El escudo arverno es el undécimo tomo de la serie de historietas Astérix creadas por Albert Uderzo (dibujos) y René Goscinny (guion).
Tras la derrota gala a manos de los romanos en la batalla de Alesia, el jefe de los galos, Vercingetórix, depositaba "en los pies" de Julio César su escudo, como símbolo de rendición. César deja abandonado el escudo, el cual va pasando sucesivamente por las manos de un arquero romano, un legionario, un centurión borracho, el dueño de una taberna y un anónimo guerrero galo superviviente.
Algunos años después, en la aldea gala Abraracúrcix sufre una enfermedad de hígado, provocada por sus excesos en el último banquete. Para procurar su curación, Astérix y Obélix acompañan a su jefe a un balneario en Nemessos (actual Clermont-Ferrand), ciudad situada en el País Arverno.
Mientras el jefe permanece en el balneario, Astérix y Obélix aprovechan para hacer turismo por la región. Durante su viaje, tienen un encuentro cerca de Gergovia con "Tulius Bolígrafus, enviado especial de Julio César". Astérix, ofendido por la prepotencia que exhibe éste, decide detener su marcha y la de su comitiva a mamporros. Tras dicho encuentro conocen al mercader de vinos y carbones Alámbix, quien, simpatizando con ellos tras ver cómo han derrotado a Bolígrafus, decide darles posada en su casa.
Enterado Julio César de esta "segunda derrota" de Gergovia, decide escarmentar definitivamente a los galos celebrando en Gergovia un triunfo a la manera gala, esto es, desfilando sobre el escudo de Vercingetórix. Viendo Tulius Bolígrafus que dicho escudo no se encuentra entre las posesiones de las campañas de César, y conminado por éste a encontrar el escudo auténtico ("¡No puedo celebrar mi triunfo más que sobre el escudo arverno! ¡Es inútil intentar engañarme! ¡Engañar a César es engañar a los dioses, y la cólera de los dioses es terrible!"), los romanos emprenden una búsqueda desesperada para localizarlo.
Los galos se enteran de las intenciones de los romanos a través de un espía borracho que visita la taberna de Alambix en busca de información, pero que se va de la lengua después de beber unas copas. Alarmado, Astérix decide emprender su propia búsqueda del escudo arverno para evitar darle a César ese triunfo.
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