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Arquitectura ecléctica



El eclecticismo, en arquitectura, es una tendencia que mezcla elementos de diferentes estilos y épocas de la historia del arte y la arquitectura. Nacido en Francia y rápidamente exportado por toda Europa y Rusia, y luego a Estados Unidos, el estilo se manifestó en Occidente entre 1860 y finales de los años 1920.

El término ecléctico viene del adjetivo griego εκλεκτός, que significa 'escogido', que a su vez deriva del verbo griego εκλέγω, 'escoger', puesto que lo que harán los arquitectos y artistas en general de esa época será escoger de toda la Historia del Arte lo que más les interese. También se utiliza para definir este período la palabra Historicismo, que se refiere a una nueva visión de la Historia, en la que se indaga filosóficamente.[1]​ Sus referencias serán el arte gótico (neogótico), románico (neorrománico) y oriental (orientalismo y exotismo).

Eclecticismo o historicismo no se refieren a lo mismo, siendo el historicismo el uso de un lenguaje anterior y el eclecticismo el uso de varios lenguajes anteriores en una misma arquitectura. Será un período complicado de la historia de la arquitectura en el que coexistirán muchas tendencias entrecruzadas, con algunas versiones de carácter nacional, ya que cada país intentó revivir sus tradiciones más autóctonas, coincidiendo con los movimientos nacionalistas o regionalistas.[2]

Con el inicio del proceso revolucionario, se dejan atrás los símbolos del Antiguo Régimen. Frente a los modelos de arte refinado de la aristocracia y los grandes palacios barrocos de los príncipes, aparece una nueva retórica, con símbolos procedentes de la Antigüedad. Esta Antigüedad será el ideal que los revolucionarios procurarán recuperar para salirse de la viciada sociedad que había hasta ahora; el arte rococó se condena y se ensalzan la racionalidad y la austeridad. Boullée, David son ejemplos de la austeridad que imperará en la Francia republicana.

Más tarde, y con la autocoronación de Napoleón como emperador, el estilo neoclásico, con toda su simbología clásica pasará al servicio de este, exaltando sus afanes imperiales, emulando al Imperio Romano.

La caída de Napoleón derribará el sistema creado en la Revolución Francesa, y la Restauración del antiguo orden sustituyó al aparato del breve período imperial. No obstante, las cosas no volvieron a asentarse tal como estaban en un principio: la burguesía, que se había alzado protagonista de las conquistas políticas y económicas en el período revolucionario, asentará ahora su posición y se consolidará como clase rectora, imponiendo sus gustos y preferencias.[3]​ Dichos gustos difieren de los ideales heroicos, abstractos y severos del neoclasicismo, teniendo como primera manifestación propia el Romanticismo. Los burgueses encontrarán en los artistas bohemios románticos la forma de evadirse, y a los artistas les gustará poder disfrutar de las comodidades de la vida burguesa. Así pues, en este período de entre 1815 y mediados de siglo, convivirán estas dos realidades. Al mismo tiempo, con la caída de Napoleón, surge un rebrote del sentimiento religioso, que se manifestará artísticamente con sesgos románticos.

En 1848 termina la época de las restauraciones en Francia, dando comienzo a la Segunda República, de la cual será presidente el príncipe Luis Napoleón, que mediante golpe de Estado se proclamará emperador en 1852, comenzando el Segundo Imperio, que durará apenas 18 años.

La Francia del Segundo Imperio va a procurar dar una imagen de brillante y espectacular. El gusto de este Segundo Imperio será, entonces, de gran pompa y fanfarria imperial, del agrado de los burgueses enriquecidos. En este empeño en asombrar al mundo con el esplendor del país, y de su capital, París, muy especialmente, se llevarán a cabo una serie de obras de enormes dimensiones, desde los ambiciosos proyectos de la Ópera de Charles Garnier, la reforma de la catedral de Notre Dame de Viollet-le-Duc y la ampliación del Palacio del Louvre de Visconti hasta los planeamientos urbanísticos de las calles parisinas del barón Haussmann.

La arquitectura ecléctica toma sus raíces de la arquitectura historicista. Si la arquitectura historicista se dedicaba más a imitar las corrientes de la antigüedad (como la grecorromana) y a no incorporarles características de otras culturas o arquitecturas, la arquitectura ecléctica se dedica principalmente a la combinación de corrientes arquitectónicas.

Así, su característica principal es la de combinar dos o más estilos arquitectónicos en una nueva estructura, que a su vez, resulte algo nuevo, con características de las corrientes que toma, pero con otras nuevas.

El término de "arquitectura ecléctica" se aplica también de forma libre a la variedad de estilos surgida en el siglo XIX luego del auge neoclásico. De todas formas este período pasó a denominarse como "historicista" con el paso del tiempo.

En las últimas décadas del siglo XX se desarrolló, por otra parte, un nuevo auge del eclecticismo, de la mano de los conceptos del postmodernismo. Se ha denominado a esta corriente "neoecléctica".



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