El ateísmo judío se refiere a las personas que siendo étnica y culturalmente judías, han abandonado su lealtad al pacto de Dios sin abandonar su identidad judía ni desvincularse del pueblo judío.
El concepto no es contradictorio, pues las autoridades rabínicas definen como «judío» a todo aquel que sea hijo de una mujer judía, o bien se haya convertido formalmente al judaísmo, y no se haya convertido a otra religión, aunque no sea practicante e incluso si se declara ateo.Maimonides basaba esa pertenencia en el cumplimiento obligatorio de trece principios, que definían la identidad judía en torno a ellos. Muchos pensadores modernos, en particular teólogos liberales, afirman que la Ley judía primitiva no atribuía una importancia tan preponderante a la teología y que enfatizaba más los actos y la conducta. Dado que los principios de dicha cultura no fueron formulados y establecidos hasta la Edad Media, habría corrompido al judaísmo auténtico.
El ateísmo judío contemporáneo se nutre del humanismo ilustrado de la Haskalá, un movimiento judío no teísta que se desarrolló a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX.
Hay una larga tradición de organizaciones judías ateas y laicas, desde la Unión General de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia a principios del siglo XX hasta la reciente Sociedad para el Judaísmo Humanista en los Estados Unidos y en Canadá.
Muchos ateos judíos se sienten integrados en algunas ramas del judaísmo, como los judíos reformados, los judíos conservadores y reconstruccionistas. Resulta menos contradictorio de lo que parece, dado el énfasis del judaísmo en la práctica más que en la creencia, lo que incluye guías que sugieren que la creencia en algún dios no es un prerrequisito necesario para la observancia de las leyes judías.
En cualquier caso, aunque estas ramas del judaísmo cuentan con ateos y agnósticos entre sus miembros, la presencia de congregaciones enteras que exponen su ateísmo resulta problemática en la práctica fuera de la Sociedad para el Judaísmo Humanista. El movimiento reformista, por ejemplo, rechaza que se afilien sinagogas que hayan eliminado toda referencia a Dios en su liturgia.
Según la Comunidad Beth Israel, en 2005 el 92% de sus miembros se declaraba tradicionalista; el 4%, poco practicante y el 4%, no practicante o ateo. En 1991, en la colectividad de judíos de origen alemán de Argentina, el 90% se identificaba como asquenazí; el 5%, como sefardí; el 4%, como ateo y el 1%, como integrante de otras confesiones.
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