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Asunto de los camisas rojas



El asunto de los camisas rojas (affaire des chemises rouges) fue un acontecimiento que implicó a un grupo de cincuenta y cuatro personas ejecutadas en la guillotina durante la Revolución francesa por orden del Comité de Seguridad General, acusadas de haber atentado contra la seguridad del Estado, sin que su culpabilidad hubiese llegado a ser formalmente establecida.

El 17 de junio de 1794, cincuenta y cuatro personas fueron condenadas a muerte, acusadas de haber atentado contra Robespierre y Collot d'Herbois. Poco antes de su ejecución, los condenados fueron vestidos con camisas rojas, algo tradicionalmente reservado a asesinos y envenenadores, lo cual ya se había hecho en otras ocasiones, como con los presuntos asesinos de Leonard Bourdon en Orleans en julio de 1793 y con Charlotte Corday. El juicio contra los camisas rojas supuso la culminación de un montaje político destinado a hacer creer al público acerca de la existencia de una conspiración monárquica contra los "padres del pueblo".

Inicialmente sólo habían sido acusadas seis personas:

El Comité de Seguridad General, en estrecha colaboración con Barère de Vieuzac, Collot y Billaud-Varennes, quiso otorgar un carácter aún más espectacular a la ejecución de los supuestos conspiradores y asesinos, por lo que elaboró un grupo heterogéneo compuesto por cincuenta y cuatro presuntos culpables a los que quiso dotar de un alo de complicidad, incluyendo en el último momento a siete presos comunes condenados por un tribunal ordinario.

Los cincuenta y cuatro acusados fueron:

Los miembros del Comité de Seguridad General, a las órdenes de Barère de Vieuzac, dotaron de una gran repercusión al juicio, el cual finalizó la noche del 17 de junio de 1794. La idea de una joven asesina juzgada como tal había sido sugerida a Barère por la prensa inglesa, la cual, una semana antes del improvisado juicio de Cécile Renault, había mencionado la existencia de una nueva Charlotte Corday. Así, los enemigos de Robespierre, entre los que se encontraban varios diputados y representantes, pudieron bautizar el proceso contra los camisas rojas. Su intención era señalarlo como aspirante a la omnipotencia, con el objetivo de socavar su popularidad y desacreditarlo públicamente.

Henri Admirat y su entorno, incluida Madame de Lamartinière y varios residentes de su barrio, fueron juzgados por el intento de asesinato de Collot d'Herbois. El proceso estuvo plagado de irregularidades puesto que los documentos relativos al caso constituían una red de contradicciones, en las cuales las confesiones extraídas, las denuncias, tanto verdaderas como falsas, y los testimonios no coincidían. Junto con los acusados fueron juzgados pequeños grupos de personas pertenecientes a su entorno, como familiares, vecinos y compañeros de trabajo.

Para dotar al proceso de un carácter político, Barère y los miembros del Comité de Seguridad General decidieron articular la acusación en torno a la figura de Jean Pierre de Batz, emigrante retornado y residente en las provincias desde el verano de 1793, ajeno a los acontecimientos de 1794. Para los autores de este montaje político, el barón debía ser el principal conspirador, estando supuestamente relacionado con sus cómplices a través de un "hilo invisible", según Élie Lacoste, miembro del Comité de Seguridad General, cuyos argumentos fueron apoyados por las declaraciones falsas y las denuncias proporcionadas por el Comité de Seguridad General, siendo dichos documentos elaborados a raíz de las declaraciones de algunos condenados, principalmente de Dossonville y Louis-Guillaume Armand, así como de un antiguo noble convertido en prisionero, Louis-François de Ferrières-Sauvebeuf. Estos informes fueron en mayor o menor medida falsificados o amañados por el Comité de Seguridad General.

Los cincuenta y cuatro acusados fueron ejecutados en la guillotina el 17 de junio de 1794 y enterrados en una fosa común en el cementerio de Picpus.



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