La batalla de Valmy, también conocida como el Cañoneo de Valmy, se desarrolló el 20 de septiembre de 1792, durante las Guerras Revolucionarias Francesas, alrededor del poblado de Valmy al norte de Francia.
El ejército francés del Norte, comandado por Charles François Dumouriez, y el ejército francés del Centro, liderado por François Christophe Kellermann, detuvieron el avance del ejército prusiano, dirigido por Carlos Guillermo Fernando, duque de Brunswick-Lunebourg.
A pesar de las pocas bajas (menos de 500 en total) y de los inconclusos resultados tácticos, Valmy fue considerada como una batalla de gran importancia en el devenir histórico francés, pues una derrota francesa hubiera propiciado el fin de la Revolución.
Después de que Francia declarara la guerra a Austria el 20 de abril de 1792 y de los sucesivos encuentros previos en los cuales las armas francesas no se podían distinguir a sí mismas, las fuerzas contrarrevolucionarias avanzaron dentro de Francia (18 de agosto). La fuerza invasora incluía a los prusianos, austríacos, a Hesse y a los émigrés bajo el mando del duque de Brunswick, representando al comando supremo, al rey Federico Guillermo II de Prusia. Los comandantes al mando de los ejércitos que formaron tuvieron sospechas, y antes de que se llevara a cabo un ataque formal, los tres ejércitos revolucionarios franceses comandados por Rochambeau, Lafayette y Luckner, acordaron formar dos nuevos ejércitos comandados por Dumouriez y por Kellermann.
La alianza invasora capturó Longwy y lentamente marchó hacía Verdun, que tenía todavía menos defensas que Longwy. El comandante, coronel Beaurepaire, se suicidó de un disparo en la cabeza ante la desesperación, y la ciudad se vio obligada a rendirse el 3 de septiembre. Brunswick entonces comenzó su marcha hacía París y se aproximó a los desfiladeros de Argonne. Pero Dumouriez, quién había estado entrenando a sus tropas en Valenciennes con el propósito de invadir Bélgica, se dirigió al Argonne con una veloz y atrevida marcha de flanco, casi bajo los mismos ojos de la guardia de avanzada prusiana, llegando al camino que llevaba a París y solicitando el auxilio de Kellermann en la ciudad de Metz. Kellermann se movió lentamente, y antes de que llegara la parte norte de la línea de defensa había sido forzada. Dumouriez, de manera intrépida, cambió su frente para encarar al norte, con su ala derecha en el Argonne y la izquierda empujando con dirección a Châlons, y en esta posición Kellermann se le unió en Sainte-Menehould el 19 de septiembre.
Este encuentro fue un momento que cambió el sentido de la campaña y, sobre todo, de la historia mundial. Diez días después, sin haberse disparado ninguna otra bala, el ejército invasor comenzó su retirada. La persecución por parte de Dumouriez no fue tomada con mucha seriedad: él se ocupó personalmente con una serie de sofisticadas y curiosas negociaciones las cuales, con el avance continuo de las tropas francesas, trajo como consecuencia una completa rendición de la alianza invasora del suelo de Francia.
El día siguiente de esta primera victoria de las tropas revolucionarias francesas, el 21 de septiembre, en París, la monarquía francesa fue abolida y proclamada la Primera República francesa. La batalla de Valmy fue la primera victoria de un ejército popular de sans culottes formado por la ciudadanía y la decadencia de las monarquías absolutas comenzó con esta victoria.
Es de notarse que el militar venezolano Francisco de Miranda (1750-1816), uno de los precursores de la independencia de América, combatió en Valmy como mariscal de campo al servicio de la Revolución bajo las órdenes de Dumouriez. Su estatua donada por la embajada de Venezuela se encuentra frente a la del general Kellerman en el Campo de Valmy.
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