuando antes sólo llevaban pinturas. Durante los siglos XVI y XVII se empleaban elegantes armarios de dos cuerpos y desde el siglo XVIII se construyen armarios-vitrina y bibliotecas-vitrina como dignos muebles de salón y de gabinete.[5]

Los armarios constan generalmente de seis partes principales: dos puertas, dos costados, el respaldo, la cornisa y dos fondos, alto y bajo. Lo interior está guarnecido de cajas o estantes y a veces está libre. Todas las piezas de un armario deben ensamblarse a espiga y mortaja sin encolarlas, pero atornilladas de modo que puedan desmontarse, porque un armario tiene que armarse y desarmarse a voluntad para hacerlo trasportable. Generalmente los costados del armario consisten en un bastidor con paneles que hace el oficio de montante y al cual se ensamblan por abajo y por arriba los barrotes que constituyen la armazón del suelo y del alto. Las puertas se abisagran sobre el marco de los bastidores laterales. El respaldo se compone de tablillas delgadas encajadas a ranura lateralmente y la cornisa consta de piezas sueltas que se atornillan en lo alto y se ensamblan en los ángulos a inglete sin prolongar el saledizo por detrás para que el armario pueda apoyarse en la pared.[7]



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