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BWV 1012



Las Suites para violonchelo solo, BWV 1007-1012 son un conjunto de piezas escritas por el compositor barroco alemán Johann Sebastian Bach. Aunque resulta difícil establecer con exactitud cuándo fueron compuestas, sabemos que las suites vieron la luz durante el llamado "período de Cöthen", cuando Bach ejercía como maestro de capilla en la corte del príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen. A diferencia de la otra gran colección bachiana para instrumento de cuerda solo, las seis Sonatas y partitas para violín, no conservamos el manuscrito del propio compositor, sino una copia redactada por su segunda esposa, Ana Magdalena, y que debemos fechar en torno a 1720 o 1721.[1][2]

Son unánimemente consideradas como una de las mayores obras para violonchelo jamás escritas. Prácticamente relegadas a una mera función didáctica hasta su "redescubrimiento" por parte de Pau Casals a finales del siglo XIX, se han convertido con el paso de las décadas en parte habitual del repertorio y auténtica piedra de toque para los violonchelistas.[3][1][4]

La colección de suites probablemente fue compuesta en el período 1717-1723, cuando Bach era Kapellmeister en Cöthen. La uniformidad y la coherencia de estas obras sugieren que pudieron haber sido concebidas en conjunto o de forma secuencial, probablemente para uno de los violonchelistas de Cöthen como Christian Bernhard Linigke[2]​ o Christian Ferdinand Abel, mucho más conocido como violagambista.[5]​ Es imposible establecer una cronología exacta y precisa de las suites, no existen datos fiables sobre el orden en que fueron concebidas y/o si fueron escritas antes o después de las Sonatas y partitas para violín solo. En cualquier caso, los expertos —sobre la base de un análisis comparativo de los diferentes estilos de estas obras— creen que las Suites para violonchelo fueron escritas primero, antes de 1720, el año que aparece en la portada de la copia manuscrita de las Sonatas y partitas para violín solo.[6][7][8]

Estas obras son particularmente significativas en la historia de los instrumentos de cuerda. Hasta el tiempo de Bach era costumbre que el violonchelo interpretase partes de acompañamiento, y las partes melódicas en el mismo registro se encomendaban a instrumentos de la familia de la viola da gamba. Sin embargo, al violonchelo se le asigna una parte solista en estas suites, igual que en ciertas partes de los Conciertos de Brandeburgo. Puede considerarse a Bach un innovador que promueve la sustitución de la viola da gamba, si bien algunos estudiosos creen que es probable que hubiera hecho esto porque le resultaba difícil asignar partes virtuosísticas a ese instrumento,[5]​ debido a que el príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen, para el cual trabajaba en aquel entonces, era violagambista y tocaba las obras de Bach, pero no era especialmente virtuoso. Por ello decidió, según esta hipótesis, escribir estas ambiciosas piezas para el violonchelo.[5][2]

Durante la vida de Bach fueron copiados numerosos manuscritos de las suites, pero nunca se convirtieron en una pieza ampliamente conocida. La primera edición impresa de estas obras realizada por Louis Pierre Norblin, fue publicada por la editorial Janet et Cotelle de París en 1824. En esta edición de la obra se observa que el destino y la consideración de las suites cambia y durante mucho tiempo no fueron consideradas obras o danzas de carácter virtuosístico, sino estudios. Tal es así, que en la portada de la primera edición se presentan como Sonates ou Études (Sonatas o estudios).[9][10][11]

Robert Schumann había escrito un acompañamiento de piano para las suites, sin embargo éstas no alcanzaron gran difusión hasta el siglo XX. El violonchelista Pau Casals fue quien las rescató del olvido. En 1890, a la edad de 13 años, se encontró con las suites editadas por Friedrich Grützmacher en una tienda de Barcelona y empezó a estudiarlas. Hasta 1925, a los 48 años, no realizó una interpretación en público. Solo entonces aceptó grabar las suites y se convirtió en el primero en hacer una grabación de las mismas. Su popularidad creció constantemente desde entonces y en la actualidad la grabación de Casals sigue estando disponible.[12][4]

Hoy en día, tras la recuperación por parte de Casals, las suites son una de las mayores obras para violonchelo y casi cada violonchelista aspira a tocarlas de la mejor manera posible.[1]​ Los intérpretes más conocidos de este instrumento como Mstislav Rostropovich, Emanuel Feuermann, Pierre Fournier, Jacqueline du Pré, Paul Tortelier, André Navarra, Yo-Yo Ma, Gregor Piatigorsky, Mischa Maisky, Janos Starker, Anner Bijlsma, Heinrich Schiff, Pieter Wispelwey, Mario Brunello y Carlos Prieto han hecho grabaciones de las mismas. Yo-Yo Ma ganó el premio Grammy a la mejor interpretación instrumental solista (sin orquesta) en la edición de 1985 por su álbum Bach: The Unaccompanied Cello Suites. Por su parte, Mischa Maisky vendió más de 300.000 copias de su grabación de las suites, lo cual se sitúa muy por encima del promedio de ventas de la música clásica.[6]​ Celebérrima fue la interpretación improvisada de Mstislav Rostropovich durante la caída del muro de Berlín, que dio la vuelta al mundo a través de la televisión. Asimismo, han tenido lugar actuaciones en lugares de gran belleza como la de Mario Brunello en el Monte Fuji en 2007, para acercarse al absoluto y la perfección según el propio Brunello. Parte de las suites también fueron interpretadas por Yo-Yo Ma para el funeral del senador americano Edward Kennedy y en septiembre de 2002 durante el aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001.[1]

