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Atzimba



Alberto Michel

Atzimba es una ópera en tres actos y siete escenas con un libreto de Alberto Michel y Alejandro Cuevas puesto en metro músico por Ricardo Castro.

La acción se desarrolla en Michoacán en 1522.

En un salón del palacio del rey Tzimzitcha. Huépac, Hirepan y algunos sacerdotes y guerreros hablan sobre la invasión de su patria por extraños. Se acusa al emperador Moctezuma II por su cobardía al entregar las tierras de Anáhuac a los españoles. Piden entonces la intervención de la diosa de la Luna “Xharatanga”, la cual verá por ellos y ayudará para que se derrame la sangre de los invasores en la piedra de los sacrificios. En tanto Huépac revela a Hirepan el amor que siente por la princesa Atzimba hermana de rey y de la que descubre que ama al enemigo español Jorge de Villadiego, al que juran habrá que sacrificar para ofrecerle al sol su corazón como ofrenda. Jorge se enamora de Atzimba y ella no puede rechazar su amor.

Huépac aprovecha la turbación de Atzimba y le confiesa su amor al tiempo que la amenaza con informar al rey el amor que Atzimba le profesa al enemigo. El rey al darse cuenta de lo que siente Atzimba por el conquistador español, le hace aprehender al recibirlo como emisario de Hernán Cortés.

El rey hace conducir a Jorge hasta la piedra de los sacrificios en donde es inmolado Atzimba jura que lo seguirá hasta la muerte arrebatando el puñal de sacrificio de Huépac para clavárselo en el corazón.

Algunas fuentes documentales mencionan que en su forma original Atzimba tenía las características de una zarzuela, y que sólo más tarde fue transformada en ópera. Seis años después del estreno de Atzimba habría de representarse por primera vez la otra ópera importante de Castro, La leyenda de Rudel.

El estreno de Atzimba se llevó a cabo con éxito, el 20 de enero de 1900 con la compañía de zarzuela del Teatro Arbeu. En septiembre de ese mismo año se habría de inaugurar el Teatro Renacimiento, que más tarde se convertiría en el Teatro Virginia Fábregas, con una temporada que se inició con Aída y terminó, el 11 de noviembre, con la reposición de Atzimba. Cuatro días después del estreno de la ópera, el Diario del Hogar publicó un texto firmado por R.N. Montante que decía así:

Después del exitoso estreno de la ópera, que le valió a Ricardo Castro el reconocimiento no sólo de colegas sino de la sociedad, la obra fue representada con cierta regularidad aproximadamente cada 10 años. La última representación de la ópera se realizó en los años 50's del siglo XX. El papel principal fue cantado en aquella ocasión por la entonces muy joven Rosa Rimoch. La obra se transmitió en la radio. Tal transmisión fue grabada por Cristián Caballero. Ese es el único registro conservado y que resulta de incalculable valor, pues la partitura de la obra se perdió luego. Resulta algo incomprensible que todas las particelas y las partituras utilizadas para todas las representaciones desaparecieran. Tan sólo se conservan de la obra dos actos completos y uno último sin instrumentar. Arturo Márquez realizó una reconstrucción del faltante segundo acto de la obra. Respecto al misterioso destino de la ópera Atzimba, la pianista y musicóloga Eva María Zuk, especializada en la obra de Castro, dice en una entrevista:

La versión con la reconstrucción de la orquestación del segundo acto realizada por Arturo Márquez se estrenó el 7 de febrero de 2014 en el Teatro Ricardo Castro de la ciudad de Durango en el marco de las conmemoración por los 150 años del nacimiento del compositor. La producción se presentó después en la ciudad de Cuernavaca y en la Ciudad de México.

La creación de Atzimba se sitúa históricamente en un momento en que sucede un fecundo movimiento de creación operística en toda Latinoamérica. Entre los compositores latinoamericanos que escriben óperas al mismo tiempo que Ricardo Castro crea su Atzimba se deben mencionar a los mexicanos Melesio Morales, Julio Morales y Ernesto Elorduy, los uruguayos Tomás Giribaldi con sus óperas La Parisina y Manfredi di Svevia y Oscar Camps y Soler con su ópera Esmeralda. León Ribeiro estrena su ópera Colón en 1892 en el marco de las festividades por el cuarto centenario del descubrimiento de América; las tres óperas llamadas todas Tabaré, basadas en el poema homónimo de José Zorrilla de San Martín debidas respectivamente a Alfonso Broqua, Arturo Cosgaya Ceballos, y Heliodoro Oseguera. Además se deben mencionar, entre muchísimos otros a los compositores de ópera chilenos Aquinas Ried y Eliodoro Ortiz de Zárate, los colombianos José María Ponce de León y Augusto Azzali, el brasileño Antonio Carlos Gomes y los argentinos Francisco Hargreaves, Miguel Rojas y Edoardo Torrens.

La obra de Ricardo Castro se ubica en la tradición de las óperas con temas históricos y tendencias nacionalistas como el Guatimotzin de Aniceto Ortega, Il Guarany de Antonio Carlos Gomes, Ollanta y Atahualpa de José María Valle Riestra, Huémac de Pascual de Rogatis y Quiché Vinak de Jesús Castillo entre muchas otras.



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