Para otras acepciones, véase Baeza
Baeza es una ciudad y municipio de España, en la provincia de Jaén. Está integrada en la comarca de La Loma y es cabeza del partido judicial de Baeza.
El 3 de julio de 2003 la UNESCO declaró los conjuntos monumentales renacentistas de Úbeda y Baeza Patrimonio de la Humanidad.
Además, destaca como centro de producción de aceite oliva.
Denominada "Nido Real de Gavilanes" por el romancero, fue un punto clave en la conquista de al-Ándalus por los reyes cristianos; pasando definitivamente al reino de Castilla en 1227. Atalaya sobre el Guadalquivir, la posesión de su alcázar (considerado como inexpugnable) aseguró la retaguardia castellana, la vez que supuso una amenaza constante para los reinos islámicos situados al oeste y al sur del Guadalquivir; una amenaza que se hizo efectiva durante los más de dos siglos de lucha fronteriza que separaron la incorporación de Baeza al reino de Castilla y la caída del reino nazarí de Granada (1492).
Durante el período de gran crecimiento demográfico y económico que supuso la mayor parte del siglo XVI, y aún en parte del XVII, Baeza construyó sus edificios públicos y administrativos con alto sentido de capitalidad y con la más alta dignidad, conformando así, junto con las construcciones eclesiásticas, un tejido urbano caracterizado por una monumentalidad que ha dado a la ciudad un encanto especial a los ojos del visitante.
Se encuentra a unos 48 km al noreste de la capital provincial, y limita por el este con el municipio de Úbeda, con el que comparte la capitalidad de la histórica Comarca de La Loma.
En la escalera monumental del edificio plateresco del Ayuntamiento (en su primer escalón) está marcado un círculo que históricamente señala este punto como el centro geográfico del Reino de Jaén, el kilómetro cero provincial. De hecho, no fue hasta finales del siglo XVI cuando la ciudad de Jaén tomó el relevo a Baeza, en todos los ámbitos, como cabeza del Santo Reino que devino en la actual provincia. La ciudad, que en la Reconquista encabezó el actual territorio que ocupa hoy la provincia de Jaén, actualmente sigue siendo en cierto modo el alma histórica de esta provincia, y resume la esencia de lo jiennense.
Situada en lugar dominante de la muy histórica comarca de La Loma y en la margen derecha del Guadalquivir, que discurre a corta distancia por su alto valle, se alza la ciudad de Baeza, tan antigua como la Historia misma. La ciudad se encuentra asentada sobre tres cerros y el pequeño valle que queda en medio, en una posición bastante elevada sobre el valle del Guadalquivir, situación propicia para ser una plaza importantísima de la antigüedad.
Baeza, al igual que el resto de La Loma presenta un clima mediterráneo-continental, con unos inviernos bastante fríos, (6 °C de temperatura media en enero) y unos veranos calurosos, aunque sensiblemente menos que en el cercano valle del Guadalquivir (25 °C en agosto). Su temperatura media anual es de unos 15 °C. Las lluvias se concentran principalmente entre los meses de octubre y mayo, siendo los veranos muy secos.
Número de habitantes del municipio en los últimos años según el INE:
En campo de gules, un castillo con dos torres de oro, almenado, aclarado de azur y mazonado de sable, en cuya puerta y en cada una de sus hojas, figura una llave de plata, puesta en palo. El castillo está surmontado por un aspa o sotuer de oro, y este a su vez, por una cruz patriarcal de plata.
Despliega la heráldica municipal sobre paño morado, de conformidad con el pendón morado de León.
Compuesto en los años cuarenta del s. XX, cuenta con letra del que fuera alcalde Francisco Rodríguez Haro y música del maestro Emilio Cebrián Ruiz.
El mote Nido Real de Gavilanes se ha colado a veces en una filacteria bajo el escudo a modo de lema.
