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Bethel



Betel (en hebreo, בית אל‎, lit. 'casa de El'), es el nombre de una ciudad cananea de la antigua región de Samaria, situada en el centro de la tierra de Canaán, al noroeste de Ai por el camino para Siquem, a 30 kilómetros al sur de Silo y a unos 16 kilómetros al norte de Jerusalén. Betel es la segunda ciudad más mencionada en la Biblia. Algunos la identifican con la aldea palestina de Beitin y otros con el asentamiento israelí de Beit El.

Betel está vinculada en la Biblia a los patriarcas Abraham y Jacob: Abraham construye un altar allí, mientras que Jacob se duerme allí y sueña con la escalera de Jacob, una escalera atravesada por ángeles que se eleva hasta el cielo. También, más tarde, el Arca de la Alianza permaneció allí durante los días de los Jueces de Israel, y Samuel celebró allí su tribunal de justicia. Según el Primer Libro de los Reyes, el rey de Israel Jeroboam I mandó erigir allí un becerro de oro como símbolo de Dios. Betel fue uno de los principales santuarios para los israelitas en el reino de Israel, o reino de Samaria, lo que provocó fuertes críticas de los partidarios de la centralización del culto en el templo de Jerusalén.

El estudioso estadounidense Edward Robinson, en su libro Biblical Researches in Palestine, 1838–52 [Investigaciones Bíblicas en Palestina, 1838-52] identificó la aldea cisjordana de Beitin con la antigua Bethel. Se basó principalmente en las descripciones topográficas sobre su ubicación de los textos antiguos (Génesis, Jeremías) y en las similitudes filológicas entre el nombre antiguo y moderno, con el argumento de que la sustitución del hebreo el por el árabe en no era inusual.[1]​ Otros eruditos creen muy improbable que hubiese un lugar llamado 'El Dios de Betel', y argumentan que la Versión de los Setenta griega, la Vulgata latina, la Versión Peshitta siriaca y las versiones en árabe han omitido la voz «El».

Se emprendieron excavaciones arqueológicas dirigidas por W.F. Albright en 1934, después por J.L. Kelso en 1954, 1957 y 1960.

Betel fue el lugar donde Abraham construyó su altar cuando llegó por primera vez a Canaán (Génesis 12:8; Génesis 13:3). Y en Betel Jacob vio una visión de una escalera cuyo extremo tocaba el cielo y los ángeles subían y bajaban (Génesis 28:10-19). Por esta razón Jacob tuvo miedo, y dijo: «¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo» y llamó Betel al lugar que era conocido como «Luz» (Génesis 35-15).

Betel también era un santuario en los días del profeta Samuel, quién allí juzgaba al pueblo (1 Samuel 7:16; 1 Samuel 10:3). Y fue el lugar donde fue sepultada Débora, la nodriza de Rebeca, esposa de Isaac.

Betel fue el lugar de nacimiento de Hiel, quien trató de reedificar la ciudad de Jericó (1 Reyes 16:34).

Cuando Betel aún no pertenecía al pueblo de Israel, Josué debió batallar contra el rey de Betel, y otros reyes y los venció (Josué 12-16).

Cuando el pueblo de Israel había tomado posesión de la tierra prometida, en la repartición por tribus fue asignada a la Tribu de Benjamín (Josué 18-22), pero en tiempos posteriores perteneció a la Tribu de Judá (2 Crónicas 13:19).

Fue uno de los lugares donde permaneció el Arca de la Alianza, símbolo de la presencia de Dios.

En Betel el profeta Samuel juzgaba al pueblo.

Después el profeta Eliseo subió de allí a Betel; y mientras subía por el camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban de él, y le decían: «¡Sube, calvo; sube, calvo! Cuando él miró hacia atrás y los vio, los maldijo en el nombre del Señor. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos» (2 Reyes 2:23).

Después de la división del reino de Israel, Jeroboam I, rey de Israel mandó erguir un becerro de oro en Betel (1 Reyes 21:29) que fue destruido por Josías, rey de Judá, muchos años después (2 Reyes 23:15).

Betel fue también un lugar donde se agruparon algunos de los exiliados de Babilonia que regresaron a Israel en el año 537 a.C. (Esdras 2:28).

El profeta Oseas, un siglo antes de Jeremías, se refiere a Betel con otro nombre: «Bet-Áven» (Oseas 4:15; Oseas 5:8; Oseas 10:5-8), que significa 'Casa de Iniquidad', 'Casa de la Nada', 'Casa de Vanidad', 'Casa de Nulidad', esto es, de los ídolos.

En Amós 7:12-13 el sacerdote Amasías dice a al profeta Amós que huya a Judá y no profetice más en Betel porque es santuario del rey, y cabecera del reino.

El profeta Jeremías afirma que «la casa de Israel se avergonzó de Betel» (Jeremías 48:13), debido a su idolatría y, específicamente, al culto al becerro de oro.



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