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Arquitectura de Venezuela



La arquitectura de Venezuela es el arte edificado tanto en Venezuela, como por arquitectos venezolanos en otras partes del mundo. La arquitectura venezolana es una mezcla de la cultura autóctona indígena venezolana y de las adoptadas en el país por la transculturización artística de las distintas culturas arquitectónicas que se comenzaron a proyectar en Venezuela desde la llegada de los españoles a territorio venezolano.[1]

Se estima que el hombre llegó a Venezuela hacia el año 15 000 a. C., en el período conocido como Paleoindio. Como el número de etnias era muy reducido, en sus inicios sólo 20 o 30 hombres poblaron las tierras venezolanas, que procedían del norte del Continente, descendientes de oleadas provenientes de Asia. Ningún estudio arqueológico ha logrado comprobar la existencia de alguna arquitectura creada por el hombre prehistórico en territorio venezolano entre el Paleoindio y el Mesoindio (15 000 a. C. hasta 1000 a. C.); en parte esto se debe a que las poblaciones indígenas en aquellos tiempos eran nómadas, y por tal motivo, no construyeron ningún tipo de vivienda, pues no se establecían en un lugar específico. Posiblemente se refugiaban en cavernas o cuevas.

En Venezuela, el hombre prehistórico empezó a construir arquitecturas útiles, aproximadamente desde el año 1000 a. C hasta el siglo XV d. C., en el período conocido como el "Neoindio".

La arquitectura neoindia consistía en construcciones incipientes, como terrazas agrícolas y bóvedas alineadas por piedras, llamadas mintoyes, que eran utilizadas como tumbas y silos para el almacenamiento de productos agrícolas.

En los llanos occidentales hay evidencias de construcciones artificiales asociadas a la agricultura, que consisten en terraplenes, campos elevados, camellones o calzadas que funcionaban como muros de contención de las aguas en zonas anegadizas y permitían, entre otras cosas, atravesarlas a pie.

También se han registrado seis estaciones de conjuntos megalíticos compuestos por menhires, o rocas verticales en fila. En algunas de las que han sido encontradas se detallan las representaciones artísticas del indígena venezolano, con grabados petroglíficos.

El material más trabajado en este período fue la piedra.

La arquitectura indohispana es la que se comienza a desarrollar a partir del año 1498 d. C., año en el que llegan los colonizadores a costas venezolanas. En el siglo XV se proyectan dos tipos de arquitecturas, la trabajada por los aborígenes venezolanos, y la construida por los españoles en territorio venezolano.

La arquitectura indígena venezolana era trabajada en dos espacios diferentes, el agua y la selva. A la arquitectura de agua, corresponden los palafitos, que eran viviendas comunes de las tribus wayúu y warao. Eran viviendas pequeñas, apoyadas sobre pilotes de madera, construidas sobre las aguas tranquilas de los lagos y lagunas. Cuentan los historiadores que cuando Américo Vespucio llegó a costas venezolanas y observó los palafitos del Lago de Maracaibo, llamó al lugar "Pequeña Venecia", donde derivó tiempo después el nombre de Venezuela. Hoy en día aunque la cantidad de comunidades indígenas han disminuido, las que aún existen conservan la arquitectura de sus ancestros en los territorios de la costa oriental del lago de Maracaibo y en el delta del Orinoco aún se pueden encontrar estos palafitos.

En cambio, las etnias que habitan las selvas tienen una arquitectura distinta, la churuata, era y sigue siendo el tipo de vivienda predominante en los poblados indígenas. La churuata es una especie de choza, pero muy particular, es una vivienda colectiva propia de los pueblos panare y piaroa, ubicados al sur del Orinoco. Se destaca por su armazón de postes de maderas y círculos concéntricos interiores, sobre los que se colocan los delgados haces de palma que conforman la capa impermeable del techo y la perfección de sus formas, coronada por una punta cónica en la que culmina el techo y destaca sobre la vivienda. La churuata se ha convertido en los últimos años en un icono de la cultura venezolana, pues ha sido llevada a las ciudades, en espacios públicos como parques, Mansiones, restaurantes, sitios de esparcimiento, hoteles e inclusive como espacio incorporado en casas modernas.

