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Batalla de Orchomenus



La batalla de Orcómeno fue el enfrentamiento decisivo de la primera guerra mitridática sucedida en el año 85 a. C. entre los romanos del procónsul Lucio Cornelio Sila y los pónticos de Arquelao, en una zona pantanosa en las llanuras de Beocia.

Después de su victoria en Queronea, los romanos persiguieron al ejército póntico hasta la isla de Zante, pero como no pudieron ocuparla se retiraron a Calcis.[3]

Entonces, Mitrídates envió un nuevo ejército al mando de Dorilao para ayudar a Arquelao.[4]​ El recién llegado estaba ansioso por enfrentar a Sila en batalla, ignorando las advertencias de Arquelao a pesar de saber las enormes pérdidas ya sufridas por considerarlas exageradas.[5]​ En contraste, Arquelao demostró haber aprendido a ser prudente ante los romanos, y después de una escaramuza en Tilphossium, convenció a Dorilao de esperar en lugar buscar batalla. Se mostraron optimistas cuando llegaron a Orcómeno, un campo perfecto para su superior caballería. Allí acamparon.[6]

La tropa de Sila se componía de 40.000 hombres,[7]​ la mitad compuesta de legionarios romanos y el resto compuesto por sus aliados griegos y macedonios.[8]

El ejército póntico incluía los 10 000 sobrevivientes del desastre de Queronea,[1][3][9][10]​ a los que se sumaban 65.000[11]​ a 80.000[1][9][5][12]​ refuerzos traídos por Dorilao. Se le sumaban 70 carros de guerra.[11]

En la misma llanura decidió acampar Sila, ordenando a sus legionarios cavar trincheras por sus dos lados para obstruir el paso de la caballería póntica. Los generales enemigos se percataron y enviaron inmediatamente a sus jinetes al ataque. Los romanos que estaban ocupados trabajando fueron dispersados y los que suponía le darían protección son forzados a retirarse en confusión.[13]

Entonces Sila desmontó y se abrió paso entre los legionarios en retirada, animándolos a volver al combate. Estas palabras hicieron que los fugitivos volvieran a la lucha, mientras dos cohortes se reunían en el ala derecha. Fue gracias a esto que Sila pudo poner en fuga a los pónticos. Después hizo alimentar a sus tropas en el campamento y volvió a iniciar los trabajos, pero los pónticos volvieron a cargar, esta vez más ordenados y al mando de Diógenes, hijastro de Arquelao, quien murió dirigiendo a los arqueros, cuando fueron alcanzados por los legionarios y se inició un combate cuerpo a cuerpo. Los atacantes debieron retirarse a su campamento, quedando acorralados y sufriendo muchas pérdidas.[14]

Al día siguiente, Sila avanzó con sus tropas hasta las trincheras para continuar los trabajos y rodear al campamento enemigo e inmovilizar a Arquelao. Apiano informa que mantuvo numerosos centinelas por todas partes. Entonces los pónticos cargaron una vez más contra los romanos pero fueron repelidos; esta vez, las legiones iniciaron el asalto del campamento enemigo, produciéndose una gran carnicería.[15]

El ejército vencido huyó por las marismas del lago cercano, quedando muchos cadáveres allí,[15]​ por eso Plutarco dice que dos siglos después aún se podían ver en el barro restos humanos y de espadas, armaduras, cascos y escudos.[16]

Arquelao encontró un bote en las marismas, logrando escapar a Calcis.[15]​ El ejército póntico dejó 10 000 jinetes y 5.000 infantes muertos[1]​y 25.000 prisioneros[17]​ en el campo de batalla.

El día después de la batalla, Sila entregó a recompensas al valor a sus soldados. Después se dedicó a devastar Beocia y establecer sus cuarteles de invierno en Tesalia esperando la flota de Lucio Licinio Lúculo, pero al no recibir noticias de Lúculo empezó la construcción de una propia.[18]



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