Se puede hablar de una "prehistoria" relevante en Baeza por los muchos yacimientos arqueológicos que hay catalogados. Aunque hasta la Edad del Cobre, a mediados del III Milenio a.C., no aparecen según los muestreos ciertos grupos humanos de entidad significativa, es cierto que del V Milenio a.C. hay datos de existencia en la zona de grupos epipaleolíticos en lo que respecta a sus hábitos de vida, caracterizados por una supervivencia de cazadores y recolectores. Mil años después acudirán comunidades de más al sur, concretamente de las cuevas y abrigos de Sierra Mágina; se trata de grupos que traen consigo formas neolíticas basadas en la actividad agraria y en ciertos avances técnicos como el pulimento de la piedra y la cerámica. Todo ello ha sido documentado en yacimientos como el de Los Horneros, Los Morales y Toya. En la Edad del Cobre aparecen poblados de cabañas, algunos amurallados, mirando al Guadalquivir, donde las tierras eran más fértiles. Se trata ya de una economía ciertamente diversificada: agricultura, aprovechamientos forestales, ganadería, pesca y caza, con utensilios y herramientas de muchos tipos. En la Edad del Bronce aparecen nuevos poblados; las actividades siguen siendo prácticamente las mismas y a través de los ajuares funerarios se percibe cierta estratificación social.
En el Cerro del Alcázar, al sur de la ciudad, existió una de estas ciudades íberas durante al menos trescientos años. Estaba amurallada y con cabañas intramuros bajo las cuales se llevaban a cabo enterramientos. En dicho cerro se ubicaron sucesivos poblados íberos a partir del siglo IV a. C.
Las distintas fuentes clásicas, ya sean escritas o epigráficas, mencionan a la Vivatia, cuya relación con dicha cultura se remonta a la época del Imperio, allá por el siglo I a.C. Fue adscrita primero a la Hispania Citerior, pagando tributos pero con leyes propias. En el siglo I de nuestra era se incluyó en el Conventus Carthaginensis (Provincia Tarraconense) cuya administración y economía estaban regidas por Cartago Nova y la vecina ciudad capital de Cástulo. Décadas más tarde Vespasiano le otorgaría la categoría de Municipio Flavio, lo que le confería superior rango administrativo sobre las "villae" de la comarca. Es una época en la que Vivatia juega un papel fundamental en las vías de comunicación que dan paso a la plata que iba de las minas de Sierra Morena hacia la costa oriental de la península.
En época posterior, al final del imperio romano Biatia o Beatia, recoge el testigo de capitalidad de la provincia que ostentaba Cástulo, al trasladarse aquí la ceca y el obispado. También se verá afectado el territorio con las oleadas de invasiones bárbaras, en el siglo V, aunque una oligarquía hispanorromana mantendrá su pujanza en la comarca hasta que en el siglo VI la presencia y autoridad visigoda se muestre con más fuerza. La aristocracia goda se funde con la hispanorromana y se hacen con todos los resortes del poder; el campesinado está compuesto en su mayoría por hispanorromanos, la clase social más numerosa, con propietarios libres de tierra, colonos y esclavos, e incluso era ya incipiente un grupo judío dedicado a la empresa y el comercio.
En la Hispania visigoda fue sede episcopal de la iglesia, sufragánea de la Archidiócesis de Toledo que comprendía la antigua provincia romana de Cartaginense en la diócesis de Hispania. De hecho, aún se conservan restos visigodos bajo muchos edificios, como parece el caso del arco embutido en uno de los muros de la iglesia románica de Santa Cruz.
Vuelven los cambios con la llegada de los musulmanes, a la que llamaron Bayyasa, en el siglo VIII. El territorio se redistribuye entre hispanogodos, las tribus árabes y los Omeyas; mientras la Iglesia, aunque continúa existiendo, pierde poder económico. Los muladíes (convertidos al islam) y los mozárabes (cristianos que permanecen en Al-Andalus) conformaron estructuras sociales no muy distintas a las previamente existentes.
Tras periodos diversos de crisis que conducen a la caída del Califato, llega la época de los reinos de Taifas durante la cual Bayyasa será sometida por unos y otros. En 1147 es reconquistada por Alfonso VII el Emperador con la supuesta ayuda de San Isidoro de Sevilla que se le aparece en sueños mientras la asediaba. Para honrar esta toma se creó en la ciudad capital de León la cofradía del Pendón de Baeza. La ciudad acuñará moneda para el rey leonés bajo el gobierno del gobernador procristiano Abdallaziz.
