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Bachillerato (España)



El bachillerato español es una enseñanza postobligatoria, impartida normalmente desde que el alumno tiene 16 años, tras haber obtenido la ESO (Educación Secundaria Obligatoria). Tiene dos cursos de duración y carácter preuniversitario. Tras haber superado el Bachillerato se puede ingresar en los Ciclos Formativos de Grado Superior, o en la universidad, tras superar las Pruebas de Acceso a la Universidad. El Bachillerato actualmente vigente en España está regulado en la LOMLOE de 29 de diciembre de 2020.

En la enseñanza española (e hispanoamericana) de los siglos XIII al XVII o XVIII, el título Bachiller era el grado menor de los estudios universitarios. Con fines de inserción laboral era equivalente a los estudios diplomatura posteriores, ya que facultaba para ejercer una profesión sin necesidad de llegar a los grados mayores (licenciado y doctor). Se estudiaba en las universidades (en las escuelas menores) o en los colegios menores.

Fue la primera ley educativa franquista. Propuesta por el ministro de Educación Nacional del primer gobierno de Francisco Franco, el monárquico Pedro Sainz Rodríguez y promulgada en septiembre de 1938 todavía en plena guerra civil, estableció un nuevo plan de bachillerato caracterizado por la vuelta a esquemas clásico-humanistas propios de la España imperial, que era el modelo en el que quería inspirarse el Nuevo Estado.[1]

Constaba de siete cursos durante los cuales debían cursarse siete «disciplinas» a lo largo de todos ellos: Religión, desdoblándose con Filosofía a partir del 5º curso (sobre esta «disciplina» en el preámbulo se decía que «el Catolicismo es la médula de la Historia de España. Por eso es imprescindible una sólida instrucción religiosa»); Lenguas clásicas: latín en todos los cursos y griego a partir de 4º (en el preámbulo se justificaba su inclusión aduciendo que «la cultura clásica y humanística se ha reconocido universalmente como la base insuperable y fecunda para el desarrollo de las jóvenes inteligencias»); Lengua y Literatura Española (en el preámbulo se decía: «complemento natural de las humanidades clásicas han de ser las humanidades españolas. Es nuestra lengua el sistema nervioso de nuestro Imperio espiritual y herencia real y tangible de nuestro Imperio político-histórico»); Geografía e Historia (en el preámbulo se decía: «la revaloración de lo español, la definitiva extirpación del pesimismo anti-hispánico y extranjerizante, hijo de la apostasía y de la odiosa y mendaz leyenda negra, se ha de conseguir mediante la enseñanza de la Historia Universal (acompañada de la Geografía), principalmente en sus relaciones con la de España. Se trata así de poner de manifiesto la pureza moral de la nacionalidad española; la categoría superior, universalista, de nuestro espíritu imperial, de la Hispanidad, según concepto felicísimo de Ramiro de Maeztu, defensora y misionera de la verdadera civilización, que es la Cristiandad»); Matemáticas; dos Lenguas Modernas, de las que una de ellas tenía que ser el alemán o el italiano; y Cosmología, que incluía la iniciación a las Ciencias Naturales y a la Física y Química. Estas siete disciplinas irían acompañadas de la «Educación artística, física y patriótica» que incluiría «ejercicios gimnásticos; música; trabajos manuales; visitas de arte», «conferencias para la formación patriótica de la juventud» y «Dibujo y modelado».[2]

Para cursar el «Bachillerato Universitario» se requería haber cumplido 10 años y superar una prueba de ingreso. Los tres primeros cursos constituían el «ciclo de estudios elementales» y al final de los siete años había que superar «el examen de Estado del Bachillerato» cuyo tribunal sería organizado por la Universidad. El Bachillerato no era gratuito pero la ley establecía que los Centros del Estado (Institutos de Segunda Enseñanza) y particulares debían reservar un tanto por ciento de plazas gratuitas. Por otro lado, el «nuevo Bachillerato clásico y formativo» se proponía acabar con «la rusofilia y el afeminamiento».[2]

El preámbulo de la Ley terminaba así:[2]

Por otro lado, el Estado dejó en manos de los colegios regentados por las órdenes religiosas católicas esta enseñanza y cerró los institutos públicos que había creado la República. De esta forma se pusieron las bases del clasismo del sistema educativo franquista, uno de sus rasgos esenciales.[1]

En el plan de estudios de 1953 (del ministro Ruiz-Giménez) se dividió en dos partes: bachillerato elemental y bachillerato superior. El primero constaba de cuatro cursos entre los 10 y 14 años, denominados 1º, 2º, 3º y 4º, y el segundo de dos cursos, 15 y 16 años, llamados 5º y 6º. Ambos tenían un examen final de reválida (reválida de cuarto y reválida de sexto), que se hacía en un centro oficial, normalmente en un instituto dependiente del ministerio de Educación. Los que seguían la enseñanza primaria obligatoria (de 6 a 14 años) podían hacer el bachillerato superior, aprobando la reválida de cuarto curso. Paralelamente existía el bachillerato laboral o técnico, creado en 1949 y dirigido a los alumnos que deseasen realizar estudios técnicos o profesionales.