A diferencia de las Sonatas y partitas para violín solo de Bach, no se conservan manuscritos autógrafos de estas suites, por lo que es difícil elaborar una edición crítica. Si bien, existen manuscritos no autógrafos.[13]

«Sechs Suonaten
Pour le Viola de Basso
par Jean Sebastian
Bach:

«Seis sonatas
para la viola de basso
por Johann Sebastian
Bach:

«Suites a
Violoncello Solo
senza
Basso
composées
par
Sr. J. S. Bach

«Suites para
violonchelo solo 
sin
bajo
compuestas
por
J. S. Bach,

«Suiten mit Preluden
für das Violoncello
von

«Suites con preludios
para el violonchelo
de

El análisis de todas estas fuentes secundarias, en especial la copia manuscrita de Anna Magdalena Bach, ha hecho posible la reconstrucción de un conjunto de posibles arquetipos, aunque faltan las ligaduras de expresión y otras articulaciones. En consecuencia, hay diferentes interpretaciones de las suites pero ni una sola edición crítica aceptada. De hecho, se han escrito más de 82 ediciones críticas diferentes desde 1825 hasta 2000.[16]​ Además, el profesor Martin Jarvis de la Charles Darwin University School of Music, en Darwin, Australia también plantea dudas sobre la autoría de la obra: mantiene que la misma Anna Magdalena Bach escribió las seis suites, aunque muchos musicólogos y músicos, dada la dificultad de encontrar una clara confirmación de estas hipótesis, se mantienen escépticos sobre esto.[17]

Los cambios del significado de los términos musicales a lo largo de la historia hacen que sea difícil determinar exactamente cuáles son los instrumentos "que Bach pretendía" que tocasen las suites. De manera que sobre este asunto hay muchas interpretaciones. Se cree que la sexta suite, escrita expresamente para un instrumento de cinco cuerdas, pudo haber sido escrita para violonchelo piccolo.[18]​ Según reconstrucciones históricas basadas en evidencias atribuidas a Franz Benda, la sexta suite pudo haber sido escrita para viola pomposa,[19]​ que pudo haber sido inventada por el propio Bach.[20]​ Pero los estudios sobre tal instrumento[21][22]​ y su historia[2][12]​ hacen que tal tesis sea poco verosímil. Mark Mervyn Smith sugiere que hacia finales del siglo XVIII se empezó a dar el nombre de viola pomposa al violonchelo piccolo de cinco cuerdas.[23]​ Asimismo, se han propuesto otras originales hipótesis que a menudo encuentran escasa confirmación en el ámbito musicológico. Por ejemplo, Dmitry Badiarov ha sugerido que todas las suites fueron escritas para violonchelo da spalla o violonchelo piccolo.[12]Sigiswald Kuijken y Ryo Terakado han grabado todas las suites con violonchelo da spalla.[24]

En la música anterior al siglo XIX la escritura musical no incluía muchos de los signos de interpretación que se usan en partituras más recientes, en relación con una distribución diferente de los roles entre el compositor e intérprete.[25]​ Los manuscritos musicales con frecuencia eran enviados directamente del compositor al intérprete para el que estaba destinada la obra (cuando era diferente del propio compositor) o a los copistas. En el caso de Bach solían ser su esposa y sus estudiantes. A diferencia de los libros impresos, las indicaciones ocasionales para la ejecución que aparecen en los manuscritos adquieren un valor completamente diferente cuando se pueden considerar escritas por el compositor, en comparación con las añadidas por otros intérpretes o copistas. Por esta razón, es muy importante distinguir los manuscritos originales del compositor respecto de las copias, aunque por desgracia para las seis suites no se conocen los manuscritos.

Los violonchelistas se ven obligados a tomar de forma independiente muchas decisiones interpretativas y a veces técnicas, comenzando por los arcos y la dinámica. Los resultados son muy diversos ya que la originalidad y complejidad de la escritura de estas obras no permiten fácil comparación con otros modelos de la época. Por tanto las interpretaciones pueden diferir significativamente unas de otras. Las decisiones evidencian la actitud interpretativa, las concepciones estético musicales del ejecutante y su idea de cómo pretendía Bach que fueran tocadas estas piezas.[26]​ Por este motivo muchos violonchelistas se acercan a esta obra con gran respeto y a veces con temor. Tanto Casals como Rostropovich fueron reacios a grabarlas y se arrepintieron tras hacerlo. Rostropovich llegó a decir en varias ocasiones que para él había sido un error grabarlas.[26][4]​ De igual manera, algunos instrumentistas de la segunda mitad del siglo XX en adelante como Janos Starker, Mischa Maisky, Yo-Yo Ma o Mario Brunello las han grabado en varias ocasiones, al no reconocerse en la interpretación ofrecida en su grabación previa.

Las diversas formas de interpretar las suites oscilan entre los siguientes enfoques:

Cada una de las suites se divide en seis movimientos, siguiendo una estructura fija: un preludio inicial (que en la mayoría de casos supone la sección más importante de la suite) seguido por los cinco movimientos de danza: allemande, courante, sarabande, una danza galante (un minueto en el caso de la primera y segunda suites, una bourrée en la tercera y la cuarta, y una gavota, en la quinta y la sexta) y finalmente una gigue.



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