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Bruxismo



El bruxismo (del griego βρύκειν (/brükein/): ‘rechinar [los dientes]’) es el hábito involuntario de apretar o rechinar las estructuras dentales sin propósitos funcionales.[1]​ El bruxismo afecta entre un 10 % y un 20 % de la población, y puede conllevar dolor de cabeza y dolor de los músculos de la mandíbula, cuello y oído. El rechinamiento puede desgastar los dientes y ser muy molesto para las demás personas con misofonía.[2]

El bruxismo o bruxomanía afecta a adultos o niños y a ambos sexos por igual, aunque la edad más frecuente de inicio está entre los 17 y los 20 años, y la remisión espontánea se suele producir después de los 40 años de edad en los casos de bruxismo crónico,[3]​ aunque puede desaparecer por sí solo en cualquier momento de la vida.

Las personas con síndrome de Prader-Willi suelen presentar bruxismo desde edades muy tempranas.

El origen del bruxismo puede ser local, es decir, intrabucal con desencadenantes, que suelen ser producto de un estado de ansiedad.[3]​ Adicionalmente se han estudiado factores genéticos y asociaciones con otras enfermedades como las alergias.[3]​ Dado que la negación del paciente ante un estado de estrés es muy característica y el cuadro clínico puede ser asintomático, el odontólogo debe ser muy acucioso para identificar el estado de ansiedad presente y para determinar el tratamiento a implementar.

Contrariamente a la extendida creencia, el bruxismo no es causado por parásitos intestinales.[4]

Las hipótesis en cuanto a la fisiopatología sugieren un papel coadyuvante de las alteraciones dentarias, por ejemplo la maloclusión, y de mecanismos nerviosos centrales además de problemas musculares. Los factores psicológicos también pueden desempeñar un papel en el sentido de que las tensiones exacerban este trastorno.[3][5]

El bruxismo se clasifica según el momento de presentación, su intensidad y la manera de mover los dientes.[6]

Ambos tipos de bruxismo pueden ser simultáneos en un mismo paciente y los signos en las piezas dentales pueden estar o no presentes según la intensidad y duración de los episodios. Además, suelen confundirse con otras lesiones no cariosas provocadas, por ejemplo, por un cepillado traumático.

El bruxismo es un movimiento parafuncional.[9]​ Es un contacto dentario distinto de los de la masticación y deglución. Cuando el diagnóstico es establecido durante un examen dental y si en estos enfermos las lesiones suelen ser mínimas o imperceptibles, no está indicado ningún tratamiento local sino más bien se establece la atención a los trastornos de ansiedad. Si bien existen signos claros como cefaleas matutinas, abfracciones y atriciones dentales, e incluso relato de terceros, el estándar para el diagnóstico de bruxismo sigue siendo la polisomnografía.

El bruxismo es inconsciente hasta que se hace del conocimiento del paciente, el primero en detectarlo habitualmente es el dentista al observar el desgaste exagerado de los dientes (facetas) en áreas funcionales y desgaste moderado en áreas no funcionales, ensanchamiento de las zonas oclusales y reducción de la dimensión vertical de la cara, en ocasiones son los familiares quienes ponen en alerta al paciente pues de silencioso se vuelve sonoro y molesto.

Al principio el paciente «juega» con el contacto dentario sin fuerza ni contracción, sin embargo bajo un estado de tensión emocional se produce una mayor presión sobrepasando el umbral de los receptores periodontales a la presión de la que el paciente ya no es consciente y los músculos ya no se relajan. Es difícil obtener un diagnóstico sin el interrogatorio testimonial si el paciente desconoce el problema por lo que se pide ayuda de los familiares para verificar la situación, se les pide que durante el sueño profundo del paciente intenten abrir la boca tomándolo con los dedos índice y pulgar por la barbilla intentando separar los dientes, en estado normal de reposo se abrirá la boca satisfactoriamente, en el caso contrario, un estado de tensión, se tornará difícil separar los mismos.[cita requerida]

El tratamiento está relacionado con el riesgo de lesión dentaria y su posible afección muscular.[10]​ En los casos más graves, es necesaria la colocación de una protección dental de resina o plástico, conocida como férula de descarga, para impedir la lesión permanente y afección de los dientes.[1]​ Además la férula de descarga, desde sus primeros días de su uso, elimina el dolor de mandíbula, de cabeza o de oídos, así como otras molestias que puedan haber aparecido debidas al desgaste de la musculatura de la mandíbula e incluso sin el uso de la férula se pueden llegar a tener mareos debido a la gran presión ejercida sobre la mandíbula.

La férula o guarda oclusal trata el síntoma y no la causa. Es el tratamiento por tradición y más comúnmente implementado por los odontólogos generales.[10]​ El paciente la utiliza de día (diurno), de noche (nocturno) o todo el día en los casos de bruxismo intenso. Puede ser confeccionada de acrílico o de un material más liviano como la silicona. Las férulas confeccionada con acrílico son económicas y complejas de realizar por la diversidad de pasos y el uso de laboratorio para su recorte y pulido, son incómodas para el paciente y muy rígidas para producir un contrapeso al frotamiento excesivo. Las férulas de silicona son livianas, dóciles y cómodas para quien la usa; durante el frotamiento se reduce la fuerza de contacto entre la férula y los dientes. Las férulas de silicona, sin embargo, se desaconsejan como tratamiento en la actualidad, ya que provoca mayor estímulo masticatorio. Al ser una superficie blanda activa la propiocepción dental y muscular similar a la masticación de alimentos, y por tanto, la misma contracción muscular involuntaria que se quiere evitar con la férula rígida.[cita requerida]

Aunque su costo es relativamente mayor, son más fáciles de confeccionar una vez se disponga del equipo apropiado para su manufactura. Es importante señalar que las férulas o guardas oclusales no eliminan el bruxismo; su función en el tratamiento es de evitar el contacto brusco entre las estructuras dentales, desprogramar la articulación temporomandibular para un ajuste de la oclusión acompañado de una posterior programación propioceptiva, reducir la afección de los músculos masticatorios (miorrelajante) y otras querencias.[cita requerida]

En algunas personas, solo la relajación ―incluyendo el yoga, la biorretroalimentación, la autohipnosis y otras terapias alternativas― y la modificación de comportamientos diurnos son suficientes para reducir el bruxismo del sueño.[10][11]​ Se suele implementar la relajación de la musculatura corporal como alternativa viable para la reducción y eliminación de los estados de nerviosismo, estrés y ansiedad.



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