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Bellreguard



Vista de la localidad

Bellreguart[1][2]​ (en valenciano y oficialmente Bellreguard) es un municipio español de la Comunidad Valenciana. Perteneciente a la provincia de Valencia, en la comarca de la Safor.

Enclavado en el centro del llano aluvial de la Llacuna, entre las estribaciones de la sierra Gallinera, la margen derecha del río Serpis y el mar Mediterráneo.

El municipio está formado por dos núcleos de población importantes: el pueblo, propiamente dicho, atravesado por la carretera nacional N-332 de Valencia a Alicante, entre Gandía y Oliva, y la Playa de Bellreguart, fachada marítima del término municipal, hoy totalmente urbanizada, que en época veraniega hace que se duplique la población del municipio.

Desde Valencia se accede a través de la N-332. Desde Gandía se puede acceder en dos autobuses diarios

En el término municipal de Bellreguart se encuentra también el núcleo de población de Playa de Bellreguart (Platja de Bellreguard en valenciano) que forma un exclave separado del término de la villa.

La playa de Bellreguart participa en el Plan de Playas Accesibles de la Comunidad Valenciana, y es apta para personas con movilidad reducida.

El término municipal de Bellreguart limita con las siguientes localidades: Almoines, Alquería de la Condesa, Gandía, Miramar, Palmera y Rafelcofer, todas ellas de la provincia de Valencia.

No es nada fácil fijar su origen. La total ausencia de restos arqueológicos y el hecho de haberse quemado y desaparecido los legajos y los archivos, dificultan en gran manera este trabajo. Por lo demás, bien poco hablan de él los documentos y crónicas del rey Jaime I en los archivos del Reino. No figura en el "Llibre del Repartiment", ni se ha encontrado Carta Puebla.

Sin duda es de origen islámico, como lo demuestra la necrópolis morisca encontrada en 1984. En 1486, fue adquirido por el duque de Gandía, Pedro Luis de Borja. En esta escritura es cuando aparece por primera vez el nombre de Bellreguart sustituyendo el de Sotaia, nombre árabe con el cual antigua y popularmente era conocido. En este acto de compraventa actuó, como procurador plenipotenciario del Duque de Gandía, el escritor y maestro en teología Joan Roís de Corella.

Eclesiásticamente era una rectoría de moriscos, elevada el 26 de octubre de 1534 a parroquia, dependiendo de la de Santa María de Gandía. En 1574, se independizó definitivamente de Gandía.

Su población, fundamentalmente morisca, se vio fuertemente afectada con motivo de la expulsión de estos en el año 1609, pues de 165 familias solo se quedaron cuatro de cristianos viejos, permaneciendo sus casas vacías y los campos abandonados. A pesar de la llegada de nuevos repobladores, se necesitaron 50 años para recuperar el 30 % de la población. Desde entonces hasta hoy la población ha ido creciendo progresivamente. Desde 1624, año en el que empiezan los registros parroquiales de la población, y hasta 1659, la procedencia foránea de los que casaron en Bellreguart eran otras poblaciones de la propia comarca de La Safor (46 contrayentes), otras comarcas del Reino de Valencia (29), Baleares (1), y Francia (2); habiendo también 23 contrayentes de procedencia desconocida.[3]

Tradicionalmente la actividad económica ha girado alrededor de la agricultura, eso sí, en constante reconversión. Durante los siglos XVI y XVII el cultivo de la caña de azúcar era importante y su molino era un importante centro azucarero. En los siglos XVIII y XIX se abandonó la producción de la caña de azúcar y fue substituida por la morera y la viña. A principios del siglo XX la crisis de la seda y las plagas de la viña provocaron que un nuevo cultivo se impusiera, hasta ahora, el naranjo.

En la actualidad la pequeña industria y los servicios son las principales actividades económicas, sin olvidar la generada por el turismo.

Como en todos los pueblos del litoral valenciano el arroz, con todas y cada una de las múltiples formas de ser cocinado, a la cazuela, en paella y en olla o perol, es el rey de los platos.

De Bellreguart son típicos los "fardeles" (figatells, en valenciano), pequeñas delicias de hígado y especias, aplanadas como una hamburguesa, envueltas en redaños de cerdo (mantilla que cubre el estómago).

La larga tradición azucarera de la comarca ofrece una gran variedad de golosinas que van desde la repostería más refinada hasta los pasteles más espectaculares, como la corona de gloria, los pastelitos de hojaldre, los pastelitos de Navidad, la coca de piñones, los pasteles de viento y la casca de Reyes.



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