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Asalto y robo de un tren



Asalto y robo de un tren (título original: The Great Train Robbery) es un cortometraje mudo estadounidense estrenado el 1 de diciembre de 1903, del género Wéstern escrito, producido y dirigido por Edwin S. Porter. Es considerada como la primera película de acción estadounidense y la primera del género Wéstern con una "forma reconocible".[2][3]

La película utilizó una serie de técnicas no convencionales, incluyendo edición compuesta, rodaje en locaciones y un movimiento de cámara frecuente.[4]​ La película es una de las primeras en utilizar la técnica de cross-cutting, en el que se muestran dos escenas produciéndose simultáneamente pero en lugares diferentes.[5]

En 1990, la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry.[6]

La película se distribuía junto con un plano medio donde el jefe de los bandidos mira a la cámara y dispara, el cual los exhibidores podían insertar al principio o al final de la película, según su propio criterio.[5]

En los inicios de la década de 1900, Thomas Alva Edison se benefició de la piratería alegando que inventó la fotografía animada. Sin embargo, el control más férreo de creadores como George Méliès empezaron a abrir sucursales en Estados Unidos, obligó Edison a la producción de películas propias. Su principal realizado fue Edwin S. Porter, jefe del estudio de 1902 a 1910 con obras como Salvamento en un incendio imitando una previa de la escuela de Brighton. Pero fue con Asalto y robo de un tren consolida su técnica narrativa que serviría de base para el posterior cine de acción.[7]

Para tomar influencias para su obra, Porter se vio y analizó las películas de Méliès, quedando sorprendido por la longitud y factura de las misma y creyó que él podría hacer ese tipo de propuestas.[7]

Las fuentes utilizadas para los western en su inicios se nutrieron la mitología creada por la conquista y colonización del oeste.[7]

En sólo una docena de planos y casi diez minutos de duración (al menos en la versión restaurada por el British Film Institute), Asalto y robo de un tren plantea una historia completa con un desarrollo narrativo y una tensión dramática nuevas para el espectador de la época.

El interés y la novedad de este filme en relación con sus contemporáneos radica en su capacidad para articular un lenguaje audiovisual de forma coherente; es decir, para superar la acumulación de tableaux en beneficio de la sucesividad de las acciones. A ello contribuye el raccord entre los planos y las secuencias, como cuando se observa la continuidad de la dirección entre los planos B y C de la secuencia 4 (los ladrones salen del encuadre por la izquierda y entran por la derecha) o entre la sec. 4 y la 5 (en ambos casos el tren se mueve de derecha a izquierda). La inserción de las secuencias 6 y 7 en medio de la huida de los ladrones establece una acción paralela que proporciona tensión dramática al texto; tensión incrementada por la ralentización del ritmo mantenido hasta ese momento que supone la secuencia del baile. Por su parte, las imágenes de exteriores insertadas en ventanas en las secuencias primera y tercera otorgan realismo y desteatralización al relato. Los movimientos de cámara, aunque breves, muestran el interés en que sea el encuadre quien esté subordinado a la acción y no al contrario (como era entonces habitual), al mismo tiempo que dirigen la mirada del espectador en función de la acción dramática. A pesar de que el encuadre se mantiene en todo momento en plano general, la puesta en escena permite que los movimientos de los personajes otorguen dinamismo a la acción y varíe la escala, como es evidente en la secuencia 7.



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