El bachillerato superior tenía dos ramas: de ciencias y de letras. Para poder realizar el examen de reválida (elemental o superior), era obligatorio tener aprobadas todas las asignaturas de los cursos específicos de cada bachillerato. Una vez aprobado el examen especial de la reválida elemental, el alumno podía elegir entre la rama de ciencias o de letras, que debía de conservar durante el bachillerato superior y el preuniversitario, salvo excepción razonada. La reválida era un examen global de las asignaturas que se habían estudiado en los cursos anteriores en cada bachillerato. El alumno no podía pasar al curso superior si tenía más de tres asignaturas suspensas, y tenía en septiembre una convocatoria extraordinaria para examinarse de aquellas asignaturas no aprobadas en la convocatoria de junio. Los títulos oficiales que expedía el Ministerio de Educación Nacional se denominaban "bachiller elemental" y "bachiller superior" respectivamente.

Tras la reválida de sexto, había un curso llamado preuniversitario (vulgo "Preu"), también con las dos ramas, y cuyo examen se realizaba en la universidad. Era en un principio un curso preparatorio para la universidad, con estudios muy extensos sobre temas muy acotados, como –por ejemplo– sobre El Quijote en literatura, o mecánica del automóvil en física. Fracasó por diferentes razones; entre ellas, no permitía a la mayoría de los estudiantes profundizar en los temas de su interés para futuros estudios, y además muchos profesores de bachillerato no estaban preparados para exponer, durante todo un curso, extensamente un tema que cambiaba todos los años. Al final, cambió para convertirse en un curso como los demás del bachillerato.

La implantación de la Educación General Básica (EGB) en la España de los años 70 sustituyó en su tramo superior al bachillerato elemental. De este modo se situaba el bachillerato más cerca de los estudios universitarios, además de tratar de quitar a la antigua enseñanza primaria el estigma de ser los estudios de quien nunca iba a llegar a la universidad. Así, los estudiantes podrían optar por el nuevo BUP o la formación profesional a los catorce años en vez de a los diez, que es cuando renunciaban a hacer el examen de ingreso en el bachillerato elemental, ya que no era necesaria ninguna prueba específica para acceder al nuevo bachillerato.

En esta reforma, el siguiente tramo educativo era el Bachillerato Unificado Polivalente (BUP), que sustituyó al Bachillerato Superior, como la Educación General Básica (EGB) (entre los 6 y los 14 años) hizo con la primaria y el bachillerato elemental. Para acceder a la Universidad era necesario el Curso de Orientación Universitaria (COU), que preparaba para las Pruebas Acceso a la Universidad (PAU) o selectividad, sustituyendo al antiguo curso preuniversitario o «Preu».

El bachillerato se estudiaba en Instituto Nacional de Bachillerato (INB), Instituto de Bachillerato (IB) o Instituto de Educación Secundaria (IES), cuyo nombre varió según los tiempos políticos.

La implantación de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) sustituyó en su tramo inferior a los dos últimos cursos de la EGB. Al finalizar la ESO, había que optar entre los estudios de formación profesional de grado medio o el Bachillerato. Este constaba de dos cursos antes de los estudios Universitarios o de los estudios de formación profesional de grado superior.

El Bachillerato presentaba cinco modalidades: artes, tecnológico, ciencias sociales, ciencias de la salud y humanidades. Cada una de ellas capacitaba para cursar diferentes estudios universitarios, una vez superada la PAU, prueba de acceso a la universidad, más conocida como selectividad.

Este bachillerato comenzó a implantarse a nivel general en el curso 2000/1.[3]​ Sin embargo, desde 1996 se estuvo impartiendo un bachillerato experimental (reforma de la enseñanzas medias) en algunos institutos.

El bachillerato LOGSE sufrió una reforma en la LOE.

Según lo establecido en la LOE, el bachillerato se estudia durante dos cursos, normalmente a continuación de la ESO.

Hay tres modalidades distintas de bachillerato: Artes (dos vías), Ciencias y Tecnología, y Humanidades y Ciencias sociales.

La nueva ley de Educación LOMCE aprobada por las Cortes Generales el día 28 de noviembre de 2013 y promulgada con fecha de 9 de diciembre, en su artículo 1.24 modifica el artículo 34 de la LOE y establece 3 modalidades de bachillerato, con dos «itinerarios» para el de Humanidades y Ciencias Sociales.

