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Barroco mestizo



El barroco andino, también conocido como arquitectura mestiza, es un movimiento artístico que apareció en el virreinato del Perú (Sudamérica) entre los años de 1680 y 1780. Se encuentra localizado geográficamente entre Potosí, Arequipa y el lago Titicaca, en lo que hoy son el Perú y Bolivia, desde donde se enseñorea de las tierras altas y se esparce sobre todo el altiplano. Inspirado en el Barroco europeo, osado, el ejemplo más impactante del arte barroco andino se encuentra en la arquitectura religiosa, donde los artesanos indígenas le dieron un carácter único, tal como sucedió en el barroco novohispano.

El estilo mestizo consiste en la aplicación de una decoración peculiar americana a las formas estructurales europeas, según Bolívar Echeverría:[1]

Los primeros ejemplos de arquitectura barroca en el virreinato del Perú aparecen hacia 1630 y se desarrolla siguiendo el modelo español hasta fines del siglo XVII. A partir de 1690 se puede evidenciar el mestizaje dentro del arte barroco.[2]​ Siendo Potosí[3]​ el centro de origen de esta corriente artística, debido a la presencia de obras artísticas como:

La Virgen del cerro:

Es una manifestación artística, del siglo XVII,[4]​ la que se puede apreciar claramente al cerro rico de potosí y "La virgen del cerro", que sería una mezcla entre la creencia aimara (Pachamama) y la fe católica.

Iglesia de San Lorenzo de Carangas:

Esta iglesia fue construida en 1547, aunque la capilla y la portada fueron terminadas entre 1723 y 1744. Se puede apreciar en la portada de la iglesia unas dos sirenas (Dentro del cosmovisión aimara la sirena era una figura con relevancia) tocando el charango (instrumento mestizo), esta portada también se relaciona con la deidad Tunupa, esta manifestación también se presenta en la iglesia de Salinas de Yocalla.

Opulencia Potosina:

Después de la creación de Potosí (debido al descubrimiento de la mayores vetas argéntiníferas del mundo) comienza a emigrar gente tanto de comunidades indígenas como europeos, convirtiéndola en una de las ciudades más grandes del mundo que en su etapa dorada tenía una población mayor a la de Londres y Madrid. Debido a este crecimiento poblacional monumental se da el mestizaje entre la cultura europea y la andina creando manifestaciones artísticas como las antes mencionadas.

La originalidad de este estilo radica en la decoración, muy variada, y cuyos motivos responden a cuatro tipos fundamentales:

La sirena aparece en los templos ribereños del lago Titicaca y aunque es un elemento proveniente de la antigüedad clásica, recuerda la tradición indígena de dos mujeres-peces que sedujeron la dios Tunupa.

En Arequipa el edificio clave de la arquitectura mestiza es la iglesia de la Compañía, edificio obra del arquitecto Gaspar Báez levantado en 1578 y terminado de construir y restaurar en 1698.

La extensión territorial del barroco quiteño abarcan los territorios de la antigua Audiencia de Quito en tiempos de la colonia española. Especialmente el altiplano quiteño y los Andes desde Pasto en Colombia, hasta Cajamarca en Perú. Representado en las artes por la denominada "Escuela Quiteña" que se caracterizó por un fuerte contenido de representaciones indígenas quichuas.

Las características que denotan la raigambre indígena en el arte andino quiteño son:

La arquitectura barroca quiteña se da gracias a la influencia europea durante la colonización dado que tenían como objetivo expandir la fe por todo el territorio como un método pasivo de conquista.[6]

Las obras que surgen a partir de esto se caracterizan por su ornamentación en fachada, por su densidad decorativa, formando parte del sistema barroco que traían los colonizadores al continente americano y por el uso de material de la zona, lo que origina el mestizaje tras esta transculturación entre lo indígena y lo europeo. En cuanto a la decoración se buscaba que la escultura decore y complemente el conjunto arquitectónico y que se vea reflejado el arte quiteño.[7]

En esta arquitectura se destacan la Iglesia de San Francisco, la Iglesia de El Sagrario, la Iglesia de la Compañía, la Iglesia de la Merced, la Iglesia de San Agustín, la Catedral de Quito, entre otras.

En la provincia de Cailloma se encuentra el valle de los Collaguas, evangelizado por los franciscanos, destacan varias iglesias católicas situadas en los poblados de Yanque (Iglesia de la Inmaculada Concepción de Yanque), Coporaque, Cabanaconde, Chivay, Madrigal y Silvayo.

Los grupos indígenas que pueblan la comarca son los collas y lupacas en el actual territorio peruano y los omasuyos y pacajes en el boliviano. Todos estaban sujetos a la mita de Potosí y migraban periódicamente a los valles, costa y tierra caliente.

El barroco de Arequipa y Potosí se conjuncionan en esta región con un marcado sabor precolombino. La catedral de Puno recoge elementos iconográficos como sirenas, pumas, papayas y algún mono e incluso el charango. El lago Titicaca fue nombrado en honor al puma, Titi, en lengua aimara, debido a su forma.

En la región de los lupacas se alzan tres grupos de templos barrocos: Juli, Pomata y Zepita.

Juli, conocida como "La pequeña Roma de América" ha sido el gran centro misional jesuítico del altiplano, contaba con cuatro iglesias: San Juan de Letrán, Santa Cruz de Jerusalén, Nuestra Señora de la Asunción y San Pedro Mártir.

Los dominicos poseyeron el Santuario de Pomata donde se venera la Virgen del Rosario, el más famoso de esta comarca después de la Basílica de Nuestra Señora de Copacabana que estaba a cargo de los agustinos. El templo de Santiago Apóstol de Pomata marca la culminación del estilo mestizo.



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