Diez años después los almohades la conquistan. Sin embargo, el 16 de julio de 1212, las tropas cristianas comandadas por el castellano Alfonso VIII destruirán el Imperio Almohade casi por completo en la Batalla de las Navas de Tolosa. En unas terceras taifas, Bayyasa se erige en capital de una efímera Taifa de Baeza que comprendía una amplia zona de Jaén y Córdoba. Su "emir" Abd Al·lah al-Bayyasi se declaró vasallo de Fernando III, apoyándole en campañas contra otros emires musulmanes. Al-Bayyasi murió asesinado a traición en Almodóvar del Río y el 30 de noviembre de 1227 Fernando III, el Santo, toma posesión definitiva de Baeza en nombre del hijo de aquel, Abd al-Mon, aunque finalmente integra la ciudad en el Reino de Castilla. Los musulmanes expulsados viajan al sur y se establecen en el Albaicín de Granada.
Hasta la reconquista de Jaén en 1246 Baeza es la capital del efímero Reino de Baeza, después integrado en el nuevo Reino de Jaén. Igualmente también se traslada la titularidad de la diócesis a la nueva capital del reino. En este periodo el nombre de la ciudad fue tomado como apellido.
Fernando III dota a Baeza del Fuero Conquense, con la pretensión de atraer a población de territorios cristianos del norte. Enrique II hace grandes donaciones a sus seguidores en la región y así la oligarquía consolida en ella su poder. A partir de esta época dos poderosas familias, los Benavides y los Carvajales se enfrentan entre sí en lo que se puede denominar "guerra civil baezana", cuyo fin estuvo determinado por la actuación decisiva de Isabel la Católica, que para prevenir nuevas pugnas mandó demoler el imponente Alcázar de la ciudad, sito en el cerro homónimo.
En los siglos XV y XVI la economía baezana crece merced a la gran producción cerealística, de harinas, maderas, azafranes, sedas, vid y olivo, además del peso de la caballería y la ganadería, lo que se proyecta en una gran industria de paños y curtiduría con el consiguiente comercio de estas manufacturas. A mediados del XVI la población de Baeza duplica ya la del siglo anterior y su riqueza agrícola, ganadera, industrial y comercial potencia una pequeña nobleza que quiso proyectar su status social tanto a través de la monumentalidad de sus casonas como de los edificios públicos desde los que regía colectivamente la vida de la ciudad; los mismos que hoy dotan de esplendor y encanto a la misma.
No obstante, durante el siglo XVII se produjo una recesión económica paralela a la del resto de España; todo ello motivado por la descabellada política de los sucesores de Felipe II (Felipe III, Felipe IV, Carlos II...), sobre todo en relación al exterior, por las continuas guerras estériles, tan gravosas para la economía y la población. Solo decir que de tener excedentes de cereal, se hubo de pasar a la importación de grano, lo que hundió aún más la economía.
Con la llegada del 1700, el nuevo siglo trae también una nueva dinastía, los Borbones, que dieron otro aire al Estado español. Para la Baeza agotada, quizá fue ya demasiado tarde y el punto de inflexión marcado por el s. XVII constituiría a la postre un muro casi insalvable. La propiedad del agro seguiría en porcentaje altísimo en manos de latifundistas y de la Iglesia, mientras apenas había tierra en manos de pequeños propietarios o arrendatarios. Muy grave resultó para la ciudad el terremoto de Lisboa, de 1755, que quebrantó la mayoría de edificios y viviendas. En 1779 se produce la segregación de Begíjar de Baeza y en 1795 la de Lupión (que contenía entonces también Torreblascopedro).
