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Batalla de Ipso



La batalla de Ipsos tuvo lugar en 301 a. C. y se inscribe en el curso de la Cuarta Guerra de los Diádocos (308 a. C.-301 a. C.), es decir, de los sucesores de Alejandro Magno. Esta batalla enfrentó a las fuerzas coaligadas de, por un lado, Seleuco (emperador de Babilonia y de los sátrapas orientales), de Casandro (rey de Macedonia) y de Lisímaco (soberano de Tracia) y, por otro, los ejércitos de Antígono y de su hijo Demetrio I Poliorcetes, que habían conseguido agrupar bajo su égida el Levante: Siria, Asia Menor y Grecia (en 302 a. C.).[4]

Según Plutarco, el ejército antigónida estaba compuesto por 70.000 hombres a pie, 10.000 a caballo y 75 elefantes,[5]​ frente a una fuerza coaligada de 64.000 hombres, 15.000 jinetes, 400 elefantes, así como 120 carros de guerra.[5]

La noche que precedió a la batalla, Antígono tuvo un presagio: Alejandro Magno, revestido con una magnífica armadura, fue a preguntarle cuál sería su grito de guerra durante la batalla, a lo cual el soberano tuerto le respondió: «Zeus y la victoria». Alejandro le dio la espalda y se dirigió al campo enemigo exclamando: «Entonces yo voy con tus adversarios, porque ellos me recibirán con todos los honores que me son debidos…»

Al día siguiente, cuando la batalla empezó, Demetrio, a la cabeza de su mejor caballería, atacó a Antíoco, hijo de Seleuco, que huyó en espantada. Pero en lugar de detenerse, Demetrio avanzó y, rápidamente, los elefantes del ejército coaligado le bloquearon la salida: ¡había caído en la trampa! La mayor parte de su caballería tuvo miedo de ser masacrada y cambió de bando. El resto fue derrotado. Antígono luchó bravamente y murió abandonado por todos, salvo por Thorax de Larisa. Estando la infantería antigónida privada del sostén de su caballería, el ejército coaligado se lanzó al asalto general, la caballería a la cabeza, y el frente se rompió.

Tras la derrota, Demetrio, que había dirigido al resto del ejército en ausencia de su padre, huyó con 9000 hombres a Éfeso.[3]​ Al término de esta batalla, los vencedores se repartieron el imperio de Antígono: Ptolomeo se apoderó del Mediterráneo oriental, Casandro de Grecia y Seleuco, el gran vencedor, de toda Asia Menor y de Siria.



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