Aunque las viviendas más apreciadas y que más han perdurado hasta la actualidad en los pueblos indígenas son el palafito y la churuata, otras etnias tenían su modelo propio de vivienda. Los wahiba, construyen una vivienda colectiva hecha de palma y bambú, de planta rectangular, con grandes aleros y de dos plantas que se dan uso en dos tiempos del año. Cuando es época de lluvia las aldeas suelen quedar inundadas, por lo que ellos viven en el segundo piso, cuando es época de sequía viven en la planta de abajo.

Los indígenas venezolanos básicamente usaban madera, palos, palmas, caña, bambú, mangle y enea para la construcción de sus casas.

La arquitectura colonial venezolana es construida desde el siglo XVI cuando Venezuela comienza a ser colonia dependiente del Imperio español, hasta 1810, cuando comienza el proceso de independencia de Venezuela.

La arquitectura de esta época se caracteriza por su discreta modestia. La explicación está en las condiciones socioeconómicas del país. Venezuela no ofrecía entonces a los colonizadores las inmensas riquezas guardadas por la naturaleza para tiempos posteriores.

Una provincia aparentemente poco rica no podía permitirse el lujo de construir edificios de alto costo a imitación de los grandes virreinatos que existían para la época y la sociedad colonial no brindaba tampoco un cuadro tan próspero como el de otros países de América Latina.

La simplificación de los problemas técnicos, la renuncia a la mayoría de los elementos decorativos y abigarradas ostentaciones de barroquismos fantasiosos, la imposibilidad de utilizar materiales costosos y la consiguiente falta de artesanos, contribuyeron a establecer una modesta pero bien definida fisonomía de la arquitectura colonial de Venezuela.

La vivienda popular de la colonia se caracterizaba por la simplicidad de sus formas, sin muchos efectos escenográficos, mientras que la sobriedad era la principal característica de las mansiones aristocráticas, con una fuerte influencia morisca heredada de la España Meridional. [2]

Se puede reconocer la funcionalidad de cada arquitectura colonial, por el empleo de los materiales, algunos como la madera, la caña amarga, el adobe, la tapia y la arcilla, que sirvió para la creación de ornamentos funcionales.

La idea constante que preside la arquitectura colonial venezolana de protegerse del sol, la lluvia y la luz, se reencuentra en el estudio las fachadas de las casas de la época. Algunas de las arquitecturas coloniales más representativas que perduran en la actualidad son:

Casa Natal del Libertador Simón Bolívar

Casa Guipuzcoana de Cagua

Casa Guipuzcoana de La Guaira

Casa Amarilla de Caracas

Casa del Congreso de Angostura

Casa de las 100 Ventanas

Los templos eran constituidos por una casi invariable, disposición conformada por una planta rectangular, tres naves separadas por arcos de cubierta de alfarje compuesto de la arquitectura religiosa en la época de la colonia. La sociedad disponía de los medios suficientes para erigir monumentos religiosos comparables con los de otros países del continente. El siglo XVII fue de reconstrucción de los templos católicos que habían sido destruidos por el terremoto de 1641. El siglo XVIII, específicamente entre 1728 y 1785 la prosperidad que gozó Venezuela por la apertura de la Compañía Guipuzcoana se reflejó también en la construcción de nuevas arquitecturas, en especial de tipo religiosas.

Las ciudades de Coro y Caracas tuvieron el mayor auge en construcciones religiosas. Algunas de las edificaciones religiosas más representativas son:

Catedral de Caracas

Panteón Nacional de Venezuela

Catedral de Coro

Basílica de Santa Teresa

Iglesia de San Francisco

Palacio Arzobispal

Durante la época de la colonia eventualmente se producían enfrentamientos entre los conquistadores españoles y bárbaros que navegaban en costas venezolanas, a fin de apoderarse de las provincias ubicadas en las costas del país. Para el momento, los reinos de Europa afrontaban una crisis económica, por lo que tripulaciones armadas inglesas, neerlandesas, portuguesas y francesas arribaban a Venezuela, con el fin de apropiarse de los territorios de la provincia y saquear las ciudades costeras.

Las costas e islas venezolanas fueron escena de combates producidas por corsarios y piratas, por lo que España se vio en la obligación de mantener su imperio, construyendo castillos, baluartes, cuarteles y fortificaciones que resguardaban las ciudades de la provincia.

Cuartel Mariano Montilla

Castillo Santa Rosa

Fortín Solano

Castillo de Araya

Cuartel San Carlos

Castillo San Carlos de Borromeo

Castillo de San Carlos de la Barra

Castillo de San Antonio de la Eminencia



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