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Biblioteca Popular de la Mujer



La Biblioteca Popular de la Mujer fue la primera biblioteca pública femenina en España y en Europa, creada en 1909. Se avanzó en casi veinte años con respecto a otros proyectos similares, como por ejemplo la Fawcett Library, de Londres. El éxito de la iniciativa fue tal que, un año después, en 1910, de biblioteca pasó a instituto y del claustro de Santa Anna, primera ubicación, a la casa de la Misericordia, en la calle de Elisabets de Barcelona.[1]

Promover la ilustración y la cultura de las mujeres era el objetivo del Instituto de Cultura y Biblioteca Popular para la Mujer, con la voluntad de mezclar «lo útil con lo agradable» y de ofrecer unos conocimientos científicos, artísticos y manuales. La mezcla de los tres tipos de enseñanzas es el que hizo del Instituto un centro excepcional, en cuanto a la oferta cultural dirigida a las mujeres en la Cataluña de las primeras décadas del siglo. Las promotoras del Instituto optaron para adecuar y ajustar su propuesta formativa al «progresivo movimiento del comercio y de la industria». Con previsión de futuro, el centro, pues, ofreció una educación especializada para que las mujeres llegaran al mercado laboral dotadas de todo un conjunto de conocimientos y habilidades que se requerían para el ejercicio de las nuevas profesiones. Poco tiempo después, el Instituto creó la sección de Industrias artísticas y puso en marcha talleres. La idea no era nueva. Los talleres del Instituto remiten a aquellos talleres que el movimiento de Arts and Crafts habían propiciado en algunos países europeos y que incluían una alta participación de las mujeres.[1]

El Instituto, mediante Francesca Bonnemaison, desde los primeros años de su creación, se vincula a diferentes entidades ciudadanas, destinadas a la promoción de los oficios artísticos, entre estas el Fomento de las Artes Decorativas (FAD), institución creada en 1903 y todavía vigente.[1]

A partir de 1914-1915, el Instituto implantó un nuevo plan de estudios que ofreció un grado de estudios preparatorios de cultura general y bachillerato. Su directora pedagógica, Rosa Sensat, se planteaba como objetivo «dar a la mujer una base de cultura científica y artística que fuera garantía de perfección en su trabajo y que la posibilitara para luchar con éxito en el ejercicio de su carrera profesional en condiciones de superioridad».[1]

El número de alumnas del Instituto crecía, a medida que se ampliaba la oferta académica con cursos absolutamente innovadores para la época, como por ejemplo el de delineación, impartido, a partir de 1918, por Leonor Ferrer, que fue la primera mujer delineante del estado español y jefe de la oficina de planos de la Sociedad General de Teléfonos. Y otros no tan innovadores pero que tuvieron una acogida fenomenal, como por ejemplo las clases de cocina —unas especializadas, otras no—, con una asistencia masiva que hizo plantear al equipo directivo la necesidad de tener un espacio propio. También se ampliaban los servicios: la biblioteca crecía año tras año; la bolsa de trabajo, etc.[1]

Finalmente, el 8 de octubre de 1922, coincidiendo con la sesión formal de apertura del curso 1922-23, se inauguró el nuevo local, en la calle Més baix de Sant Pere, número 7. El nuevo edificio permitió que más de 30 000 mujeres circularan libremente por la sede del instituto. El crecimiento no tenía paro, pero, a partir de 1930, el endeudamiento económico progresivo y el estallido del conflicto bélico entorpecieron el funcionamiento de la institución. Acabada la Guerra civil española, el consejo directivo del instituto cedió a la Diputación de Barcelona «todo el haber del Instituto de Cultura y Biblioteca Popular de la Mujer, haciéndose cargo la misma de todo el activo y pasivo de la institución para que continuara la obra social del Instituto».[1]

Durante el franquismo y las primeras décadas de la democracia, el instituto fue ocupado por varias instituciones. Finalmente, en 2003, y gracias a la presión de varios colectivos de mujeres, la sede del instituto volvía a ser aquello que había estado en sus inicios: un espacio de mujeres, con el nacimiento del Centro de Cultura de Mujeres Francesca Bonnemaison, un hito en la topografía femenina de la ciudad.[1]

El Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona custodia un importante fondo documental perteneciente a la institución, que alcanza el periodo 1909-1939.[2]



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