Batalla de los ejidos de Pasto nació en Colombia.
La batalla de los ejidos de Pasto fue un enfrentamiento armado entre las tropas patriotas de Cundinamarca al mando del general Antonio Nariño y las tropas realistas asentadas en la ciudad de San Juan de Pasto y que eran comandadas por Juan de Sámano y el pueblo pastuso. Tuvo lugar el 10 de mayo de 1814 como parte de la campaña de Nariño en el sur, episodio de la guerra de Independencia de Colombia: La batalla de los ejidos de Pasto terminó con la derrota de los patriotas y la captura de Nariño, que puso fin a la campaña.
En la batalla de Tacines los realistas fueron derrotados por los patriotas y se retiraron a Pasto, dejando el camino abierto a los patriotas hacia la ciudad. Después de la huida de los españoles, Nariño envió un espía para conocer la situación del enemigo, que le comunicó que Aymerich se fue de la ciudad. Nariño ordenó entonces la movilización de las tropas. Acompañado por su hijo, el coronel Antonio Nariño Ortega, se dirigió a la ejidos de Pasto para reunirse con la mayor parte de su ejército que ya estaba ahí. Sin embargo fueron atacados el 10 de mayo por un batallón enemigo.
Mientras Nariño avanzaba de entrada en la ciudad, su caballo fue derribado de un disparo. Algunos realistas escondidos atacaban desde los arbustos por todos lados al ejército patriota, Nariño resolvió entonces replegarse unos metros más atrás, donde envió un mensaje exigiendo la rendición de la ciudad, la cual no fue aceptada, los patriotas hambrientos y con muchas armas inservibles decidieron dar la lucha con sus muy escasas municiones al pueblo armado. Dividido en 3 las tropas de Nariño se enfrentaron a los realistas divididos de la misma forma. Los patriotas recogían los fusiles y los pertrechos que le quitaban al enemigo para seguir luchando, tres veces cargaron los pastusos pero en todas fueron rechazados. El ejército de Nariño estaba ya muy debilitado, mientras él luchaba contra los opositores con una pistola, el capitán Joaquín París Ricaurte simplemente le echó una mano para ayudarle a escapar. Sin embargo, en la confusión de la batalla, la columna encabezada por el coronel Pedro Monsalve se plegó a Tacines, señalando que el resto del ejército independentista fue derrotado y creyendo que Antonio Nariño fue asesinado o capturado. El 11 de mayo las tropas de Nariño, que huyeron a Tacines, decidieron retirarse definitivamente de la batalla, y los embargó el desaliento y la desconfianza, perseguidos y hostigados por los pastusos. La no intervención de los oficiales y soldados se consideró más adelante, como un acto de alta traición, pues no se respetaron las órdenes de Nariño. Cuando Nariño, quien logró escapar con otros trece hombres, entre ellos su hijo Antonio Nariño Ortega y el general José María Cabal, se da cuenta de que sus tropas lo abandonaron, ordenó a su hijo y a Cabal proteger a los soldados que siguen presentes y huir, Nariño declaró que esperaría en la montaña de Lagartijas. Pero después de esconderse durante tres días y ver que los refuerzos no vienen en su ayuda, decidió entregarse a los merodeadores para ir al Mariscal Aymerich para "ver si podía negociar un armisticio con el Presidente de Quito".
Después de su captura, Nariño fingiendo ser un soldado patriota más, dijo saber el paradero del general Nariño escondido en las cercanías, el pueblo entonces salió a la plaza a aclamar y pedir la cabeza del general, Nariño salió al balcón de la casa donde estaba Aymerich, Don Tomás de Santacruz y otros personajes ilustres de la ciudad, y luego de presentar un discurso al pueblo donde decía estar orgulloso de haber sido derrotado por ellos, preguntó si querían al tan odiado general, y exclamó "¡Si quieren al general Nariño aqui lo tienen!", quedando la plaza en un silencio total, para después retirarse las gentes hacia sus casas. Fue reconocido su acto de valentía y gracias a la intervención de Tomás de Santacruz se negó la orden de fusilamiento, perdonándole la vida. Un año más tarde fue transferido a España y llevado a la prisión de Cádiz, retornando al país en 1821, después de ser liberado durante la Revolución de Riego en 1820.
El triunfo de los realistas en el sur de la Nueva Granada no sólo les aseguró su control de la provincia de Popayán, sino que también ayudó a debilitar al principal ejército neogranadino de la época, sin el cual el país no pudo afrontar la expedición de Pablo Morillo que inició la Reconquista colombiana con el asedio de Cartagena en 1815 y derrotó a los restos del ejército patriota en 1816 durante la batalla de la Cuchilla del Tambo.
Más tarde, las campañas patrióticas su mayoría fueron controladas por militares venezolanos.
Del mismo modo, la victoria decisiva de la pastusos realistas permitió a los guerrilleros, encabezados por Agustín Agualongo, estar listos para hacer frente a los patriotas en los próximos diez años y hasta la ejecución de las campañas del Sur lideradas por Simón Bolívar y Antonio José de Sucre a partir de 1822.
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