La organización del bachillerato depende de las comunidades autónomas, aunque el ministerio de Educación ofrece un marco común. De acuerdo con este, existen tres modalidades distintas de bachillerato: Artes, Ciencias, y Humanidades y Ciencias sociales (dos itinerarios).[4]

Al igual que en la educación primaria y en la ESO, en bachillerato se distingue entre «asignaturas troncales», «asignaturas específicas» y «asignaturas de libre configuración autonómica» —en esta última categoría es donde se incluye la asignatura Lengua Cooficial y Literatura en aquellas comunidades autónomas que la posean—. Corresponde al gobierno determinar los contenidos de las asignaturas troncales, mientras, las Administraciones educativas podrán «complementar los contenidos de las asignaturas troncales» y «establecer los contenidos de los bloques de asignaturas específicas y de libre configuración autonómica».

Según el artículo 1.25, que añade el artículo 34 bis a la LOE, en el primer curso se cursarán asignaturas troncales «generales» (fondo de color marrón) y asignaturas troncales «de opción» (con fondo blanco, de las que en cada modalidad se escogen dos), además de las asignaturas específicas (con fondo verde). La lengua cooficial y Literatura no es una materia troncal, sino una «asignatura de libre configuración autonómica».

Asignaturas específicas a escoger en primero de Bachillerato entre un mínimo de dos y máximo de tres, en función de la oferta de los centros docentes:

Según el artículo 1.26, que añade el artículo 34 ter. a la LOE, en el segundo curso se cursarán asignaturas troncales «generales» (fondo de color marrón) y asignaturas troncales «de opción» (con fondo blanco, de las que en cada modalidad se escogen dos). La Lengua Cooficial y Literatura no es una materia troncal, sino una «asignatura de libre configuración autonómica».

Asignaturas específicas a escoger en segundo de bachillerato entre un mínimo de dos y máximo de cuatro, en función de la oferta de los centros docentes:

La LOMLOE establece cuatro modalidades de bachillerato de dos cursos de duración:
a) Ciencias y Tecnología.
b) Humanidades y Ciencias Sociales.
c) Artes.
d) General.

La ley dice que «el bachillerato se organizará en materias comunes, en materias de modalidad y en materias optativas» y que «el Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá la estructura de las modalidades, las materias específicas de cada modalidad y el número de estas materias que deben cursar los alumnos y alumnas». Asimismo se establece que «cada una de las modalidades podrá organizarse en distintas vías que faciliten una especialización del alumnado para su incorporación a los estudios posteriores o a la vida laboral».

La ley establece las siguientes materias comunes del bachillerato:
a) Educación Física.
b) Filosofía.
c) Historia de la Filosofía.
d) Historia de España.
e) Lengua Castellana y Literatura y, si la hubiere, Lengua Cooficial y Literatura.
f) Lengua Extranjera.

En cuanto a la promoción de curso la ley establece que «los alumnos y alumnas promocionarán de primero a segundo de bachillerato cuando hayan superado las materias cursadas o tengan evaluación negativa en dos materias, como máximo» y que «los alumnos y alumnas podrán realizar una prueba extraordinaria de las materias que no hayan superado, en las fechas que determinen las Administraciones educativas».

Para la obtención del título de Bachiller, «será necesaria la evaluación positiva en todas las materias de los dos cursos de bachillerato». Sin embargo, «el Gobierno, previa consulta a las Comunidades Autónomas, establecerá las condiciones y procedimientos para que, excepcionalmente, el equipo docente pueda decidir la obtención del título de Bachiller por el alumno o alumna que haya superado todas las materias salvo una, siempre que en ella no se haya producido una inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los objetivos y competencias vinculados a ese título».

Existen más modalidades aparte del bachiller diurno presencial, especialmente diseñado para adultos que deseen retomar sus estudios. Forma parte de la oferta educativa ordinaria de ciertos institutos además de impartirse en otros centros exclusivos de educación para adultos.

En su versión nocturna, el horario está comprendido (dependiendo de la latitud, legislación y demás) en horas de tarde/noche. Suelen impartirse 4 períodos lectivos de 50 minutos con un descanso en medio de 30, que pueden ir desde un comienzo a las 16 horas hasta una conclusión de 22:00 horas. Comprende la ventaja de la convalidación anual de asignaturas individuales, es decir, cada asignatura aprobada queda aprobada/convalidada para sucesivos cursos. Esto se debe a que los adultos que trabajan no disfrutan de la misma cantidad de tiempo para estudiar que el que pueda tener un alumno en el instituto diurno. Cabe señalar que los contenidos impartidos para cada rama son idénticos tanto en el bachillerato nocturno como en el diurno.



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