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Bosquimano de Bañolas



El Bosquimano de Bañolas, popularmente conocido como el Negro de Bañolas, fue un varón de la etnia san (tradicionalmente llamado «bosquimano») que fue exhibido embalsamado como la mayor atracción del Museo Darder,[1]​en la ciudad de Bañolas (provincia de Gerona, España). Fue expuesto hasta el año 2000, cuando se repatriaron sus restos a Botsuana.[2]

Es considerado como una imagen clara de los efectos del colonialismo.[3]

Fue sustraído por los hermanos taxidermistas franceses Jules y Édouard Verreaux,[1]​ quienes lo disecaron a principios de los años 1830 para enviarlo a Europa. En 1916 fue adquirido por el Museo Darder de Bañolas.[4]

El cuerpo permaneció expuesto en el museo sin ninguna controversia hasta el 29 de octubre de 1991, cuando Alphonse Arcelín, un médico socialista español de origen haitiano[5]​ residente en Cambrils, donde fue concejal del PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya), escribió una carta al alcalde de Bañolas, solicitando la retirada del cadáver expuesto al público.[6]

El incidente atrajo la atención de los medios de comunicación los cuales dieron a conocer ampliamente la noticia.[2]

El primer paso para la devolución del cuerpo embalsamado a Botsuana se realizó en 1991, cuando el entonces secretario de la Unesco, el español Federico Mayor Zaragoza, se reunió con el alcalde de Bañolas. Más tarde, cuando Kofi Annan llegó a la posición de secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), se interesó por el asunto y también habló con el alcalde.[2]

Durante ese tiempo, el bosquimano se volvió tan famoso que era bastante común escuchar en anuncios diplomáticos realizando referencias al cadáver expuesto. Algunos gobiernos africanos mostraban públicamente su apoyo a Arcelín, quien había enviado varias cartas a la prensa y varios jefes de gobierno. El asunto preocupó a varias asociaciones de museos internacionales ya que les hacía temer que los restos humanos mantenidos por los museos para la investigación, tuvieran que ser devueltos a sus localizaciones originales.[2]

En 1997 el asunto fue discutido en varias sesiones tanto en las Naciones Unidas como en la Organización para la Unidad Africana.[2]​ Después, en marzo del mismo año el cadáver fue retirado del Museo Darder.[7]​ La retirada molestó a los habitantes de Bañolas, ya que era considerado como «un miembro de la familia».[4]

El gobierno de Botsuana ofreció ayuda a la Organización para la Unidad Africana a favor del entierro apropiado del bosquimano, una vez que los restos fueran devueltos a África.[2]​ Ante las presiones de retirada, el 7 de noviembre de 1998, los vecinos de Bañolas mediante la asociación Amics dels Museus presentaron 7300 firmas al ayuntamiento en contra de la posibilidad de repatriación del cadáver, argumentando que aunque no debiera ser exhibido, debería permanecer «a disposición de los investigadores».[8]

Siguió expuesto hasta el año 2000, y tras meses de polémicas y después de quitarle el taparrabos, la lanza, la piel y careta que vistió en Bañolas, el cuerpo fue enviado al Museo Nacional de Antropología de Madrid, donde se le extrajeron todos los elementos que se le habían añadido, como el relleno (que había reemplazado los órganos internos), los ojos, el cabello y los genitales. También se decidió extraerle toda la piel. El cráneo y el resto de huesos fueron enviados en un ataúd a Botsuana en 2007.[9][2]​ El 4 de octubre de 2007 fue enterrado en el parque nacional de Tsolofelo con honores reservados hasta ahora para héroes nacionales. Al acto asistieron representantes de España en Botsuana y de la Organización para la Unidad Africana, así como la plana mayor del Ejército y miembros de la sociedad civil de este país del África Austral.

Pere Bosch, alcalde del municipio, reconoció que:[10]

Actualmente, el Museo Darder esquiva la controversia del Negro de Bañolas. En el interior del museo, lo único que queda de él es un vídeo mudo con imágenes en blanco y negro mostradas en una pequeña pantalla de plasma que permite a los visitantes ver al hombre montado tal y como era expuesto hasta que fue retirado.[7]

Existen varios libros que tratan de la controversia generada por El Negro. Uno de los más destacables, El negro y yo de Frank Westerman, el cual muestra que el naturalista Georges Cuvier conocía acerca del hombre.[1]



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