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Atentados contra Alfonso XII



Los dos atentados contra Alfonso XII, rey de España, tuvieron lugar en octubre de 1878, el primero, y en diciembre de 1879, el segundo. Fueron perpetrados por anarquistas que aplicaban la nueva estrategia de la propaganda por el hecho aprobada por la Internacional anarquista en el Congreso de Verviers celebrado en 1877. En las dos ocasiones el rey Alfonso XII resultó ileso y los autores respectivos —el obrero catalán Juan Oliva Moncusí, del de 1878; y el obrero gallego Francisco Otero González, del de 1879— fueron detenidos, juzgados y ejecutados mediante garrote vil.

Desde 1874 la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (FRE-AIT) estaba prohibida y como consecuencia de ello estaba siendo objeto de una dura represión —unos dos mil internacionalistas fueron deportados a las Filipinas y a las islas Marianas; y a mediados de 1877 más de cien seguían en prisión—. El «obligado abandono de la lucha societaria, cotidiana y laboralista», según Josep Termes, contribuyó a la radicalización de la FRE-AIT, que subsistía en la clandestinidad, pero este hecho también se debió a la evolución del movimiento anarquista europeo hacia posiciones favorables al uso de la violencia por influencia del populismo[1]​ y del nihilismo rusos, que se concretaron en el Congreso de Verviers de 1877 con la aprobación de la política de la «propaganda por el hecho» —que también fue apoyada por el delegado de la FRE Tomás González Morago—.[2][3]

Aunque inicialmente la «propaganda por el hecho» se refería sobre todo a la acción insurreccional, comenzó a aplicarse a los atentados individuales, siguiendo el ejemplo del perpetrado en febrero de 1878 por Vera Zasúlich que disparó e hirió al coronel Fyodor Trepov, jefe de policía de San Petersburgo, y que causó un enorme impacto en Rusia y fuera de ella. A los pocos meses el emperador Guillermo I sufrió dos atentados fallidos perpetrados por los anarquistas alemanes Max Hödel y Karl Nobiling. En noviembre el anarquista italiano Giovanni Passannante intentó acabar con la vida del rey de Italia Humberto I. Un mes antes se había producido el primer atentado contra el rey de España Alfonso XII, también obra de un anarquista.[4]

Sobre los atentados contra el emperador alemán el periódico L'Avant-Garde, órgano de la federación francesa de la Internacional anarquista editado en La Chaux-de-Fonds, en el Jura suizo, por Paul Brousse —a quien precisamente se atribuye la invención del término «propaganda por el hecho»—, y donde colaboraba el anarcocomunista Piotr Kropotkin, publicó un artículo en el que hizo la apología del atentado, aunque con matices, como medio de propaganda de las ideas anarquistas:[5]

Las conferencias «comarcales» (entiéndase, regionales) de la Federación Regional Española celebradas en septiembre de 1878 también manifestaron su simpatía por los autores de los atentados contra Guillermo I, «hombres que han tenido el suficiente ánimo y buena voluntad para atentar contra la vida de los opresores y explotadores del género humano y muy principalmente contra los que impiden el desarrollo de las ideas anarco-colectivistas».[6]

El primer atentado contra Alfonso XII tuvo lugar el 25 de octubre de 1878. El joven obrero tonelero catalán Juan Oliva Moncasi,[7]​ admirador de Hödel y Nobiling —según un periódico había dicho que «no hi havia aqui a Espanya un home capás de imitarlos» ('que no había aquí en España un hombre capaz de imitarlos')—, disparó dos tiros contra el rey sin alcanzarle cuando éste hacía su entrada en Madrid de vuelta de un viaje por el norte de España.[8]​ Fue detenido inmediatamente y el 4 de enero de 1879 fue ejecutado mediante garrote vil.[9]​ El periódico L'Avant-Garde, que alabó la valentía de Oliva y su «gran servicio a la revolución»,[7]​ publicó la siguiente nota de un grupo de anarquistas españoles en apoyo del atentado:[10]

El segundo atentado tuvo lugar un año y dos meses después. El 30 de diciembre de 1879, cuando los monarcas volvían de pasear por el Retiro, Francisco Otero González, de 20 años, les disparó casi a quemarropa sin herirles.[8]​ Otero, nacido en Lindín, provincia de Lugo, pero residente en Madrid, tenía una pastelería que apenas le daba para vivir a él y a su compañera, por lo que pensó en suicidarse, pero alguien le dijo que mejor que atentara contra el rey. Fue ejecutado mediante garrote vil el 14 de abril de 1880.[11]

De nuevo la prensa anarquista europea se hizo eco del suceso, aunque esta vez se limitó a relatar lo ocurrido. La Revolte, que había sucedido a L'Avant-Garde después de su clausura por orden de las autoridades suizas, llegó a afirmar que si el atentado hubiera tenido éxito la monarquía en España habría caído.[11]​ Según el historiador Juan Avilés Farré, este parece haber sido el propósito de los atentados contra el rey, que carecía de heredero: «crear un vacío de poder que propiciara un alzamiento republicano, que ellos [los anarquistas] tratarían de conducir hacia la revolución social».[6]



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