La infinidad de avatares políticos de la España del XIX, entre ellos el desastre de gravísimas consecuencias de la ocupación francesa, hicieron que Baeza quedará aún más diezmada demográfica y económicamente; solo en la segunda mitad del siglo se pudo experimentar una recuperación, pero el posterior desarrollo en otras localidades mineras adyacentes a Sierra Morena fueron aspectos que nuevamente repercutieron negativamente en Baeza. En 1824, bajo el reinado de Fernando VII, se ordena la supresión definitiva de la Universidad de Baeza, aunque el uso del edificio continuó siendo educativo. De 1892 data la plaza de toros, con corrida inaugural de Lagartijo y Guerrita. La tensión política y social se acentúa a principios del siglo XX y el movimiento obrero da lugar al nacimiento de grupos anarcosindicalistas y socialistas. Después, la dictadura de Primo de Rivera no resultó demasiado beneficiosa para la ciudad que vio como se frustraba el ferrocarril Baeza-Utiel (definitivamente cancelado en 1964), y la Reforma Agraria promulgada en 1932 por la Segunda República no estuvo acorde con las expectativas creadas. De 1924 data el Banco Puche, cuyo nombre oficial era Hijo de Dionisio Puche, banquero que operaba desde finales del S.XIX. En 1936, tras el comienzo de la Guerra Civil Española (1936–1939), se expropiaron muchas tierras que pasaron a manos de colectividades supervisadas por la UGT y la CNT.
En la primera etapa del franquismo no hubo ninguna mejora ostensible; la década de los 40 fue durísima en todos los sentidos: una política restrictiva de postguerra y las malas cosechas acentuaron la precariedad de los que han sido llamados "años del hambre". El "Plan Jaén" que se implementó durante los años 50 finalmente fue un fracaso, en parte por la falta de interés del régimen, y en los 60 el denominado desarrollismo tampoco fue algo que se dejara notar especialmente en Baeza. De mediados de siglo data el Poblado de Colonización de Puente del Obispo, promovido por el Instituto Nacional de Colonización. Al igual que en otras poblaciones agrícolas de Jaén se produce a mediados de siglo un éxodo rural a las ciudades industriales de Madrid, Cataluña y Valencia, pero también a Europa, sobre todo a Francia y Alemania. En 1981 el alcalde José Luís Puche impulsa la instalación en Baeza de la Academia de Guardias y Suboficiales en detrimento de la institución ubicada en Úbeda.
El 3 de julio de 2003 la UNESCO declara los conjuntos monumentales renacentistas de Úbeda y Baeza Patrimonio de la Humanidad. Este acontecimiento profundiza el relanzamiento de la ciudad al incrementar considerablemente el interés del sector turístico.
Baeza es una agrociudad, donde el cultivo del olivo es el mayor generador de riqueza y empleo, ya que al menos el 47 % de la población activa trabaja en el sector agrícola. Hay más de 16.000 ha dedicadas al cultivo del olivo, principalmente para la venta mayorista. Son aceites de una gran calidad, en 2020 la envasadora Olivar de la Monja obtuvo el premio Evooleum Award al mejor picual y Aceite Supremo al mejor royal. Aceites Perales quedó finalista en los Premios Mario Salinas del Consejo Oleícola Internacional
Dentro del sector terciario, gracias a su condición de conjunto monumental renacentista Patrimonio de la Humanidad cuenta con 10 establecimientos hoteleros y el sector servicios se ve favorecido, no solo por el turismo, sino también por la existencia de la Academia de Guardias y Suboficiales. En 2019 el precio medio del alquiler en Baeza era el segundo más alto de la provincia, solamente por detrás Jaén.
Deuda viva del Ayuntamiento de Baeza en miles de Euros según datos del Ministerio de Hacienda y Ad. Públicas.
Baeza se asienta sobre un terreno que ha estado continuamente habitado, al menos desde la Edad del Bronce. Por esta razón, y a pesar de las sucesivas destrucciones sufridas por las construcciones de todos los períodos, la ciudad aún retiene un destacado patrimonio monumental en el que están representadas diversas culturas, períodos y estilos artísticos. En Baeza pueden contemplarse restos de la Edad del Bronce, de la Época Romana, y de la Hispania visigoda, islámica y cristiana. No obstante, el más rico patrimonio monumental conservado corresponde a los diversos estilos artísticos presentes en la Baeza cristiana: desde el tardo-románico y el gótico, al renacentista, manierista, barroco y neoclásico. No en vano en 2003 el casco histórico de la población, con su antigua ciudad intramuros, fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
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