El atletismo en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 estuvo marcado por el escándalo en la final de los 100 m lisos masculinos, en la que tras el histórico triunfo del canadiense Ben Johnson con un nuevo récord mundial de 9.79, fue descalificado al dar positivo en el control antidopaje por una sustancia prohibida llamada estalonozol. La medalla de oro pasó así a su rival Carl Lewis, que con 9,92 se convirtió también en plusmarquista mundial.
Carl Lewis llegó a Seúl con el objetivo de repetir su hazaña de Los Ángeles 1984 ganando cuatro medallas de oro, pero finalmente se tuvo que conformar con dos de oro (en 100 m y salto de longitud) y una de plata, pues en los 200 m fue derrotado por su compatriota y compañero de entrenamientos Joe DeLoach, y en los relevos 4 × 100 m el equipo americano fue descalificado en las eliminatorias.
La gran estrella en el atletismo femenino fue la velocista Florence Griffith que ganó tres medallas de oro (en 100, 200 y relevos 4 × 100 m.) y una de plata (en relevos 4 × 400 m.). Además en los 200 m batió el récord mundial dos veces el mismo día, en semifinales y en la final.
Los Juegos de Seúl también serán recordados por el abrumador dominio de los corredores kenianos en las pruebas de mediofondo y fondo, donde ganaron cuatro medallas de oro. Por otra parte nunca el dominio de los atletas africanos había sido tan abrumador como en estos Juegos, pues ganaron en todas las distancias a partir de los 800 m, con la única excepción de la maratón. Se inauguraba así una nueva época que llega hasta nuestros días de dominio africano en las pruebas de mediofondo y fondo.
Destacaron también las derrotas de dos históricos campeones, el estadounidense Edwin Moses, que solo fue tercero en los 400 m vallas y el británico Daley Thompson en decatlón, donde acabó cuarto tras la ruptura de la pértiga durante un salto.
Sergéi Bubka consiguió el título de campeón olímpico en salto con pértiga con un nuevo récord olímpico (5,90 m.) Los soviéticos hicieron un triplete en esta prueba.
Los atletas de los países del Este coparon todos los triunfos en los lanzamientos, excepto en el lanzamiento de jabalina masculino donde se impuso el finlándes Tapio Korjus. Finlandia conseguía así la medalla más preciada, pues la jabalina es casi una religión en este país nórdico.
Otra estrella fue la americana Jackie Joyner-Kersee, que ganó las medallas de oro en heptatlón y salto de longitud. En heptatlón consiguió un nuevo récord del mundo con 7.291 puntos, un récord que aún perdura.
En salto de altura femenino se produjo la sorpresa de la derrota de la plusmarquista mundial Stefka Kostadinova ante la americana Louise Ritter. En categoría masculina ganó el ruso Gennadi Avdeyenko, que tampoco era favorito.
En maratón ganaron dos europeos de países latinos, el italiano Gelindo Bordin y la portuguesa Rosa Mota.
En total se batieron cuatro récords mundiales en tres pruebas diferentes (100 m masculinos, 200 m femeninos y heptatlón), y además el equipo de Estados Unidos igualó el de relevos 4 × 400 m masculinos.
En términos globales Estados Unidos fue el país dominador con 13 medallas de oro (7 en hombres y 6 en mujeres), seguido por la Unión Soviética con 10 (5-5), la República Democrática Alemana con 6 (3-3) y Kenia con 4 (4-0).
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