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Batalla de los Campos de Pelennor



La batalla de los Campos del Pelennor es una batalla ficticia narrada en la tercera parte de la novela El Señor de los Anillos, del escritor británico J. R. R. Tolkien.

La batalla comenzó con el asalto de las fuerzas de Sauron a la ciudad de Minas Tirith, la capital del reino de Gondor, cerca al final de la Guerra del Anillo, el 14 y 15 de marzo del año 3019 de la Tercera Edad del Sol, tan sólo dos días después de la Batalla de Pelargir, en la que Aragorn, la Compañía Gris y el ejército de los muertos derrotaron a los corsarios de Umbar y robaron sus barcos. Este suceso se convirtió en la mayor batalla de la Guerra del Anillo.

Los campos del Pelennor (Campos de la Ciudad) están comprendidos en una planicie entre la fortificada Minas Tirith y un antiguo muro exterior llamado Rammas Echor.

El día 14 de marzo del año 3019 de la T.E., el ejército de Sauron, comprendido por unos doscientos mil efectivos y comandado por el Rey Brujo de Angmar y su lugarteniente Gothmog, el regente de Minas Morgul, irrumpió en los Campos del Pelennor directo a la ciudad. Los aliados de Mordor en la batalla eran los guerreros Orientales de Rhûn, los Variags Khand y los Haradrim del sur.

La defensa de la Ciudad estaba comandada por Gandalf, ya que Denethor II, senescal de la ciudad, había perdido la razón al creer muerto a su hijo Faramir, y debido a las visiones que le mostraba el señor oscuro a través de la palantir. La guarnición de la ciudad estaba compuesta por al menos tres compañías de la Guardia, cada una de ellas formada por mil hombres, más al menos una compañía de caballeros de otros quinientos hombres, todos ellos de la propia Minas Tirith. Además, se evacuó de la ciudad a casi todos los niños y mujeres, y se hizo una leva de todos los ciudadanos capaces de combatir, lo que probablemente aportara varios miles de efectivos a la milicia de la ciudad. También se ha de contar a los supervivientes de la batalla de Osgiliath: aproximadamente un millar y medio de hombres, de los cuales unos trescientos eran montaraces de Ithilien. A ellos se sumaban los refuerzos llegados de los feudos del sur: doscientos hombres de Lossarnach, armados con grandes hachas y al mando de Forlong el Gordo; trescientos del Valle de Ringló llegados con el hijo de su señor, Dervorin; quinientos de los mejores arqueros de Morthond al mando de su señor Duinhir, y de sus hijos Duilin y Derufin; de Anfalas, una gran columna de unos seiscientos pastores, cazadores y aldeanos mal armados, excepto el escolta de su señor Golasgil; unos cincuenta montañeses salvajes y sin capitán llegados de Lamedon; un centenar de pescadores del Ethir Anduin, reclutados en sus embarcaciones; Hirluin el Hermoso, de las Colinas Verdes de Pinnath Gelin con trescientos apuestos guerreros vestidos de verde; y por último, el príncipe Imrahil de Dol Amroth, acompañado de una compañía caballeros (probablemente entre trescientos y quinientos hombres, cifra habitual para las compañías en la organización militar de la Tierra Media), seguidos por setecientos hombres de armas, todos a caballo.

Aragorn y la Compañía Gris se unen a los ejércitos de Gondor que estaban en los feudos del sur para emprender el camino hacia Minas Tirith remontando el Anduin. Mientras tanto, los ejércitos de Sauron ponen sitio a la ciudad de Minas Tirith. Tras una intensa lucha en el muro exterior, el gran portón de Minas Tirith es destruido, dando comienzo la lucha en los patios inferiores, un duro enfrentamiento entre las tropas gondorianas resguardadas tras los muros y las legiones del mal. Justo a la caída del portón, los rohirrim acuden bajo el sonido de sus cuernos de batalla, cabalgando desde el norte para reforzar a los ejércitos de Gondor.

Los caballeros de Rohan se desplegaron en una gran línea y, tras una histórica arenga por parte de su rey, cargaron a toda velocidad contra las tropas del enemigo. Tal fue la fuerza de la carga de los rohirrim que la misma tierra tembló a su paso, hasta que los jinetes chocaron de frente contra los orcos de Mordor, matando a muchos en el impacto, haciendo gran mella en sus filas y provocando que muchos huyeran.

Al mismo tiempo, los atacantes que habían penetrado el muro fueron rechazados en el patio, y los caballeros de Dol Amroth, seguidos por el resto de los defensores de Minas Tirith cargaban contra las tropas de Morgul. Los orcos emprendieron en ese momento una retirada general.

Mientras tanto, los haradrim del sur se volvieron contra los rohirrim, la caballería seguida de sus mûmakil u olifantes. La caballería rohirrim fue capaz de derrotar a los jinetes de Harad, además de que el rey de los haradrim fue muerto por Théoden.

Sin embargo, en ese momento, en que los rohirrim creían haber ganado la batalla, el Rey Brujo descendió en su bestia alada, e hirió gravemente al rey Théoden. El nazgûl iba a rematar al rey de la Marca cuando, la sobrina del rey, Éowyn, se plantó delante del rey Brujo, y con ayuda de su escudero Meriadoc, lo asesinó. La carga de los Rohirrim se detuvo, y el moribundo Théoden nombró a su sobrino Éomer como nuevo rey de Rohan. Los haradrims se atrincheran entre los olifantes. Los caballos de Rohan no avanzan contra las enormes criaturas por lo que se estancan y son atacados por la espalda los hombres del Rey Eomer. Fue en ese momento cuando los rohirrim vieron que, en los muelles de Harlond, los barcos de Umbar atracaban. El bando de Mordor se llenó de júbilo, pues creían que estos barcos transportaban a sus tropas, y que con ayuda de ellas aplastarían a los gondorianos y a los rohirrim. El rey Éomer de Rohan no se amedrentó, y cabalgó hasta los muelles y levantó su espada frente a los barcos, en señal de desafío. Pero entonces sucedió algo que ninguno de los dos bandos esperaba; en lugar de que de los barcos bajaran los Corsarios de Umbar, de ellos desembarcó el heredero de Isildur, Aragorn II, quien desplegó por primera vez en aproximadamente 1000 años el estandarte de los reyes de Gondor, tras la desaparición del último rey de la Casa de Anárion, Eärnur, bordado por Arwen Undómiel, y blandiendo su espada Anduril, lideró a sus hombres, los Dúnedain del Norte (quienes se reunieron con él anteriormente en la batalla del abismo de Helm), y a los ejércitos de los feudos de Gondor, acompañado por sus camaradas de la comunidad del anillo Legolas y Gimli.

El desconcierto creció entre los ejércitos de Mordor, y después de todo un día de sangrientos combates, en el que muchos capitanes y soldados de ambos bandos perecieron, el bando de los Pueblos Libres logró derrotar a los ejércitos de Mordor.

En esta batalla pierden la vida:

Resultaron gravemente heridos, por el influjo del Nazgûl, ambos artífices de su derrota, Merry y Éowyn, así como Faramir de Gondor, a causa de la locura de su padre Denethor. Pero pudieron restablecerse todos ellos en las Casas de Curación de Minas Tirith de la única forma posible: mediante la aplicación de athelas por el rey ungido de Gondor, Aragorn.

La principal variación argumental introducida por la película es la intervención en esta batalla de los muertos vivientes, que, en la historia original, contenida en el libro, cumplieron su promesa ya en la Batalla de Pelargir, quedando con ello liberados, puesto que en la novela interviene también el ejército de Montaraces del Norte, que no aparecen en la película. Liderados por Aragorn, serán los montaraces del norte junto a los ejércitos del sur de Gondor reclutados en Pelargir, donde habían permanecido bajo asedio, quienes desembarcaran en Pelennor cambiando el rumbo de la batalla.

Del mismo modo, no aparecen en la película los variags de Khand, ni los Hombres Negros de Lejana Harad como apoyo a Mordor, solo aparecen los haradrim; ni los caballeros de Dol Amroth de Gondor, cuyo príncipe Imrahil tiene una actuación destacada en la batalla de la versión literaria, ni los demás ejércitos de los Feudos del Sur de Gondor.



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